Son reprimidos al impedir su cruce a México
Trump amenaza militarizar la frontera y suspender ayuda a Centro América
Por Bruno G. Gallo
“Las caravanas de inmigrantes no son un fenómeno nuevo”, recuerda la
organización humanitaria Amnistía Internacional, “viajar en grupo es una manera
de protegerse durante un trayecto por México que está lleno de peligros”. Desde
hace décadas, emigrantes de Honduras, El Salvador o Guatemala dejan sus países,
arrasados por la violencia y la pobreza, con la intención de pedir asilo en
Estados Unidos. ¿Por qué entonces el interés especial con la
caravana de casi 5.000 centroamericanos que acaba de llegar a México?
Primero, porque el presidente estadounidense, Donald Trump, ha
convertido en su prioridad máxima frenar la llegada ilegal de inmigrantes y
expulsar o hacer la vida más difícil a los que ya viven aquí.
Segundo, porque no sabe cómo hacerlo: fracasó cuando intentó
endurecer las leyes migratorias pese a tener mayoría en ambas cámaras del
Congreso; fracasó al intentar separar a familias en la frontera; fracasó al
intentar mantener a los inmigrantes encerrados hasta su cita con un juez de
inmigración; fracasó a la hora de reducir el atasco en estas cortes; y ha
fracasado, fundamentalmente, a la hora de disuadir la llegada de inmigrantes a
la frontera: cada vez son más.
Eso, a menos de tres semanas de unas elecciones parlamentarias
decisivas (si los demócratas recuperan el Senado, Trump tendrá las manos atadas
el resto de mandato), ha provocado fuertes tensiones dentro de la
Casa Blanca, propuestas cada vez más duras (como militarizar la
frontera o volver a separar a niños de sus padres), y diatribas
enfebrecidas (como culpa a los demócratas de la caravana).
¿Dejarán de llegar caravanas a la frontera? Naciones Unidas ha
recordado hoy que nadie huye de su país porque quiere, y que la mejor manera de
respetar los derechos humanos de quienes se ven obligados a hacerlo es
asegurarse de que no tengan que emigrar (mejorando sus condiciones de seguridad
y la economía en sus países), y de que si lo hacen tengan vías legales para
conseguirlo.
¿Qué les espera a estos inmigrantes en Estados Unidos? El
Gobierno ha insistido en los últimos meses a los inmigrantes que acudan a los
puertos de entrada en la frontera, donde pueden solicitar asilo, en vez de
intentar cruzar ilegalmente. Y ello pese a que, según admite el Departamento de
Seguridad Nacional, están colapsados por la llegada masiva de personas, y por
los nuevos procesos de control (toma de huellas dactilares, etcétera) puestos
en marcha.
Aquellos que decidan cruzar de forma ilegal, con o sin ayuda de
coyotes, se enfrentan a un riesgo cierto para sus vidas, tanto si cruzan el
desierto como si lo intentan por el río. La Patrulla Fronteriza ha advertido
además de que cada vez son más los grupos de inmigrantes, incluidas familias
con niños, abandonados a su suerte por los coyotes, que ponen en riesgo
sus vidas al dejarlos solos en el desierto. Trump, por su parte, ha afirmado
que enviará al Ejército para reforzar la frontera.
Los que decidan ajustarse a la legalidad e intentar pedir asilo los
puertos de entrada, deberán pasar primero la prueba de miedo creíble (aproximadamente
nueve de cada 10 lo consiguen).
Obtienen así derecho a presentar su caso ante una corte de
inmigración: aunque muy poco logran finalmente asilo (sólo se concede a uno de
cada cinco), el colapso actual provoca retrasos de varios años, durante
los que los inmigrantes pueden trabajar y hacer su vida en Estados Unidos, bajo
vigilancia de las autoridades migratorias, pero sólo para, en muchos casos, ser
expulsados sin piedad.
Además, algunos deberán llevar grilletes para estar siempre
localizados, y otros ni siquiera serán puestos en libertad, teniendo que
esperar a comparecer ante un juez desde un centro de detención y con acceso
limitado a abogados.
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