Por
Armando García
Con el fallecimiento del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, se cierra una etapa de la lucha de los pueblos latinoamericanos para salir de la
desigualdad social en la que se encuentran. Y se abre una era donde se elija un sucesor que continúe
con el legado del extinto mandatario o, si uno de sus opositores más acerrimo
de la oligarquía, llega a tomar el poder en abril próximo, peligraría la nación
venezolana al instaurarse nuevamente un gobierno con política agradable y
entreguista a los Estados Unidos de América.
No hay lugar a duda que Chávez fue amado por muchos al considerarlo un revolucionario por desafiar
los designios de Washington al aliarse a regímenes izquierdistas en el
Caribe, Centro y Sudamérica y por abrir mercados comerciales con los enemigos del
imperio estadounidense. Los que lo amaron agradecen y disfrutan los logros
sociales que Chávez
obtuvo para los sectores más
pobres de Venezuela.
Para otros fue odiado, considerándolo un dictador totalitario, acusándolo de hacer de Venezuela
una copia de la sociedad cubana con muchas carencias debidas al bloqueo y
embargo económico que ha padecido por más de medio siglo. En los reportes periodísticos del pasado 5 de
marzo y en los días sucesivos, se veía a un pueblo en luto, mientras que las voces
anti comunistas, anti revolucionarias, anti socialistas, anti bolivarianas, brillaban
por ausencia.
Chávez
fue uno de los mandatarios que ayudó economicamente y con insumos a países,
como Cuba, para combatir bloqueos y
presiones externas que limitaban el desarrollo de sus pueblos. Fue la figura de
unidad entre las naciones que optaron buscar el desarrollo con o sin el
consentimiento de Estados Unidos. Chávez tomó como
bandera a Simón
Bolivar, al Che Guevara y hasta Fidel Castro que lo coinsideraba como padre de
la revolución en el continente latinoamericano.
Chávez
pasó a la historia al intentar crear el socialismo del Siglo XXI, influenciado
con una fe Cristiana no común
y restringida en algunos países socialistas, aprendiendo y evitando los errores
de los regímenes marxista-leninistas, cuyos modelos en la práctica real, no han
funcionado de acuerdo a la teoría de ese modo de producción. Chávez quizo hacerlo buscando
reelegirse cada vez que la constitución se lo permitía, intentando cambiar a
una sociedad y la mente de una población
mayoritaria acostumbrada a vivir en la pobreza y a una minoría oligarca, cuyos
privilegios fueron amenazados por las reformas, cambios y expropiaciones que Chávez hizo
en 14 años en el poder, y se quedó corto
en su intento, porque la muerte lo atrapó y ahora su camino deberá ser tomado por otros dentro
de la revolución bolivariana y, si el capitalismo toma nuevamente el poder, por
desgracia su lucha habra sido en vano por una sociedad justa, libre de ataduras imperalistas y entreguistas
a intereses de unos cuantos en detrimento de la mayoría de la población.
Descanse en paz, Hugo Chávez.
¡Hasta Siempre!
Armando García
es un periodista independiente. Fue el corresponsal y columnista de Conexión Hispana en San Angelo, Texas y director
de medios de Finding Produtions en Los Ángeles, California. Trabajó como
corresponsal de la agencia española “EFE” y de la “Hispanic Press
News Agency” en Washington, DC. Además ha sido colaborador de la revista “Latino
Leaders” y fue reportero bilingüe en los periódicos La Prensa y Rumbo
de San Antonio, Texas y editor-reportero del semanario ¿Qué Pasa? En Charlotte,
NC. Editor y fundador de Nuestra América News Magazine. Es colaborador en varios medios en internet.
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