Por JOEL
ORTEGA JUÁREZ
El sometimiento del presidente a las fuerzas militares es una grave amenaza a la república y a las conquistas democráticas producto de luchas y movimientos como el de 1968.
Tenía
muchos años de no asistir a las marchas del 2 de octubre, por haberse
convertido en un ritual, pero esta vez la marcha, tenía la inmensa importancia
de combatir la infamia del presidente contra el movimiento del 68 y otras
luchas donde las fuerzas armadas cometieron crímenes de lesa humanidad.
Fue muy
emocionante encontrarme con antiguos compañeros y compañeras, que siguen
estando en posiciones de lucha e independencia del gobierno y no han caído en
la trampa de justificar a AMLO en todo, incluso en esta infamia.
Las
manifestaciones son una forma de lucha, que tienen sentido cuando hay objetivos
precisos, sino es así se convierten en rituales. Ahora era imprescindible salir
a la calle para denunciar la gran infamia del presidente López Obrador. Por eso estaban tan nerviosos y pusieron
cercos de lámina a lo largo del trayecto desde Bellas Artes, 5 de mayo y por
supuesto el Palacio Nacional, cosa que nunca hizo Gustavo Díaz Ordaz , el “Gran
solitario de Palacio” así llamado por René Avilés en su valiente libro con ese
título. Tan asustados estaban que dispararon gases lacrimógenos cuando se
guardaba un minuto de silencio por las víctimas.
AMLO es el
pequeño solitario de Palacio que tiene pavor a la gente.
Sin rubor
alguno AMLO ha dicho “sí, defiendo al Ejército”, aseguró que es responsabilidad
del Presidente de México defender las instituciones principalmente al Ejército
mexicano, y que las fuerzas armadas tienen el respaldo del pueblo de México
Atropellando
a millares de víctimas del Estado, su presidente y el ejército durante el gran
movimiento libertario del 68, ahora AMLO
recurre a una coartada aparentemente lógica: son los presidentes los que
ordenan al ejército, por lo tanto no tiene (esa institución con vocación
violenta) responsabilidad por “errores” como la masacre del 2 de octubre en
Tlatelolco.
Con
semejante infamia, el ejército nazi es inocente, esa “tesis” argüida por los
criminales en los juicios de Nuremberg, porque actuaban “por obediencia
debida”, fue derrotada e implicó un paso trascendental para sentenciar a los
criminales de guerra nazis.
Con esa
misma lógica, el presidente López Obrador ha repetido hasta el cansancio “el
ejército mexicano es pueblo uniformado”. Todos los ejércitos del mundo, a lo
largo de la historia se conforman por tropas de origen humilde, que entran al
ejército para sobrevivir.
Esta
vulgaridad pretende exculpar a los crímenes de lesa humanidad cometidos por las
fuerzas militares a lo largo de la historia nacional, especialmente los
ocurridos desde la segunda mitad del siglo XX hasta nuestros días, donde siguen
ocurriendo ejecuciones “extra judiciales”.
La infamia
de López Obrador es también usada por su gobierno para exculpar al ejército de
la criminal y salvaje noche del 26 de septiembre de 2014 en Iguala contra los
estudiantes de Ayotzinapa.
Siempre he
combatido las diversas “teorías” para exculpar al ejército de la matanza de
Tlatelolco. En mi libro Adiós al 68, Penguin Random House Mondadori, Grijalbo,
México 2018, páginas 68 y 69 sostengo: “la teoría de un supuesto cerco, una
emboscada al ejército creada por el Estado Mayor presidencial y Echeverría es
una falacia. Esto lo insinúa el general Marcelino García Barragán en sus supuestas
memorias divulgadas por su hijo. Esas memorias las tomaron Carlos Monsiváis y Julio
Scherer para uno de sus libros, Parte de guerra. Pero no se preocuparon por
demostrarlo con datos duros. Es una falacia que el ejército fue víctima de una
celada, de una emboscada y que fue blanco de francotiradores desde los
edificios. La primera versión del gobierno fue que fueron los propios
estudiantes quienes lo hicieron. Esta versión la divulgaron la televisión,
radio, prensa; las cámaras de senadores y diputados; las distintas
organizaciones del sindicalismo charro; todas las organizaciones de los
patrones, agrupados en cámaras”.
Esa
estupidez fue la base para la consignación de los presos políticos, era tan
aberrante que el propio gobierno retiró esas acusaciones y por ello salieron
libres en 1971 la mayoría y después los militantes del PCM .
En mi libro
Adiós al 68 escribo:
“La matanza
de Tlatelolco fue una acción deliberada planeada por el Estado. Existen miles
de evidencias: varios departamentos contiguos a la plaza de las Tres culturas
fueron previamente ocupados por oficiales del ejército”.
“…La
versión del Estado, su presidente y todas las fuerzas políticas e incluso
empresariales de que los estudiantes dispararon con franco tiradores a los
soldados, es una falacia”.
Que es
refutada por un documento dado a conocer por Raúl Jardón Guardiola , firmado
por el director del Servicio Médico Forense
Dr. Miguel Gilbón Nitret dirigido Al Procurador General de Justicia del Distrito y Territorios Federales , donde
le reporta: hago referencia a la petición formulada por usted para ampliar la
información de carácter médico legal ya rendida, en relación con los
acontecimientos que tuvieron lugar en la Unidad Habitacional de Tlatelolco el
día dos de los corrientes, en el sentido de cuáles fueron los trayectos que
siguieron los proyectiles en el cuerpo de las 26 víctimas que murieron a
consecuencias inmediatas o tardías de heridos por arma de fuego.
La información se puede sintetizar en las
siguientes cifras: heridas con el trayecto descendente y con gran desnivel con
respecto al plano de sustentación…. Cuatro.
Heridas con
trayecto horizontal 22
Este
reporte echa abajo la tesis del estado de los disparos realizados desde los
edificios por franco tiradores, dado que de 26 víctimas 22 recibieron disparos
con trayectoria horizontal y solamente 4 con trayectoria descendente.
El legado
de la llamada Cuarta Transformación es cada vez más la estafa y la creación de
un Narco Estado sometido a los militares, al gran capital y al gobierno de los
Estados Unidos.