Friday, February 26, 2010

Relato de un arquitecto


Por Ing. Guillermo Antillón G.

Hijo del más importante narco colombiano cuenta su vida. Sebastián Marroquín reflexiona sobre lo que vivió al lado de su padre, Pablo Escobar Gaviria; “siento una profunda amargura de que México esté repitiendo casi literalmente esta historia”, dice. El hijo del narcotraficante colombiano decidió tomar un camino diferente al de su padre.

"El primer coche bomba de Colombia explotó en mi casa", recuerda Sebastián.

El 10 de diciembre se estrenó en Colombia el documental "Pecados de mi padre", dirigido por Nicolás Entel (a México llegará en 2010). Es la primera vez que, tras 15 años de exilio en Argentina, acepté romper mi silencio y contar mi vida junto a mi padre, Pablo Escobar, el más importante narcotraficante colombiano de los últimos tiempos. Son muchas las razones que tuve para salir ahora a la luz pública. Con mi largo silencio quise mostrar mi respeto absoluto a las víctimas de mi padre, a todo mi país. Aproveché este largo tiempo para poder encontrarme a mí mismo como persona, en busca de una propia identidad y sabiendo que nada crece bajo la sombra de un gran árbol como la de mi progenitor.
Elegí y decidí, humildemente, reinventarme como ser humano y estudié dos carreras universitarias: soy arquitecto y diseñador industrial. Me preparé por años para la construcción de sueños, no para la destrucción. Con dolor he aprendido a separar al padre del Pablo Escobar que recuerda la mayoría. Jamás podría renunciar al amor que como hijo le profeso, pues además lo recuerdo siendo un padre que me cantaba las canciones de Topo Gigio y me inventaba cuentos para dormirme, me enseñó a jugar al futbol, a montar en bicicleta, en moto y hasta en elefante.

Me enseñó a ser un hombre de palabra, decía que la palabra era un contrato. Lo acompañaba a los barrios marginales a donar decenas de canchas de futbol y polideportivos, vi cómo crecía su proyecto de construir 5,000 viviendas equipadas para regalarle a estas familias que vivían en el basurero municipal de Medellín y restaurar así la dignidad de las clases que nos negamos a reconocer aún hoy en la sociedad.

Fue además un gran maestro de lo que no debemos hacer y es así como lo recuerdo a diario frente al espejo, debatiéndome en un duelo permanente de sentimientos explosivos y contradictorios que estoy obligado a enfrentar, buscando encontrar un equilibrio y una paz que respete la dignidad de todos sin excepción.
No es fácil, aprendí que el odio mantiene a muchos atados al pasado, y perpetúa infinitamente el dolor generado por el victimario hasta enfermarnos de violencia. Por ello busqué una reconciliación n y un perdón público ante los hijos de las víctimas más prominentes de mi padre, Rodrigo Lara Bonilla y Luis Carlos Galán. Un ministro de Justicia que se atrevió a denunciar públicamente la infiltración del narcotráfico en la vida política de Colombia, y un líder reformista seguro ganador de las elecciones presidenciales de 1990.
Además de ellos pido aún hoy perdón a cada uno de los 44 millones de colombianos víctimas de la violencia generada por mi padre. Es una larga lista, que tristemente no excluye a nadie: policías, jueces, políticos, periodistas, narcotraficantes y cientos de inocentes transeúntes que ni siquiera osaron enfrentarlo, pero que estuvieron en el lugar y el momento incorrecto cuando explotaban sus bombas indiscriminadamente.
Como su familia, no nos fue ajena esa violencia ni logramos escapar de ella. El primer coche bomba de la historia de Colombia explotó en mi hogar un 13 de enero de 1988 a las 05:13 horas. Allí nos encontrábamos con mi madre Victoria Eugenia, quien tenía 28 años, mi hermanita Manuela, con escasos meses de edad, todavía no tenía ni siquiera la posibilidad de declararse inocente por no saber hablar aún. Yo tenía 11 años. Mi padre tenía para entonces un enorme poder económico y militar.

