Por: Armando García
Lo hicieron con palabras de repudio al gobierno tipo fascista del mandatario Gustavo Díaz Ordaz quien por su interés de que se celebraran los juegos olimpicos en completa paz, sacrifico con el ejercito, policía, provocadores y grupos de francotiradores dispararon a una población indefensa compuesta de estudiantes y pueblo en general en la Plaza de las Tres Culturas ocurrida el 2 de octubre de 1968.
La mayor parte de los culpables, o ya están bajo tierra, o algunos son ancianos en agonía, protegidos contra cualquier investigación para castigarlos por sus acciones, a pesar que ya judicialmente se reconoce que en Tlatelolco hubo un genocidio.
Los líderes vivientes del movimiento, recuerdan con anécdotas de lo acontecido, otros con señalamientos de desahogo y a veces de frustración. Otros, muchos, que ni siquiera habían nacido en el 68, salieron a las calles a manifestarse a ocasionar trifulcas infundadas.
No importa como se conmemore la Noche de Tlatelolco, la historia de México y de cierta parte del mundo, se divide en antes y después de 1968.
Gracias a ese movimiento, después de poco más de tres décadas, se logró que se acabara la dictadura de partido, se acabó el “dedazo” y el “tapado” presidencial. Tuvo que haber sacrificios de vidas como la ocurrida el 10 de junio de 1971 y el asesinado del candidato presidencial Luis Donaldo Colosio en marzo de 1994.
La diversidad política, la apertura de la libertad de prensa, el acceso a la información publica por parte de la ciudadanía, la libertad de manifestación y de asociación, que se vive en la República Mexicana, son fruto del movimiento estudiantil de 1968.
Pero a pesar de los frutos, han surgido nuevas consignas, nuevas denuncias, nuevas luchas. El 68 siempre vivirá en las conciencias de los mexicanos que aman la libertad y justicia social.
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