Por Isaac Bigio
Entre Buenos Aires y Londres hay una centenaria disputa por el control de 3 archipiélagos que están cerca a la Antártida. A 480 kilómetros al sudeste de la Patagonia están las Malvinas. 1,390 kilómetros más al sudeste quedan las Georgias del sur y 640 kilómetros aún más al sudeste están las Sándwiches del sur.
La gran mayoría de estas islas están deshabitadas. Solo las Malvinas tienen pobladores nativos, los cuales apenas son unas 3,000 personas, una exigua cantidad comparada a las 500,000 ovejas que ellos crían. Las islas Georgias y Sándwiches del sur son paraísos ecológicos donde solo residen multitudes de pingüinos y aves y mamíferos marinos.
Desde que a inicios del siglo XVI Américo Vespucio divisó a las Malvinas, España, Francia, Reino Unido y Argentina han enviado allí algunos pocos colonos. En 1776 los castellanos echaron a los británicos, quienes en 1831 restablecieron su autoridad sobre éstas, aprovechándose que dos años antes buques norteamericanos destruyeron un penal y un enclave de Argentina.
En 1914 este fue el único territorio americano que fue escenario de una batalla naval entre alemanes y británicos. En 1982 la dictadura militar argentina invadió a las Malvinas. En dicha guerra murieron unos 650 soldados argentinos y más de 250 británicos.
A pesar de que este conflicto tuvo relativamente poca duración y bajas y se dio en una zona tan marginal y despoblada del planeta, sus efectos sobre la política mundial se hicieron sentir.
La desgastada primera ministro británica Thatcher usó dicha victoria para arremeter exitosamente contra los poderosos sindicatos de su país conduciendo a la peor derrota del laborismo británico y creando las bases del nuevo modelo monetarista y de privatizaciones que luego serviría de ejemplo para el resto del mundo y como una palanca que permitió colapsar al bloque soviético. En el caso argentino condujo a la caída de la junta y allí y en América Latina a consolidar la apertura liberal del sistema político y económico.
Hoy las Malvinas vuelven a ser escenario de pugnas. Lo que enciende la mecha allí es el inicio de exploraciones petrolíferas. Tanto Cristina Kirchner como Gordon Brown han perdido mucha popularidad interna y requieren mostrar firmeza ante sus electores.
Sin embargo, hay varias diferencias con el escenario de hace 28 años. No se ven posibilidades inmediatas de guerra, pero Argentina se siente envalentonada por el respaldo que ha tenido de la cumbre latinoamericana y caribeña (incluyendo la de 12 miembros americanos de la Commonwealth y de 10 islas regidas por la reina británica) y por la manera en el cual la alianza anglo-americana se haya empantanada por la recesión y por las guerras en Irak y Afganistán.
Los 3,000 habitantes de las Malvinas (o Falklands en inglés) tienen ciudadanía británica aunque no votarán en las cruciales elecciones generales británicas de Mayo. Sin embargo, si la tensión se acentúa, es posible que estas islas se conviertan en uno de los tópicos electorales obligando a los candidatos a querer competir entre ellos mostrando mayor patriotismo y dureza ante los reclamos argentinos.
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