martes, 7 de junio de 2016

Fallece Helen Chávez esposa de César Chávez






 Keene, Calif. —Después de haberse casado en 1948, Cesar Chávez regresaba a casa después de experimentar una nueva injusticia mientras trabajaba arduamente en los campos, y le diría a su esposa Helen, “alguien tiene que hacer algo al respecto”. Helen Chávez alimentó el sueño de su esposo de organizar a campesinos. Ella y sus ocho hijos renunciaron a un estilo de vida de clase media en 1962, acogiendo la vida de pobreza voluntariamente para apoyar los esfuerzos de su esposo. A principios de los años en algunas ocasiones al regresar a casa a Delano, Califa. Después de estar días de viaje sintiéndose solo y desmoralizado, sin haber reclutado a alguien a su nueva unión, ella lo alentaba diciéndole, “Cesar, tienes que tener fe en dios y que lo que estás haciendo es lo correcto”. Él se sentía mejor, volvía a salir a intentarlo de nuevo.
Helen Fabela Chávez, de 88 años, quien jugó un papel vital en ayudar a su esposo a crear lo que fue la primera y duradera unión de campesinos en la historia de Estados Unidos—y lo mantuvo durante 31 años que él lidero La Unión de Campesinos de América—falleció por causas naturales el lunes 6 de junio en el hospital San Joaquín en Bakersfield, rodeada de sus 7 hijos que le sobreviven, 31 nietos y 16 bisnietos.
Helen, una mujer humilde de Delano, utilizó su fuerte determinación para ayudar a cambiar la vida de miles campesinos y otros millones de personas que fueron inspiradas por La Causa. Nació llamándose Helen Fabela el 21 de enero del 1928 en un pueblo en Valle Imperial Valley de Brawley, sus padres Eloisa y Vidal Fabela—uno de los coroneles de Pacho Villa durante la revolución mexicana—la familia se mudó pronto se trasladó a un establo convertido a casa en el racho Myers a las afueras de McFarland cerca de Delano. Ella trabajó mucho en el campo con su familia.
Helen tenía ocho años en el 1936, cuando la familia se mudó a Delano. Su padre falleció cuando ella tenía 12 años, dejando a su madre sola criando a sus seis hijos. Siendo una buena estudiante, Helen dejo la escuela preparatoria de Delano en su segundo año, para ayudar a mantener a la familia. Ella trabajó en los campos y empacadoras de DiGiorgio Fruit Corp. Helen se le conocía por disfrutar bailando el Jitterbug con sus amigas—incluyendo a Richard Chávez, el hermano menor de Cesar Chávez—los sábados por la noche en el salón Honorifica mexicana el oeste de Delano.
Helen conoció a Cesar a mediados de la década de 1940 dentro de una tienda de batidos de malta en la esquina de la calle 11 y Glenwood en Delano. Empezaron a cortejarse mientras ella trabajaba en la tienda People’s Market y se casaron en 1948, después de su baja de la Marina de EE.UU. Los Chávez tuvieron ocho hijos: Fernando, Sylvia, Linda, Eloise, Anna, Paul, Elizabeth y Anthony. Helen y sus hijos se mudaban con frecuencia por todo California con ssu esposo, mientras el organizaba capítulos de la Organización de Servicio a la Comunidad un grupo de derechos civiles de 1952 a 1962.
Cesar y Helen decidieron dejar el confort de su clase media en el este de Los Angeles en 1962, y se mudaron a una casa pequeña de dos cuartos en 1221 de la calle Kensington en Delano, para empezar a organizar a los campesinos. Al sacrificar su salario regular, fue un momento de privación extrema. Muy a menudo Helen tenía que criar a los hijos sola mientras Cesar estaba viajando. Ella regreso al trabajo del campo mientras Cesar organizaba de arriba abajo en el gran Valle Central del estado; los fines de semana Cesar y algunos de los hijos mayores la acompañaban.
Tranquila y humilde, pero con firme determinación y fuerza de voluntad, Helen no hablaba en público, pero mantuvo convicciones profundas. ¿En septiembre de 1965, mientras la Unión Latina de Cesar debatió si unirse a una huelga de la uva que empezó ese mes por miembros de la unión en gran parte filipina, Helen en su manera tranquila y sensata determino el debate al preguntar, “Somos una unión o no”?
Durante la huelga de la uva de Delano, Helen se unió a las líneas de piquete de las viñas antes del amanecer y después trabajaba todo el día administrando la Unión Crediticia de los Campesinos por más de 25 años antes de jubilarse. Presto más de 20 millones a miembros campesinos al paso de los años. Durante este periodo no solo crio a sus hijos, sino que también fue madre adoptiva para muchos voluntarios jóvenes que venían a Delano y tiempo después a La Paz, la sede en Keene, Calif., para trabajar en el movimiento. A Helen se le conocía por sus habilidades en la cocina y su buena comida. Cocino para un sin número de eventos de la unión y convecciones al igual que bodas, bautizos, comida de acción de gracias y navidad para los voluntarios del movimiento que no podían llegar a casa. Al igual que todo el personal de la unión, incluyendo a Cesar, Helen ganaba $5 a la semana más comida y alojamiento.
Una persona genuinamente modesta, Helen tenía un acuerdo con Cesar: Ella dejo que su esposo se convirtiera en una figura internacionalmente pública y que él respetara su privacidad. Helen nunca habló en eventos públicos ni ofreció entrevistas a reporteros.
Aun así, estuvo con Cesar en una audiencia privada con el papa Pope Paul VI en el Vaticano en el 1974. Ella aceptó una medalla póstuma presidencia; de libertad, el mayor honor civil, del presidente Bill Clinton en la Casa Blanca en 1994. Bautizo la USNS de Cesar Chávez, el último de la clase Clark al más reciente Lewis and Clark el buque de carga seca el 5 de mayo de 2012 en San Diego. Saludó el presidente Obama el 8 de octubre de 2012, cuando fue a Keene para conmemorar el monumento nacional de Cesar E. Chávez, la unidad 398 del Servicio Nacional de Parques.
Al alejarse de la tumba de su esposo en Keene del brazo del presidente, Helen tan frágil le pregunto al Sr. Obama, “¿Señor presidente usted me prometerá que hará algo al respecto a la reforma migratoria? “Si, Sra. Chávez”.  Le contestó, “Si lo hare señora Chávez”.
Helen conoció a Anthony Quinn, Coretta Scott King, Robert Ethel Kennedy, Charlton Heston, Valerie Harper, Martin Sheen entre muchos más. Pero disfrutaba más pasar las tardes de los sábados con su familia y amigos disfrutando de una parrillada y de una cerveza fría Olympia escuchando canciones clásicas y rancheras, y ocasionalmente echándose un grito.
Su humildad consistente, altruismos, heroica tranquilidad y perseverancia ardiente estuvieron en el Corazón del movimiento que ella ayudó a construir.


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