El impacto histórico del filme sobre César Chávez
Por Armando García
Este año por fin la
industria cinematográfica en Estados Unidos de América, con una aportación
importante de recursos provenientes de México, presenta en el celuloide la vida
del extinto líder méxico-estadounidense César Chávez. Una película dirigida por
el mexicano Diego Luna.
Sin lugar a dudas, la
importancia del filme es que en el Siglo XXI, se le hace justicia al líder campesino
que con su ejemplo, dedicación, sacrificio, sembró la semilla de los logros de todos los
hispanos en Estados Unidos de América.
Esta película reconoce al
campesinado proveniente principalmente de México, país donde su labor, su
miseria, desamparo, traicionado, ha sido
objeto de discursos demagógicos en campañas electorales y dejados al olvido. El
campesinado ha sido un sector de la población mexicana y de otros países de Latinoamérica,
tradicionalmente e históricamente discriminado, relegado, condenado a ser un
instrumento de carga que se deshecha una vez que ya ha sido explotado,
utilizado y humillado.
El filme trata de los
primeros años de lucha sindical que Cesar Chávez realizó en organizar a los campesinos de los
50s y 60s que abandonaron su patria, por no encontrar trabajo en su país y
tuvieron que emigrar para sufrir las peores vejaciones, aunque conocidas por la
historia racista de Estados Unidos de América, pero jamás sufridas de la misma
forma en México, y aun a sabiendas del sufrimiento los parias del campo
mexicano fueron abandonados por la patria que los vio parir y partir.
La película narra la lucha
que César tuvo que pasar para formar el sindicato campesino fue la semilla del
inicio de todos los logros que los mexicanos y los de descendencia mexicana en
Estados Unidos han obtenido a los largo de los últimos 50 años.
La película utiliza en un periodo
de cinco años de historia los símbolos del movimiento campesino, chicano que
fueron creados a lo largo de medio siglo. El filme de Diego Luna rompe el orden
cronológico de los hechos reales, agrupando muchos elementos para dar a
entender a un público desconocedor de la historia de las personas descendientes
de mexicanos que viven en Estados Unidos de América, que sepan la angustia, la
represión, que sufrieron los campesinos en la década de los 60s del siglo
pasado.
El filme no mostró la época
histórica que Chávez vivió contra la poderosa organización sindical de los
Teamsters que fueron utilizados como golpeadores para intimidar a los
campesinos agremiados al movimiento
chavista. Además, el filme se quedó en no presentar adecuadamente como los terratenientes
utilizaron a campesinos traídos de forma ilegal de México como esquiroles para
romper la huelga del sindicato campesino.
Luna, ha explicado que
siendo tan vasta la historia de Chávez, tuvo que enfocar su película en la
historia de un buen hombre que supo llevar una causa campesina de explotación,
que al enfrentarse a la violencia contra los trabajadores agrícolas, los
esquiroles, optó por contraatacar con el arma más poderosa sin violencia que
fue el boicoteo a los productos agrícolas en Estados Unidos y en otras partes
del mundo.
En entrevistas, Luna ha
dicho que esta película es la conexión de Estados Unidos hacia Latinoamérica y
que levante conciencia de aquellos que levantan las cosechas del alimento que
llega a las mesas de los estadounidenses. Luna da a entender que el filme habla
de uno de los nuestros, con nombre y apellido que hizo algo por nosotros, por
aquellos que viven en Estados Unidos, por aquellos que desesperadamente han
dejado de mirar hacia el cielo por conseguir que comer, por carecer de trabajo,
han optado de viajar hacia el coloso del norte, buscando el sueño americano, un
sueño que en la película se muestra que se convierte en una pesadilla debido a
la discriminación racial, la explotación y la humillación.
Este filme después de 50 años
de haberse fundado la ‘United Farm Workers of America” y a dos décadas del
fallecimiento de su líder, ha tenido un impacto en la población hispana de los
Estados Unidos de America. Un impacto que llega en un momento importante donde
se debate el tema de una reforma migratoria integral en el llamado paladín de
la democracia. Un impacto donde no hay un líder central ante la negativa del
Congreso estadounidense de regularizar a millones de personas que cosechan los
productos agrícolas que llegan a los hogares de los estadounidenses, de legalizar
a los obreros que laboran en las industrias, de darles la oportunidad a estudiantes
que son los cerebros del futuro de America.
El impacto más importante de
la película es que las nuevas generaciones de hispanos en Estados Unidos,
conozcan la historia de Chávez y sean partícipes en su entorno de la lucha por
el cambio social de una forma sin violencia como César lo hizo al igual que
Martin Luther King o Mahatma Gandhi.
Indudablemente, los
campesinos en Estados Unidos, al igual que los otros inmigrantes, son sujetos a una explotación laboral y
étnica y se les podría considerar los
nuevos ‘condenados de la tierra’ aludiendo al libro del argelino Frantz Fanon.
César sembró la semilla para
el cambio, enseñó el camino a seguir. Cosechas de justicia se han levantado,
pero siguen habiendo condenados por las injusticias cometidas contra ellos. Los
campesinos que César organizó ya muchos no están entre nosotros. Indudablemente
esta película ha despertado el hambre y la sed de justicia por la población
inmigrante indocumentada que actualmente está condenada a ser expulsada de un
país que ha sido ciego a sus contribuciones por el bienestar de su población.
