viernes, 22 de marzo de 2013

A 20 años de la muerte de Cesar Chávez



 
Por Armando García

Todos los pueblos han tenido un caudillo que ha luchado por que la justicia llegue a los más necesitados, a los parias, a los desamparados, a los que con su sudor y su trabajo edifican la riqueza de las sociedades en las que le tocó vivir.

Algunos de esos caudillos, pocos lograron su objetivo, otros fueron cegados al principio o a la mitad del camino y muchos con ahínco levantaron la bandera de su lucha y han seguido adelante.

El dramaturgo alemán Bertolt Brecht dijo que “Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida, esos son imprescindibles”.

Una de esas personas, los que lucharon toda su vida y su legado sigue vivo, gracias a quienes tomaron el liderazgo de su lucha y de otros que gracias a su ejemplo caminan por el sendero de la lucha social, está muy cerca de nosotros, del pueblo inmigrante, del campesino, del obrero, del estudiante, me refiero al extinto líder campesino César Chávez.

A 20 años de su muerte, la vida que llevó César Chávez sigue siendo escuchada en muchos rincones del país, y en otros ha querido ser borrada de los libros de la historia. Manifestaciones se realizan por todo el país honrando su nombre y levantando la bandera de lucha por conseguir una reforma migratoria.

César, es nuestro caudillo en Estados Unidos, principalmente del campesinado. Consiguió lo que muchos fallaron por mucho tiempo, formar un sindicato, una unión, un movimiento que sentó el ejemplo del estilo de lucha necesario en este país para conseguir conquistas laborales, dignas de un ser humano.

Para los que tuvimos la fortuna de trabajar cercanamente con él, César nos mostró el camino sin violencia de la lucha por la justicia social. Algo difícil de concebir por muchos llamados revolucionarios que su meta es derrocar por la vía armada a los gobiernos, la oligarquía, la burguesía en el poder.

César logró que las grandes empresas agrícolas se doblegaran ante la presión del boicoteo a los productos agrícolas, un arma económica, infalible, que afectó directamente a la riqueza de los poderosos, los intocables, de los influyentes en todos los aspectos de nuestra sociedad.

César logró abrir los ojos a una sociedad que el alimento que uno se lleva todos los días a la boca, fue cosechado por alguien que no tiene suficiente para comer y menos para sostener a su familia. La sociedad estadounidense supo de la miseria, la desesperación, la angustia del campesinado a través del boicoteo, al ver como miles de campesinos llegaron a las grandes ciudades a pedirles a los consumidores que no compraran uvas o lechuga, porque estaban manchadas de explotación, marginación y humillación.

César dijo que el sufrimiento del campesino no tiene precio, pero logró que los agricultores cedieran en compensar ese sufrimiento al mejorar las condiciones de trabajo.

El movimiento campesino que él empezó, sembró la semilla de los logros actuales de los hispanos en todos los ámbitos de la sociedad estadounidense. Sin sus enseñanzas y su ejemplo, hubiera sido casi imposible que la población inmigrante, los estadounidenses de origen hispano, tomaran conciencia del momento que les tocó vivir y supieran cuál camino tomar para ser reconocidos en una sociedad hostil y discriminatoria hacia la raza de bronce.

Cesar dijo en 1984 que muchos en puestos prominentes de una alguna manera u otra estaban conectados a la lucha campesina. Ya sea por no comer uvas o lechugas boicoteadas, o hubieran participado en una marcha o línea de protestas en tiendas o supermercados.

César ya no está físicamente con nosotros. La consigna de ¡Sí se Puede! que se escuchó desde los surcos del campo hasta las ciudades, ahora se escucha en todo el mundo y hasta el Presidente Obama la utilizó ampliamente en su primera campaña electoral. Y la sigue usando cuando se encuentra ante los hispanos de este país.

Su lucha no debe olvidarse, debe ser conocida en todos los rincones del país y además la lucha debe seguir, ya que campesino que César organizó, la mayoría ya no está con nosotros. Nuevas generaciones de mano de obra joven llega a los campos, a las fábricas, a las ciudades, provenientes de América Latina y de otras partes del mundo. Algunos recogerán las conquistas de César, otros son y serán explotados y humillados por sus patrones y discriminados por la sociedad que siempre lo ha mirado con malos ojos. Pero las enseñanzas de qué se debe hacer, y cómo se puede ganar, ya están escritas, simplemente hay que ponerlas a la práctica. Ya no hay que reinventar la rueda, simplemente hay que tomar el timón y seguir adelante sin dar marcha atrás.

Las luchas por la reforma migratoria, por reformas laborales, se pueden ganar sin violencia. Sigamos el ejemplo de César Chávez y de todos aquellos que siguen su legado.

Armando García es un periodista independiente y es colaborador de varios medios impresos y en internet. Fue el corresponsal y columnista  de Conexión Hispana en San Ángelo, Texas y director de medios de Finding Produtions en Los Ángeles, California. Trabajó como corresponsal de la agencia española “EFE” y de la “Hispanic Press News Agency” en Washington, DC. Además ha sido colaborador de la revista “Latino Leaders” y fue reportero bilingüe en los periódicos La Prensa y Rumbo de San Antonio, Texas y editor general de los semanarios Imágenes y La Farándula además director de Relaciones Públicas del sindicato United Farm Workers Union en el estado de California y fungió como editor-reportero del semanario ¿Qué Pasa? En Charlotte, NC. Editor y fundador de Nuestra América News Magazine.

 

 

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