"No aprobaré jamás que ningún hijo del país se una a una nación extranjera para humillar a su patria". —General José de San Martín, 1821
Extrañas cosas están pasando en la política exterior de Estados Unidos: el viaje del subsecretario de Estado, John Negroponte a la América Latina pasó prácticamente desapercibido en los grandes medios de comunicación a diferencia de anteriores giras de otros altos funcionarios norteamericanos. No hubo análisis ni comentarios, y Negroponte optó un perfil bajo, haciendo declaraciones cautelosas y evitando provocar polémica.
¿Entonces, cuál fue el propósito de su viaje a
John Negroponte, quien en la década de los 80 sembró terror a sangre y fuego en Centroamérica, admitió hace un año a la revista Time que su país hará todo lo posible para mantener a la América Latina en su "esfera de interés e influencia, y para esto Estados Unidos fortalece sus operaciones de espionaje a niveles sólo comparables con los de la Guerra Fría". Negroponte enfatizó que su país ha dado prioridad a la "inteligencia humana" reclutando espías entre los ciudadanos latinoamericanos y aumentando la presencia del personal de inteligencia, diplomáticos, agentes antinarcóticos, FBI, etc.
Es seguro entonces que sus espías locales le alertaron al sub secretario de Estado, en este su viaje, que el presidente colombiano Álvaro Uribe no podrá mantener por mucho tiempo las actuales "relaciones carnales" con Norteamérica porque está descubierto el vínculo del gobierno colombiano con los escuadrones de la muerte de los paramilitares y el aumento del narcotráfico, lo que inducirá al Congreso estadounidense de postergar la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC) con Colombia y reducir el dinero para el "Plan Colombia". Tal es la situación de desesperación de Uribe, que su ministro de defensa, Juan Manuel Santos exhortó a la Unión Europea "aportar el dinero y recursos para la lucha contra la guerrilla y narcotráfico".
Mientras Colombia se complica cada vez más para los Estados Unidos, Ecuador, bajo el mando de Rafael Correa ya tomó el rumbo hacia la soberanía nacional marcando clara distancia con Norteamérica. En su visita a este país, y en medio de un repudió nacional a su presencia, John Negroponte fracasó rotundamente ya que no pudo convencer al presidente ecuatoriano de revertir su decisión de no firmar un TLC con EE.UU. ni acuerdos antidrogas. También fue notificado de la negativa del gobierno ecuatoriano de extender dos acuerdos vitales para los intereses de Estados Unidos. El primero vence en 2009 que autorizaba a militares estadounidense operar la base militar del puerto de Manta y el segundo resguardar intereses de las empresas norteamericanas.
Después de los baldes de agua fría en Ecuador, el subsecretario de estado pudo finalmente a relajarse en el Perú con el presidente ex antiimperialista Alan García, el `Carlos Menem de turno` que quiere regalar los abundantes recursos naturales de su país por un puñado de dólares a Estados Unidos, asegurando de paso su futura seguridad financiera personal. No es de extrañar que la futura base norteamericana en reemplazo a la de Manta estuviera en tierra Inca. En su primer gobierno ya tuvo un escándalo nacional cuando permitió sin la autorización del Congreso la presencia de tropas norteamericanas en la selva peruana. Así son los lacayos. Felizmente, su tiempo de existencia es muy corto. Todo llega a su final y las relaciones carnales se agotan rápidamente. América Latina ya tomó rumbo y ningún Negroponte con sirvientes de manos manchadas de sangre, pueden cambiarlo.
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