Por Armando García
El 23 de marzo pasado se cumplieron
24 años del crimen que estremeció a México, el asesinado en 1994 del candidato
presidencial Luis Donaldo Colosio Murrieta Colosio fue el candidato del Partido
Revolucionario Institucional (PRI), quien fue asesinado en la ciudad de
Tijuana, Baja California Murrieta, según la versión oficial, por dos disparos
del arma que provino de las manos de Mario Aborto, quien contaba con 23
años de edad.
El trágico incidente ocurrió en el
barrio Lomas Taurinas, una de las muchas ciudades perdidas en la ciudad
fronteriza, Colosio fue asesinado poco después que pronunciara un discurso
inherente a su campaña política.
México ha siso sacudido varias veces
por crímenes políticos, algunos no llegaron
a grandes titulares; pero éste, el de Colosio, dolió a todos. Dolió, porque
Colosio en realidad era considerado el candidato del cambio, tan deseado, tan
esperado, por todos los mexicanos. Su muerte fue un duro golpe a las
aspiraciones de aquellos que habían fincado su futuro en la casi inminente
elección de Colosio a la Presidencia de la República.
Colosio contaba al morir 44 años de edad y un futuro
de lo más promisorio en la vida política de México. El candidato se había
definido a sí mismo como partidario de la paz. Sus propias palabras así lo
atestiguan: "No creo que a base de balas y tiros se pueda lograr la
paz... Paz es fruto de la justicia" Las ironías de la vida; fue
a base de balas que él mismo cayó.
Colosio quería el cambio. Estaba consciente de que en México se hacía fraude
electoral y de que no existía la democracia. De él mismo nació el proponer las
medidas de ajuste necesarias para poner fin a los abusos y anomalías que otros priistas
liberales ya habían detectado y querido eliminar.
Una de las anomalías consistía en utilizar los recursos del pueblo para costear
las campañas electorales del PRI, siendo que un hecho de esta naturaleza
implicaba el pagar las costosas recepciones, banquetes, guirnaldas, arcos
triunfales, y el enorme despliegue de fuerzas de protección para el candidato y
muchas veces para sus seguidores y acarreados. Practica que sigue siendo
utilizada en nuestra época.
El Lic. Colosio quiso poner la muestra de
lo que él consideraba correcto en un país democrático, y le costó muy caro,
pagándolo con su propia vida.
“Su muerte cimbró a México, sacudiendo las conciencias, como ocurre con todos
estos terribles acontecimientos de esa magnitud”, señaló a este periodista en
el 2004 la Cónsul General de México en San Antonio, Texas, la Embajadora Martha
Lara
Aburto, el presunto asesino, está
purgando una condena, pero el pueblo mexicano todavía está esperando que el
autor o autores intelectuales del asesinato, sean detenidos y condenados a
prisión. Para la sociedad mexicana está muy claro que tuvo que haber intereses
creados, ya que por las declaraciones del mismo asesino -algunos lo consideran
solitario- y del ambiente políticos que vivía el país en esa época que,
solamente se puede deducir que hubo un actor o actores intelectuales.
La campaña de Colosio era de carácter netamente popular, él mismo se
definía como un elemento de la generación del cambio. Evidentemente alguien no
estuvo de acuerdo, pero la interrogante sigue en el aire, ¿de dónde vino el
golpe? ¿A quién culpar del abominable crimen?
“Una persona detenida en la cárcel nunca puede levantar el agravio que se
cometió en contra de la nación mexicana”, me recalcó hace una década la
Embajadora Lara. “Creo que será una herida que llevaremos a través de la historia”.
Hace 23 años escribí que
Colosio con sinceridad y sin la demagogia caracterizante de los candidatos del
PRI se dio a conocer por sus palabras contra la "arrogancia de las
oficinas gubernamentales"; de haber visto a un "México con
hambre y sed de Justicia" y de que había "que recuperar
nuestra iniciativa" y de que se debería "responder
ante las injusticias" y de "Queremos unas elecciones
limpias". En el lugar de su muerte, minutos antes del atentado dijo:
" Un gobierno responsable es el que sirve a todos" y de que
"queremos un gobierno que este cerca de la gente”.
Vuelvo a recordar, diez años después, que el enemigo del pueblo mexicano
no era el Lic. Colosio. El culpable de la miseria y la situación que vive
México no era Luis Donaldo Colosio. El enemigo es el sistema, no la
persona escogida para ser su mensajero y sucesor. No aquel que
abiertamente denunció los males de su país, ni su campaña para renovar lo
podrido. Colosio dijo en su último discurso que en lugar de hablar de competencia
política en su campaña se debería mejor hablar de la "incompetencia
política" que predominaba en México y que para muchos todavía
continúa en estos tiempos.
Ha pasado ya poco más de
dos décadas del atentado contra una vida humana. Una vida que por el
momento histórico que le tocó vivir, sin lugar a dudas, logró sembrar la
semilla para que México empezara a dar frutos en materia electoral, en materia
partidista, en materia de atender los problemas desde un punto de vista de
mayor responsabilidad y menos demagogia desde las instituciones mismas del
gobierno.
Pero esos cambios han
sido traicionados por la administración priista actual que tiene una deuda histórica
muy grande con el pueblo mexicano al volver a un pasado ya superado como es el
entregar el patrimonio nacional a intereses extranjeros y a la oligarquía
nacional.
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