lunes, 31 de marzo de 2014

El impacto histórico del filme sobre César Chávez


El impacto histórico del filme sobre César Chávez
Por Armando García
Este año por fin la industria cinematográfica en Estados Unidos de América, con una aportación importante de recursos provenientes de México, presenta en el celuloide la vida del extinto líder méxico-estadounidense César Chávez. Una película dirigida por el mexicano Diego Luna.
Sin lugar a dudas, la importancia del filme es que en el Siglo XXI, se le hace justicia al líder campesino que con su ejemplo, dedicación, sacrificio,  sembró la semilla de los logros de todos los hispanos en Estados Unidos de América.
Esta película reconoce al campesinado proveniente principalmente de México, país donde su labor, su miseria, desamparo, traicionado,  ha sido objeto de discursos demagógicos en campañas electorales y dejados al olvido. El campesinado ha sido un sector de la población mexicana y de otros países de Latinoamérica, tradicionalmente e históricamente discriminado, relegado, condenado a ser un instrumento de carga que se deshecha una vez que ya ha sido explotado, utilizado y humillado.
El filme trata de los primeros años de lucha sindical que Cesar Chávez  realizó en organizar a los campesinos de los 50s y 60s que abandonaron su patria, por no encontrar trabajo en su país y tuvieron que emigrar para sufrir las peores vejaciones, aunque conocidas por la historia racista de Estados Unidos de América, pero jamás sufridas de la misma forma en México, y aun a sabiendas del sufrimiento los parias del campo mexicano fueron abandonados por la patria que los vio parir y partir.
La película narra la lucha que César tuvo que pasar para formar el sindicato campesino fue la semilla del inicio de todos los logros que los mexicanos y los de descendencia mexicana en Estados Unidos han obtenido a los largo de los últimos 50 años.
La película utiliza en un periodo de cinco años de historia los símbolos del movimiento campesino, chicano que fueron creados a lo largo de medio siglo. El filme de Diego Luna rompe el orden cronológico de los hechos reales, agrupando muchos elementos para dar a entender a un público desconocedor de la historia de las personas descendientes de mexicanos que viven en Estados Unidos de América, que sepan la angustia, la represión, que sufrieron los campesinos en la década de los 60s del siglo pasado.
El filme no mostró la época histórica que Chávez vivió contra la poderosa organización sindical de los Teamsters que fueron utilizados como golpeadores para intimidar a los campesinos agremiados al  movimiento chavista. Además, el filme se quedó en no presentar adecuadamente como los terratenientes utilizaron a campesinos traídos de forma ilegal de México como esquiroles para romper la huelga del sindicato campesino.
Luna, ha explicado que siendo tan vasta la historia de Chávez, tuvo que enfocar su película en la historia de un buen hombre que supo llevar una causa campesina de explotación, que al enfrentarse a la violencia contra los trabajadores agrícolas, los esquiroles, optó por contraatacar con el arma más poderosa sin violencia que fue el boicoteo a los productos agrícolas en Estados Unidos y en otras partes del mundo.
En entrevistas, Luna ha dicho que esta película es la conexión de Estados Unidos hacia Latinoamérica y que levante conciencia de aquellos que levantan las cosechas del alimento que llega a las mesas de los estadounidenses. Luna da a entender que el filme habla de uno de los nuestros, con nombre y apellido que hizo algo por nosotros, por aquellos que viven en Estados Unidos, por aquellos que desesperadamente han dejado de mirar hacia el cielo por conseguir que comer, por carecer de trabajo, han optado de viajar hacia el coloso del norte, buscando el sueño americano, un sueño que en la película se muestra que se convierte en una pesadilla debido a la discriminación racial, la explotación y la humillación.
Este filme después de 50 años de haberse fundado la ‘United Farm Workers of America” y a dos décadas del fallecimiento de su líder, ha tenido un impacto en la población hispana de los Estados Unidos de America. Un impacto que llega en un momento importante donde se debate el tema de una reforma migratoria integral en el llamado paladín de la democracia. Un impacto donde no hay un líder central ante la negativa del Congreso estadounidense de regularizar a millones de personas que cosechan los productos agrícolas que llegan a los hogares de los estadounidenses, de legalizar a los obreros que laboran en las industrias, de darles la oportunidad a estudiantes que son los cerebros del futuro de America.
El impacto más importante de la película es que las nuevas generaciones de hispanos en Estados Unidos, conozcan la historia de Chávez y sean partícipes en su entorno de la lucha por el cambio social de una forma sin violencia como César lo hizo al igual que Martin Luther King o Mahatma Gandhi.
Indudablemente, los campesinos en Estados Unidos, al igual que los otros inmigrantes, son sujetos a una explotación laboral y étnica  y se les podría considerar los nuevos ‘condenados de la tierra’ aludiendo al libro del argelino Frantz Fanon.
César sembró la semilla para el cambio, enseñó el camino a seguir. Cosechas de justicia se han levantado, pero siguen habiendo condenados por las injusticias cometidas contra ellos. Los campesinos que César organizó ya muchos no están entre nosotros. Indudablemente esta película ha despertado el hambre y la sed de justicia por la población inmigrante indocumentada que actualmente está condenada a ser expulsada de un país que ha sido ciego a sus contribuciones por el bienestar de su población.