Esta película, ya sea
momentáneamente por el momento que se vive,
sembrará otras semillas cuyos frutos serán levantados por las nuevas
generaciones de hispanos cuyos resultados trascenderán por los años venideros.
El
presidente Barack Obama, al inicio de la presentación de la película en la Casa
Blanca, dijo que el filme es la historia de “un hombre guiado por una enorme fe
en una causa justa y un amor por Dios y la dignidad por cada ser humano”.
Todos los pueblos han tenido un caudillo que ha
luchado por que la justicia llegue a los más necesitados, a los parias, a los
desamparados, a los que con su sudor y su trabajo edifican la riqueza de las
sociedades en las que le tocó vivir.
Algunos de esos caudillos, pocos lograron su
objetivo, otros fueron cegados al principio o a la mitad del camino y
muchos con ahínco levantaron la bandera de su lucha y han seguido adelante.
El dramaturgo alemán Bertolt Brecht dijo que hay
hombres que luchan un día y, son buenos. Hay otros que luchan muchos días y,
son mejores. Pero hay otros que luchan toda su vida, esos son los imprescindibles.
Cesar Chávez fue una de esas personas que lucharon
toda su vida. Su legado continúa después de dos décadas de su partida de este
mundo. Su semilla logró dar fruto en aquellos que organizó, educó y mostró el
camino a seguir para la justicia social en las minorías que radican en Estados
Unidos de América.
César, es nuestro caudillo en Estados Unidos,
principalmente del campesinado. Consiguió lo que muchos fallaron por mucho
tiempo, formar un sindicato, una unión, un movimiento que sentó el ejemplo del
estilo de lucha necesario en este país para conseguir conquistas laborales,
dignas de un ser humano.
Para los que tuvimos la fortuna de trabajar
cercanamente con él, César nos mostró el camino sin violencia de la lucha por
la justicia social. Algo difícil de concebir por muchos llamados
revolucionarios que su meta es derrocar por la vía armada a los gobiernos, la
oligarquía, la burguesía en el poder.
César logró que las grandes empresas agrícolas se
doblegaran ante la presión del boicoteo a los productos agrícolas, un arma
económica, infalible, que afectó directamente a la riqueza de los poderosos,
los intocables, de los influyentes en todos los aspectos de nuestra sociedad.
César logró abrir los ojos a una sociedad que el
alimento que uno se lleva todos los días a la boca, fue cosechado por alguien
que no tiene suficiente para comer y menos para sostener a su familia. La
sociedad estadounidense supo de la miseria, la desesperación, la angustia del
campesinado a través del boicoteo, al ver como miles de campesinos llegaron a
las grandes ciudades a pedirles a los consumidores que no compraran uvas o
lechuga, porque estaban manchadas de explotación, marginación y humillación.
César dijo que el sufrimiento del campesino no
tiene precio, pero logró que los agricultores cedieran en compensar ese
sufrimiento al mejorar las condiciones de trabajo.
El Presidente Obama recordó las palabras de Chávez:
“cuando se tiene a gente unida que cree fuertemente en algo, ya sea religión,
política, sindicatos, las cosas ocurren”.
César ya no está físicamente con nosotros. La
consigna de ¡Sí se Puede! que se escuchó desde los surcos del campo hasta las
ciudades, ahora se escucha en todo el mundo y hasta el Presidente Obama la
utilizó ampliamente en su campana electoral.
Su lucha no debe olvidarse, debe ser conocida en
todos los rincones del país y además la lucha debe seguir, ya que campesino que
César organizo, ya tampoco está con nosotros. Nuevas generaciones de mano de
obra joven llega a los campos, a las fábricas, a las ciudades, provenientes de
América Latina y de otras partes del mundo. Algunos recogerán las conquistas de
César, otros son y serán explotados y humillados por sus patrones y
discriminados por la sociedad que siempre lo ha mirado con malos ojos. Pero las
enseñanzas de qué se debe hacer, y cómo se puede ganar, ya están escritas,
simplemente hay que ponerlas a la práctica.
Las luchas por la reforma migratoria, por reformas
laborales, se pueden ganar sin violencia. Sigamos el ejemplo de César Chávez y
de todos aquellos que siguen su legado.
César Chávez y Armando García en 1982 durante la planeación de KUFW Radio Campesina. Foto archivo personal.
Armando García es un periodista independiente y es colaborador de varios medios impresos y en internet. Es el director de medios de Finding Produtions en Los Ángeles, California. Es el fundador y editor de la Revista ‘Nuestra América” publicada en Internet. Fungió como editor-reportero del semanario ¿Qué Pasa? En Carolina del Norte, Fue el corresponsal y columnista de Conexión Hispana en San Ángelo, Texas y trabajó como corresponsal de la agencia española “EFE” y de la “Hispanic Press News Agency” en Washington, DC. Además ha sido colaborador de la revista “Latino Leaders” y fue reportero bilingüe en los periódicos La Prensa y Rumbo de San Antonio, Texas. Trabajó como reportero de ‘La Raza Magazine’ en Los Ángeles, California. Fue editor general de los semanarios ‘El Nuevo Tiempo’, ‘Imágenes’ y ‘La Farándula’ en California. Además fue editor administrativo y director de Relaciones Públicas del sindicato fundado por César Chávez.