Cuando vio la foto de la cuna donde dormía su hija durante la explosión que destruyó los vidrios de todas las viviendas de Medellín en un kilómetro a la redonda, enloqueció de violencia y respondió con ferocidad. Una sola bomba contra su familia lo hizo ordenar la explosión de más de 200 bombas por todo el país hasta casi lograr la claudicación de todos los poderes del Estado frente al poder del narcotráfico. Estábamos todos ciegos y aturdidos en ese ambiente hostil.
Aprendí que la vida es un búmeran, que los actos violentos generan una violencia cada vez mayor y desenfrenada, llevándonos hacia una espiral inconmensurable de maldad que luego es imposible detener, salvo por nuestra propia e íntima voluntad. Así corren aún hoy en Colombia ríos de sangre que tiñen de odio, maldad, tristeza y desazón a la sociedad. Solemos olvidar la historia, y por ello es que siempre se repite, pues insultamos así el precioso legado de las experiencias de la vida. Colombia ya era violenta antes del nacimiento de Pablo Emilio Escobar Gaviria.
La carta más difícil que escribí en mi vida fue para los hijos de aquellos líderes que prometían rescatar el país y que murieron junto a la esperanza de muchos. Allí les dije a sus hijos en la misiva enviada a principios de 2008 que “… Comprendo que nací en un ambiente fértil para la violencia, pero el legado de nacer en un ambiente tan hostil no podría ser otro distinto al de la búsqueda de la paz. No quiero repetir la historia”. Recordé que “mi padre con su violencia obligó a muchas familias a exiliarse, principalmente a las suyas, ignorando que con ello se estaba también gestando subrepticiamente el exilio de sus seres más queridos”. Quiero tener un hijo, pero no le dejaré por ello un testamento de violencia.
Tengo el honor de estar casado con una mujer mexicana, que tiene un coraje que haría palidecer a cualquier guerrero, parafraseando a Gandhi. Ella me ha enseñado mucho sobre esas lindas y sabias tierras. Me ha acompañado en los más pétreos caminos. Es mi gran amor y así también lo es México para mí. Adoro las rancheras y me atrae el tequila. Pero me entristece ver lo que estoy observando desde el lejano Buenos Aires, pues se parece mucho a la primera parte del documental "Pecados de mi padre".

Siento una profunda amargura de que México esté repitiendo casi literalmente esta historia, aquella de la que tanto me cuesta aún hoy hacerme cargo.
Creo que la película que hoy están viviendo mis compadres mexicanos, es la misma que yo viví en Colombia exactamente en 1984, a mis siete años de edad, cuando mi padre decidió por cuenta propia mandar a asesinar al entonces ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla (Q.E.P.D.).
De ahí en más, mi país vivió una violencia sin precedentes. Ese día mí familia se desmembró para siempre, mi padre pasó luego toda su vida en la clandestinidad, el hogar por él construido no existió más. Por eso me decidí a participar en este documental y a romper el silencio sepulcral que mantuve 16 años después de su muerte, porque he vivido en carne propia el horror de una violencia sin par que no quiero para Colombia, para México ni para ninguna nación del planeta. Fui testigo, al igual que mi país, de una guerra sin cuartel del narcotráfico contra el poder del Estado que no ganó nadie, pues sólo quedamos como mudos testigos los miles de huérfanos y viudas de todas las esferas de la sociedad. La violencia no discrimina.

Comprendí que aun en las más segregadas familias –como la nuestra hay padres, hijos, hermanas, abuelos, etc. Ahí también hay sentimientos por encima de lo machos que pretendamos ser ante otros en la vida. Veo en mi esposa a diario el fiel reflejo del tesón del pueblo mexicano. Respeto la dignidad de cada persona y no distingo entre uniformes o nacionalidades, sólo veo a ciudadanos de la raza humana y a nadie más. Sólo veo a hombres con su voluntad de sobrevivir en un ambiente donde las oportunidades son escasas y donde el hambre abunda, así como los deseos de brindarle la mínima dignidad a nuestros seres más queridos. Algunos están dispuestos a matar para no vivir en la indigencia, pero no puede haber excusa válida para generar violencia hacia nuestros hermanos a costa de nuestras necesidades o ambiciones personales.
En Medellín, mi ciudad natal, la presencia de la arquitectura y el urbanismo aplicado desde el Estado ha comenzado a aportar ejemplos de exportación de estas ideas para el mundo como una esperanza de paz para brindar dignidad, seguridad, cultura y oportunidades a los más marginados.

