Por
Joel Ortega Juárez
El
presidente Andrés Manuel López Obrador nos deja un país quebrado.
La
vida cotidiana es un desastre para la inmensa mayoría de los mexicanos.
Solamente los grandes capitales, los militares, la casta de burócratas y los
familiares del presidente y los capos de los grupos del llamado crimen
organizado, viven como marajás.
La
desigualdad es ahora mayor que hace 6 años. La violencia es peor que la de un
país en guerra. La corrupción es desmesurada. La salud está en la peor
situación de décadas, ha disminuido la promesa de vida 4 años. La educación es
un desastre nacional, en todos sus niveles.
El
presidente López Obrador le impuso a su “corcholata” preferida el llamado plan C, con 20 reformas que
implican someter a la Suprema Corte de Justicia; adueñarse del poder
legislativo al eliminar la representación de las minorías, con la coartada de
reducir la Cámara de Diputados de 500 a 300 diputados, es un canto de las
sirenas de reducir el número de parásitos, cuando en realidad lo que se
pretende es una Cámara de Diputados de
integración de tipo totalitario, donde las minorías queden casi fuera de ese
poder.
La
demagogia, llamada populismo, consiste en poner en manos de una sola persona el
inmenso poder de una presidencia imperial restaurada.
La
esquizofrenia está a su máxima expresión. El verdadero PRIAN está en MORENA.
Cada día se va un alto burócrata del PRI o del PAN a MORENA.
A
pesar de eso hay cazadores de brujas usando las viejas etiquetas, para condenar
a los “apestados” que seguimos combatiendo al poder priista, ahora reciclado en
MORENA.
Los
patos disparan a las escopetas, buena parte de la diáspora del salinismo, llama
a votar por Claudia Xóchitl, disfrazados de comunistas. Eso es hacer lo
contrario a lo que hicimos y por lo que luchamos en 1968 y el 10 de junio de
1971. Sigue vigente combatir la restauración del viejo priismo, que pretende
instaurar el presidencialismo del viejo régimen, en las 20 reformas del llamado
PLAN C.
Nunca
sirve de nada confundir las utopías con las fantasías infantiles, el desafío
actual no es poner fin al capitalismo, haciendo proclamas de lugares comunes y
evadiendo el combate a un gobierno antipopular, como ocurre con algunos grupos
del marxismo dogmático. En los hechos esas posturas favorecen al bloque más
antidemocrático, hoy agrupado en la alianza MORENA, Partido del Trabajo y
Partido Verde cuya candidata a la presidencia es Claudia Sheinbaum.
Es
una falacia considerar que tenemos ante nosotros la disyuntiva de “consolidar
los cambios contra los privilegios de la Cuatro T o que regresen sus beneficiarios,
de la “mafia del poder”.
En
estos años no hubo ningún cambio.
El
capital siguió en las mismas manos, sobre todo el gran capital, todos ellos
aliados del presidente e incluso sus patrones verdaderos.
Se
aplicó una política económica neoliberal.
No
se produjeron inversiones en la industria o el campo.
Surgieron
fenómenos como el “uberismo” y el gobierno no realizó el menor intento por
establecer normas del más mínimos respeto a las condiciones laborales de
cientos de miles de personas que trabajan en esas condiciones de precariedad,
sobre todo jóvenes y muchas mujeres.
Claudia
Sheinbaum apoya y tiene todo el apoyo de todos los sindicatos, algo que no
ocurrió ni en la peor época del charrismo, es una candidata contraria a los
trabajadores.
La
promesa de justicia para las víctimas de las masacres de Tlatelolco, Jueves de
Corpus y Guerra Sucia fue una gran estafa, el presidente se encargó de hacer
todo lo posible con su inmenso poder para exculpar a los criminales militares.
Claudia Sheinbaum no se propone cambiar esa política, todo lo contrario, entre
sus principales cuadros esta Omar García Harfuch nieto de Marcelino García
Barragán e incluso una nieta de Gustavo Díaz Ordaz. No ha desmentido al
presidente quien afirma que el ejército es inocente de la matanza de
Tlatelolco.
El
colmo de la estafa fue el caso Ayotzinapa. El gobierno de AMLO adoptó
prácticamente el llamado “informe histórico de Murillo Karam” y se enfrentó a
los padres de familia y a los del Grupo de Expertos Internacionales. De manera
insolente AMLO obligó a renunciar a Karla Quintana como presidenta de la
Comisión Nacional de Búsqueda de Personas, porque se negó a rasurar el “padrón
de desaparecidos”, como se lo pidió Alejandro Encinas por órdenes de AMLO.
Militarizar
muchos aspectos de la vida nacional es una política profundamente reaccionaria.
Resulta
insostenible descalificar la candidatura de Xóchitl Gálvez con el “argumento”
de que es la candidata del “viejo régimen” y de la “derecha”. Cuando los oligarcas están en el gobierno de
AMLO y en MORENA hay más priistas que en la franquicia PRI.
Se
trata de una gran coartada para esconder el saqueo realizado durante estos años
por los gobernantes, sus socios y sus familiares, además de sus turbios nexos
con el narco.
Hace
24 años fuimos capaces de derrotar al PRI e iniciar un proceso de cambios de
tipo democrático, no veo porque no podamos echar fuera a estos priistas
vulgares y obscenos.
Es
la hora de tomar decisiones.
No
sirve a nadie, más que a los oligarcas, los charros sindicales, los caudillos
clientelares, los militares criminales, los gringos y los narcos, practicar la
política del avestruz, a nombre de un “discurso” “radical” y “clasista”.
Es
hora de ir a las urnas y votar contra la restauración del autoritarismo con
máscara estatista y nacionalista.
El
dilema es opresión o libertad, como dijo Xóchitl Gálvez en su gran discurso del
día 19 de mayo en el zócalo.
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