Fotos sacadas de archivos periodísticos
En 1975, unos años después de las matanzas de 1968 y 1971, el presidente Luis Echeverría visitó la UNAM en lo que para los estudiantes fue un acto de cinismo y una agresión. Por eso se organizaron protestas y durante el acto los estudiantes tomaron la tribuna a través de Joel Ortega Juárez, de la Facultad de Economía, que impugnó y cuestionó a Echeverría.
Por JOEL
ORTEGA JUÁREZ
Recordar es vivir, dice el dicho, también
es morir un poco, Carlos Fuentes decía que las fotografías eran una muerte en
vida.
50 años después de la impúdica invasión del
presidente Luis Echeverría Álvarez (LEA)
a la UNAM, muchas cosas han muerto,
entre ellas el mismo LEA a los 102 años.
Una buena parte de los actores de ese episodio también murieron, tristemente
está renaciendo el modelo político echeverrista desde el sexenio de AMLO.
Las libertades políticas libraron batallas fundamentales en esa época, las más importantes durante los movimientos de 1968 y el 10 de junio de 1971, en ambos participé intensamente, por ello me opuse con todas mis fuerzas a la visita del presidente Echeverría a la UNAM. La inmensa mayoría del movimiento estudiantil también se opuso. En las izquierdas no fue así, el PCM acordó en lo oscurito dialogar con LEA. Incluso dos importantes militantes de ese pequeño partido, entonces sin derechos electorales, Evaristo Pérez Arreola y Raúl Moreno Wonche eran oradores designados para el acto en el auditorio de Medicina, la gente los repudió y no pudieron hablar.
Un pequeño grupo de estudiantes, acompañado
de algunos maestros, rompimos el silencio inicial dentro de un auditorio
compuesto por estudiantes acarreados con la promesa de obtener su servicio
social en la Ciudad de México, trabajadores del STEUNAM y decenas de miembros
del Estado Mayor y las siniestras policías políticas como la DFS comandada por
Gutiérrez Barrios, Nazar Haro y demás criminales.
Muchas prácticas del echeverrismo están
renaciendo, su discurso estafador nacionalista-estatista, los acarreos
multitudinarios con tintes patéticos, como la escena del selfi con Andy dando
la espalda a la presidenta con A y trágicos como los muertos en el autobús en
Oaxaca.
¿Que ha hecho posible la restauración del
siniestro echeverrismo?
Considero, desde entonces, que es producto
de la más larga hegemonía ideológica en el planeta, la manipulación política ideológica
cultural del grupo vencedor de la revolución mexicana que derrotó al ala
radical del villismo y el zapatismo.
Esa sangre, esa genética es la que nutre
las venas, el pensamiento y los modos de ser de los gobiernos de la llamada Cuarta
Transformación.
A esa perversa dominación me enfrenté el 14
de marzo de 1975, cuando asalté la tribuna gracias a la valiente presión de
centenares de universitarios principalmente estudiantes. Una parte del movimiento,
los que llamábamos ultras optaron por hacer un mitin en la rectoría, aunque al
final se trasladaron al auditorio de Medicina, al término del acto invasor de
LEA , un estudiante le lanzó un proyectil al presidente, conocido como la
pedrada, el que la lanzó fue Enrique Toledo quien me autorizó a decirlo cuando
muriese. Por esa audaz acción sufrió una salvaje persecución que lo obligó a
salir del país, el daño que sufrió Enrique le produjo muchas alteraciones en su
cabeza que le causaron la muerte.
Tuve la fortuna de no caer preso, ni ser
torturado, ni mucho menos eliminado como muchos otros opositores a Echeverría
durante la llamada guerra sucia, considero que lo logré por la generosa solidaridad del movimiento
estudiantil y de muchos amigos y
compañeros como Héctor Castro de radio
UNAM quien retransmitió mi discurso por
esa estación, por Pablo Gómez Álvarez que publicó mi discurso en un periódico
como inserción pagada del PCM a pesar de la oposición de algún burócrata , a
Enrique Semo que me escondió en su casa
de Cuernavaca, así como decenas de compañeros que me dieron su apoyo valiente.
50 años después los desafíos para la
libertad son muy grandes. La presidenta ha conseguido prácticamente eliminar el
sistema de tres poderes de los regímenes republicanos, ha fortalecido al
corporativismo sindical a niveles nunca
antes vistos, ni siquiera en los años del charro mayor Fidel Velázquez, se ha
impuesto la cargada completa, la sumisión al gran capital, la militarización ,
la penosa subordinación a Trump y la complicidad con los cárteles del llamado
crimen organizado con hechos siniestros como los recién descubiertos campos de exterminio en Jalisco y Matamoros.
El episodio de hacerle frente al presidente
Echeverría durante su gestión desde el movimiento, lo hice sin ningún tipo de fuero o cargo en la
estructura del gobierno o del estado, no era ni diputado, ni senador ni nada de
eso, era, eso sí, un orgulloso sobreviviente de las masacres de Tlatelolco y
San Cosme.
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