Creo en la arquitectura como una herramienta capaz de transformar la realidad a partir de hechos arquitectónicos concretos. Es definitivamente una herramienta eficaz para la paz. Por ello no me dedico a la política.
En nuestra vasta familia latinoamericana solemos heredar las virtudes y los pecados de nuestros padres, y es bajo esta excusa que vivimos por décadas enfrascados en unos círculos de violencia y venganzas generacionales que se repiten incesantemente. Yo no fui ajeno a esto, de hecho, al enterarme de la muerte de mi padre, a mis 16 años, caí en esos círculos y armado de ira e intenso dolor amenacé públicamente con matar a quienes habían dado muerte a mi padre.
Sin embargo, ahora agradezco a Dios que 10 minutos después me hizo reflexionar y transformar el odio para no perpetuar este aparente estilo de vida que –les aseguro es más de sufrimientos y de persecuciones que de placer.
¿Un ejemplo? Un día la policía dispuso, sin saberlo, un control rutinario en alguna calle de la ciudad justo frente a la casa donde yo me escondía con mi padre. Ese control policial comenzó un domingo y duró siete días frente a nuestro escondite. Se nos terminaron los víveres y estábamos solos pero rodeados de millones de dólares. Aguantamos hambre mientras comprendí que el dinero del narcotráfico no servía para nada si no te podías comprar siquiera una libra de arroz con él.
La muerte de mi padre no afectó en absoluto el tráfico de drogas en el planeta, la violencia y las drogas ya estaban afincadas en Colombia y en el mundo antes de su nacimiento, y siguen lamentablemente estando aún hoy, hasta que elijamos perdonarnos unos a otros desde nuestras más íntimas fibras.
La guerra consume y derrocha inconmensurables recursos humanos y públicos. Distintos países y los enemigos de mi padre gastaron más de 3,000 millones de dólares para perseguirlo a él y su organización. Mi padre usó toda su fortuna para la guerra y para defender sus intereses, y lo que queda de ella está destruido por completo o en manos de las más diversas autoridades. Miles de millones de dólares que podrían haber sido gastados para asegurar salud, educación y un futuro mejor y más digno para el pueblo colombiano.
La paz, en cambio, es gratis!, pues sólo se requiere de nuestra humana voluntad de hacerla.

La siempre y latente pugna por las Malvinas


Por Isaac Bigio


Entre Buenos Aires y Londres hay una centenaria disputa por el control de 3 archipiélagos que están cerca a la Antártida. A 480 kilómetros al sudeste de la Patagonia están las Malvinas. 1,390 kilómetros más al sudeste quedan las Georgias del sur y 640 kilómetros aún más al sudeste están las Sándwiches del sur.

La gran mayoría de estas islas están deshabitadas. Solo las Malvinas tienen pobladores nativos, los cuales apenas son unas 3,000 personas, una exigua cantidad comparada a las 500,000 ovejas que ellos crían. Las islas Georgias y Sándwiches del sur son paraísos ecológicos donde solo residen multitudes de pingüinos y aves y mamíferos marinos.

Desde que a inicios del siglo XVI Américo Vespucio divisó a las Malvinas, España, Francia, Reino Unido y Argentina han enviado allí algunos pocos colonos. En 1776 los castellanos echaron a los británicos, quienes en 1831 restablecieron su autoridad sobre éstas, aprovechándose que dos años antes buques norteamericanos destruyeron un penal y un enclave de Argentina.

En 1914 este fue el único territorio americano que fue escenario de una batalla naval entre alemanes y británicos. En 1982 la dictadura militar argentina invadió a las Malvinas. En dicha guerra murieron unos 650 soldados argentinos y más de 250 británicos.

A pesar de que este conflicto tuvo relativamente poca duración y bajas y se dio en una zona tan marginal y despoblada del planeta, sus efectos sobre la política mundial se hicieron sentir.

La desgastada primera ministro británica Thatcher usó dicha victoria para arremeter exitosamente contra los poderosos sindicatos de su país conduciendo a la peor derrota del laborismo británico y creando las bases del nuevo modelo monetarista y de privatizaciones que luego serviría de ejemplo para el resto del mundo y como una palanca que permitió colapsar al bloque soviético. En el caso argentino condujo a la caída de la junta y allí y en América Latina a consolidar la apertura liberal del sistema político y económico.

Hoy las Malvinas vuelven a ser escenario de pugnas. Lo que enciende la mecha allí es el inicio de exploraciones petrolíferas. Tanto Cristina Kirchner como Gordon Brown han perdido mucha popularidad interna y requieren mostrar firmeza ante sus electores.

