Mucho antes de llegar Barack Obama a la Casa Blanca las expectativas de que el cambio sería inmediato eran muy grandes. Pero ahora el cambio no es tan fácil como se pensaba.
En unos cuantos días es imposible cambiar la política tradicional ejercida por los presidentes anteriores, enfatizando que todos han sido blancos y provenientes de los círculos ya sea conservadores, de influencia o ligados a la estructura política y económica del imperio.
Las administraciones anteriores gobernaron la nación desde la perspectiva de una mentalidad blanca, de ver a los grupos étnicos, como ven a los que no son de raza blanca, como unos peones de trabajo duro o unos que han logrado llegar a altos puestos, gracias a los cambios logrados por las luchas de derechos civiles.
El cambio que busca Obama tomará más tiempo de lo que uno esperaba. Ya que ese cambio debe reflejar una atención a las necesidades reales de la población, que aunque la mayoría siga siendo de piel blanca, las inmigraciones de todo el mundo y la mezcla de razas, ahora ‘América’ tiene un rostro diferente. Uno lo pudo notar en las imágenes de la ceremonia de posesión de Obama. Los rostros de piel morena, amarilla, oscura, rojiza y blanca tapizaron la capital de la nación para ser testigos de la historia.
La segunda minoría racial de mayor crecimiento es la población de origen hispana. Para el año 2010 de seguro el censo mostrará una población hispana que supere los 40 millones de personas, aun a pesar del regreso de inmigrantes a sus países debido a la crisis económica del país.
Obama, tiene en el Congreso una muralla republicana sin ganas de ceder, comentarios de periodistas, blancos conservadores, deseando que fracase y quizá sus buenas intenciones de hacer el cambio se queden cortas al finalizar sus cuatro años de gobierno. Obama tendrá que dar concesiones o ceder a las presiones republicanas para poder abrir paso a sus justas intenciones para el cambio.
Con respecto a Latinoamérica, si el continente espera que Obama cambie la política imperialista de Estados Unidos hacia Cuba, Brasil, Venezuela o Bolivia; está totalmente equivocada. Obama será el Ejecutivo, pero no controla el poder legislativo, ni las finanzas privadas, ni las inversiones de las empresas en el extranjero.
Los que piensen que con Obama, Estados Unidos será una nación que se incline a las ideas de Hugo Chávez, a las de Raúl Castro, están equivocados. Estados Unidos, con Obama o sin él, seguirá siendo un país imperialista. Las naciones que se sienten poderosas de expulsar a embajadores o nacionalizar empresas transnacionales, fortalecen la política imperialista de presión y de sanciones, ahí tenemos el caso de Cuba. Casi cinco décadas de bloqueo y veamos cómo viven los cubanos.
Obama ofreció en su discurso de apertura, que el mundo musulmán dejara de culpar a occidente de sus problemas y que los países hostiles a ‘América’ abrieran su puño para iniciar una nueva línea de diálogo. ¿Lo harán? Si lo hacen, sería excelente, pero se les acabaría a sus gobiernos la pólvora incendiaria de demagogia y retórica antiimperialista.
Estados Unidos con una nueva política exterior de dejar ser el águila devoradora de países pobres, podrá abrir los mercados donde estos están cerrados y sanar las heridas ocasionadas por su actual política de intervención en los países latinoamericanos.
Habrá que esperar que Obama siembre su propia semilla y ver si está da fruto, como la que sembró hace cuatro décadas Martin Luther King Jr., con su grandioso sueño que se hizo realidad con Obama en la Casa Blanca.
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