Esta película, ya sea momentáneamente por el momento que se vive,  sembrará otras semillas cuyos frutos serán levantados por las nuevas generaciones de hispanos cuyos resultados trascenderán por los años venideros.
El presidente Barack Obama, al inicio de la presentación de la película en la Casa Blanca, dijo que el filme es la historia de “un hombre guiado por una enorme fe en una causa justa y un amor por Dios y la dignidad por cada ser humano”.
Todos los pueblos han tenido un caudillo que ha luchado por que la justicia llegue a los más necesitados, a los parias, a los desamparados, a los que con su sudor y su trabajo edifican la riqueza de las sociedades en las que le tocó vivir.
Algunos de esos caudillos, pocos lograron su objetivo, otros fueron cegados al principio o a la mitad del camino y muchos con ahínco levantaron la bandera de su lucha y han seguido adelante.
El dramaturgo alemán Bertolt Brecht dijo que hay hombres que luchan un día y, son buenos. Hay otros que luchan muchos días y, son mejores. Pero hay otros que luchan toda su vida, esos son los imprescindibles.
Cesar Chávez fue una de esas personas que lucharon toda su vida. Su legado continúa después de dos décadas de su partida de este mundo. Su semilla logró dar fruto en aquellos que organizó, educó y mostró el camino a seguir para la justicia social en las minorías que radican en Estados Unidos de América.
César, es nuestro caudillo en Estados Unidos, principalmente del campesinado. Consiguió lo que muchos fallaron por mucho tiempo, formar un sindicato, una unión, un movimiento que sentó el ejemplo del estilo de lucha necesario en este país para conseguir conquistas laborales, dignas de un ser humano.
Para los que tuvimos la fortuna de trabajar cercanamente con él, César nos mostró el camino sin violencia de la lucha por la justicia social. Algo difícil de concebir por muchos llamados revolucionarios que su meta es derrocar por la vía armada a los gobiernos, la oligarquía, la burguesía en el poder.
César logró que las grandes empresas agrícolas se doblegaran ante la presión del boicoteo a los productos agrícolas, un arma económica, infalible, que afectó directamente a la riqueza de los poderosos, los intocables, de los influyentes en todos los aspectos de nuestra sociedad.
César logró abrir los ojos a una sociedad que el alimento que uno se lleva todos los días a la boca, fue cosechado por alguien que no tiene suficiente para comer y menos para sostener a su familia. La sociedad estadounidense supo de la miseria, la desesperación, la angustia del campesinado a través del boicoteo, al ver como miles de campesinos llegaron a las grandes ciudades a pedirles a los consumidores que no compraran uvas o lechuga, porque estaban manchadas de explotación, marginación y humillación.
César dijo que el sufrimiento del campesino no tiene precio, pero logró que los agricultores cedieran en compensar ese sufrimiento al mejorar las condiciones de trabajo.
El Presidente Obama recordó las palabras de Chávez: “cuando se tiene a gente unida que cree fuertemente en algo, ya sea religión, política, sindicatos, las cosas ocurren”.
César ya no está físicamente con nosotros. La consigna de ¡Sí se Puede! que se escuchó desde los surcos del campo hasta las ciudades, ahora se escucha en todo el mundo y hasta el Presidente Obama la utilizó ampliamente en su campana electoral.
Su lucha no debe olvidarse, debe ser conocida en todos los rincones del país y además la lucha debe seguir, ya que campesino que César organizo, ya tampoco está con nosotros. Nuevas generaciones de mano de obra joven llega a los campos, a las fábricas, a las ciudades, provenientes de América Latina y de otras partes del mundo. Algunos recogerán las conquistas de César, otros son y serán explotados y humillados por sus patrones y discriminados por la sociedad que siempre lo ha mirado con malos ojos. Pero las enseñanzas de qué se debe hacer, y cómo se puede ganar, ya están escritas, simplemente hay que ponerlas a la práctica.
Las luchas por la reforma migratoria, por reformas laborales, se pueden ganar sin violencia. Sigamos el ejemplo de César Chávez y de todos aquellos que siguen su legado.





César Chávez y Armando García en 1982 durante la planeación de KUFW Radio Campesina. Foto archivo personal. 

Armando García es un periodista independiente y es colaborador de varios medios impresos y en internet. Es el director de medios de Finding Produtions en Los Ángeles, California. Es el fundador y editor de la Revista ‘Nuestra América” publicada en Internet. Fungió como editor-reportero del semanario ¿Qué Pasa? En Carolina del Norte, Fue el corresponsal y columnista  de Conexión Hispana en San Ángelo, Texas y trabajó como corresponsal de la agencia española “EFE” y de la “Hispanic Press News Agency” en Washington, DC. Además ha sido colaborador de la revista “Latino Leaders” y fue reportero bilingüe en los periódicos La Prensa y Rumbo de San Antonio, Texas. Trabajó como reportero de ‘La Raza Magazine’ en Los Ángeles, California. Fue editor general de los semanarios ‘El Nuevo Tiempo’, ‘Imágenes’ y ‘La Farándula’ en California. Además fue editor administrativo y director de Relaciones Públicas del sindicato fundado por César Chávez.


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