Sin embargo, hay varias diferencias con el escenario de hace 28 años. No se ven posibilidades inmediatas de guerra, pero Argentina se siente envalentonada por el respaldo que ha tenido de la cumbre latinoamericana y caribeña (incluyendo la de 12 miembros americanos de la Commonwealth y de 10 islas regidas por la reina británica) y por la manera en el cual la alianza anglo-americana se haya empantanada por la recesión y por las guerras en Irak y Afganistán.

Los 3,000 habitantes de las Malvinas (o Falklands en inglés) tienen ciudadanía británica aunque no votarán en las cruciales elecciones generales británicas de Mayo. Sin embargo, si la tensión se acentúa, es posible que estas islas se conviertan en uno de los tópicos electorales obligando a los candidatos a querer competir entre ellos mostrando mayor patriotismo y dureza ante los reclamos argentinos.

Comunidad Latinoamericana excluye a Honduras, Canadá y Estados Unidos


Por Isaac Bigio

El 23 de febrero fue creada la Comunidad de Estados Latino Americanos y Caribeños (CELAC). Esta agrupa a todos los 35 países americanos independientes, excepto a las dos potencias que tienen una mayor área y economía (EEUU y Canadá) y a Honduras (a quien la CELAC quisiera integrar cuando esta pequeña nación cuente con un presidente que sea reconocido por ellos).

Por primera vez todos los Estados de Sud y Centro América se unen en torno a un ente común. Hasta hoy los países de dicha región habían tenido bloques subregionales (como las comunidades andina, centroamericana, o caribeña, el Mercosur y el ALBA) y como conjunto solo se habían asociado a potencias del hemisferio norte.

Cuando el mundo quedó polarizado entre Washington y Moscú, América Latina co-fundó en 1948 con y detrás del primero a la Organización de Estados Americanos (OEA), entidad que siempre debió marchar bajo la hegemonía norteamericana a punto de que nunca cuestionó a ninguna intervención militar que la Casa Blanca hubiese hecho y le respaldó en la suspensión de Cuba.

Cuando EEUU ganó la guerra fría EEUU permitió que los países americanos de habla hispana y portuguesa desarrollasen desde 1991 cumbres anuales de mandatarios junto a sus ex potencias coloniales (España y Portugal). La Comunidad Iberoamericana pudo adoptar cierta independencia ante la Casa Blanca (como al integrar a Cuba, cuyo comandante Fidel Castro fue junto al rey español su más asiduo participante) pero en lo general aceptaba el modelo del nuevo liberalismo del Consenso de Washington.

Cuando la uní polaridad norteamericana empezaba a ser cuestionada por la emergencia de nuevas fuerzas (como China, Rusia, India, Irán o Europa), América Latina fue buscando desarrollar más puentes con la Unión Europea buscando mejores lazos comerciales con Europa y utilizar a ésta para poder renegociar su tradicional aguda dependencia ante Washington. En 1999 se desarrolló la primera de cinco cumbres con la Unión Europea en la que también se integraron los países de habla inglesa y holandesa del Caribe.

A medida de que los EEUU se han venido empantanando en las guerras antiterroristas, que China amenaza con quitarle el puesto de ser la mayor potencia económica o industrial, y que América Latina se ha ido dotando de nuevos gobiernos izquierdistas en un nivel nunca antes visto, se han generado las condiciones para la creación de esta nueva Comunidad que une a las Américas pero sin EEUU y Canadá.

La CELAC estará sujeta a dos presiones polares. Una la que ejercen México, Colombia, Perú, Chile, Panamá, Costa Rica y otros países pro-EEUU (quienes quieren un ente que colabore con Washington y que no cuestione los TLC con éste). Otra es la que persigue el ALBA (quien quisiera que este ente sepulte y remplace a la OEA). El país más grande del nuevo bloque (Brasil) debe servir como puente entre ambos y Chávez ha propuesto que Lula, cuando deje la presidencia brasilera, asuma la jefatura de la CELAC.

Tuesday, February 16, 2010

Cuba ofrece ayuda sanitaria al mundo


Por el Doctor James Thompson

Traducido por Cubadebate

Cierto día de 1962, cuando yo tenía unos diez años, estaba jugando en el patio de un amigo del vecindario en Tulsa, Oklahoma. Mi amigo tenía una disputa con su madre y me sorprendió cuando este le gritó a la señora: “¡Voy a enviarte a Cuba!”. Como norma se tenía la creencia de que Cuba era el peor lugar de la Tierra y al gritarle semejante cosa a su madre, se podía interpretar como una de las peores cosas imaginables que podían decirse.
Cuarenta y ocho años más tarde me fui a Cuba para averiguar por mí mismo. Formé parte de una delegación de profesionales de la salud que visitó la Isla del 8 al 18 de enero de 2010 para estudiar los servicios de salud cubanos. La delegación fue organizada por la agencia de viajes Marazul, una de las pocas con licencia EE.UU. para facilitar los viajes de los ciudadanos norteamericanos a Cuba.
Después de casi 50 años, todavía están prohibidos los viajes de los ciudadanos de EE.UU. a la Isla. Cuba es el único país en el mundo al que los ciudadanos de EE.UU. no pueden viajar libremente.
Y Cuba, como muy bien me expresó una mujer cubana, “no es el cielo, pero tampoco es el infierno”.
Nuestra delegación, integrada por las organizaciones Witnesses for Peace y el Grupo de Trabajo para América Latina en calidad de consultores, recorrió numerosos centros de salud en La Habana y algunos centros de salud rurales en Puerto Esperanza. Muchas de nuestras reuniones se produjeron en el Centro Martin Luther King, Jr. en La Habana. Al lado de este Centro se encuentra la Iglesia Bautista Ebenezer. Asistimos a los servicios de iglesia, que fueron muy gratificantes. La gente es muy amable. El sermón se centró en la liberación de la opresión. Los asistentes a la iglesia estaban muy emocionados y nos abrazamos y enlazamos nuestras manos durante el servicio. Había un verdadero sentido de la solidaridad con los seres humanos que luchan por una vida mejor expresada durante los servicios.
Mucho se ha escrito acerca de que el gobierno cubano restringe los servicios religiosos, pero no observamos nada de eso. Visitamos varias iglesias católicas, la iglesia bautista y una iglesia Pentecostal. En Cuba, la atención a la salud se considera un derecho de la misma manera que considera como un derecho la educación. El cuidado de la salud y de la educación se proporciona a todos los ciudadanos sin ningún costo. Yo estaba impresionado por el amor y los cuidados de salud que nos encontramos. No he visto largas colas en los consultorios, a pesar del hecho de que las asistencia de los médicos es pro-activa y salen a los barrios para ayudar a los pacientes necesitados. Créalo o no, hay médicos de familia con visitas habituales a los domicilios en cada barrio. Hacen hincapié en la prevención como en tratamiento.
También visitamos la famosa Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM), cerca de La Habana, donde los estudiantes extranjeros se capacitan para ser médicos sin costo algunos para los estudiantes y sus familias. Allí hay estudiantes de los EE.UU. y nos reunimos con ellos. Los cubanos exigen que los estudiantes que ellos aceptan en la escuela de Medicina se comprometan a regresar a sus comunidades después de graduarse y a servir a las poblaciones subatendidas, es decir, a los pobres y a las minorías. Anteriormente, en el edificio de la ELAM funcionaba una academia naval, que por decisión del gobierno se convirtió en una escuela de Medicina.
Los cubanos han enviado a unos 135 000 profesionales de la salud a más de 100 países de todo el mundo. Naciones como Venezuela y Haití, así como muchos países de Sudamérica y África son los destinatarios de los médicos formados en Cuba. Cuba sostiene un programa de intercambio con Venezuela, en el que la Isla aporta los médicos a cambio de petróleo venezolano, que ha sido beneficioso para ambos países.
Los cubanos también suelen poner un gran énfasis en la cultura y en la historia. El Palacio Presidencial que ocupó el dictador Fulgencio Batista, ha sido transformado en un museo. Una de las mansiones de Batista es ahora una academia de baile. Los edificios que rodean la casa de Batista, que antes eran cuarteles, están siendo utilizados como escuelas.
La delincuencia es prácticamente inexistente y resulta seguro caminar por las calles de La Habana en todo momento. La gente es muy amable y servicial y parecía genuinamente interesada en conversar con los estadounidenses. Conocí a un anciano afro-cubano que había vivido en los EE.UU. durante 26 años y decidió regresar a Cuba para jubilarse. Nos encontramos a dos mujeres de los EE.UU. que decidieron mudarse a Cuba, donde viven con sus esposos cubanos.
Actualmente existe una legislación en el Congreso destinada a levantar la prohibición de viajar a Cuba. La versión de la Cámara es la HR 874 y la versión del Senado es la S428. Este es el momento para que las personas en contacto con sus congresistas expresen sus opiniones sobre esta cuestión.
Parece irónico que en los Estados Unidos, una nación que se enorgullece de ser “libre”, sus ciudadanos no pueden viajar a este hermoso país, distante a sólo 90 millas de nuestras costas.

James Thompson, Ph.D. es psicólogo en Houston.

Thursday, February 4, 2010

Lobo, ¿feroz?



Por Isaac Bigio


El conservador Porfirio Lobo juró como nuevo presidente de Honduras. A su acto de posesión asistieron sólo los mandatarios de Panamá, República Dominicana y Taiwán, ex gobernantes derechistas de El Salvador y Bolivia y dos importantes secretarios de EE.UU. (el de América Latina: Valenzuela y el del hemisferio Occidental: Kelly). Colombia, Costa Rica, Perú, Israel y Guatemala reconocen las elecciones, las mismas que han sido cuestionadas por la mayor parte de la comunidad latinoamericana y mundial. Canadá y EE.UU. ansían que Honduras vuelva a la OEA para lo cual piden un gobierno de unidad nacional y una comisión de investigación.

Antes del cambio del mando, el Parlamento hondureño (el mismo que avaló el cuartelazo a Zelaya) aprobó una amnistía a quienes hicieron y a quienes recibieron el golpe. Fruto de ello Zelaya viajó para exilarse a Santo Domingo.

La presión de las dos potencias norteamericanas y de los gobiernos más pro EE.UU. puede hacer que se vaya archivando el veto a Honduras. El nuevo presidente izquierdista de El Salvador estaría abierto a restablecer relaciones con su vecina Honduras y Chile podría dar tal paso tras la elección de su nueva administración.

Los principales polos oponentes a la readmisión hondureña son los encabezados por México, Brasil y Venezuela, quienes no quieren dar ninguna luz verde a nuevos golpes en la región.

A lo que apuesta Obama es a presionar a Zelaya para que se ‘ablande’, ‘modere’ y entre a una transacción que legitime al nuevo gobierno hondureño. Lobo, pese a su feroz programa de restablecer la pena de muerte, pretende ser visto como el buen pastor que reconcilie al rebaño nacional.

El mal de Mel


Por Isaac Bigio


Mel Zelaya dejó su refugio en la embajada brasileña de Honduras para exiliarse en Santo Domingo. El así se ha convertido en el primer presidente latinoamericano en lo que va de esta década en: 1) haber sido derrocado y reemplazado por el líder del Parlamento; 2) haber retornado a su país para asilarse en una embajada (generalmente ocurre lo inverso, los perseguidos primero se refugian en una embajada para luego salir del país); y 3) haber sido embarcado hacia el exterior por el nuevo mandatario apenas se hubo posesionado en el cargo.

El golpe a Zelaya contó con el rechazo unánime de la comunidad internacional, que se unió en demandar su restitución. La OEA, que pidió readmitir a Cuba, transformó a Honduras en su único miembro suspendido.

Pese a ello, a las diversas presiones sociales y al hecho de que Zelaya usó la embajada brasileña como base para soliviantar a la población a que se levante, él no retornó a Palacio. Hoy, no le queda más que aceptar su fracaso.

El mal de Mel tuvo varios factores.

Él no tuvo la fuerza social que tuvo Chávez cuando en el 2002 revirtió el cuartelazo que le hicieron. Tampoco contaba con sindicatos radicalizados (tipo Bolivia o Ecuador) o con una guerrilla. Los gobiernos que le apoyaron (en particular la ALBA) no quisieron enviar tropas para ayudarle a restablecer su autoridad.

En vez de querer una sublevación violenta, él buscó una salida pacífica y confió en las gestiones de Oscar Arias, quien quiso ganar tiempo hasta terminar avalando las elecciones convocadas por el mismo gobierno que él acusó de "golpista".

En Honduras Mel fue maldecido por los 5 poderes que mantuvieron cierta cohesión en su destitución (el Legislativo, el Judicial, el militar, el mediático y el empresarial). EE.UU. jugó un rol doble (de palabra condenaba el "golpe" pero en los hechos buscaba que fracase el pro chavista Zelaya).

Los zelayistas tienen dos opciones. Una es la de buscar una transacción con el nuevo gobierno a fin de pedirles puestos públicos, reformas o una nueva Constitución. La otra es seguir desarrollando una oposición social que busque explotar los errores del nuevo gobierno conservador para pedir su caída o reemplazarlo electoralmente.