Mariana Pineda fue condenada a muerte y ejecutada en Granada el 26 de mayo de 1831 por no querer delatar a sus compañeros liberales que luchaban contra el gobierno absolutista de Fernando VII. Tras su ejecución, Mariana se convertiría en una mártir por la libertad.
Nació el 1° de septiembre de 1804 en el
seno de una familia noble en Granada, pero quedó huérfana a los quince meses,
por lo que su tío paterno, José Pineda, se hizo cargo de ella tomándola en
custodia.
A los quince años, contrajo matrimonio con
Manuel Peralta y Valle, destacado miembro de la Logia Masónica y muy cercano al
Conde Teba y a su Círculo Constitucionalista, lo que la hizo partidaria de los
grupos liberales y al final la llevaría a ser ejecutada por el gobierno
absolutista.
Federico García Lorca se basó en su
historia para escribir el drama teatral que eterniza el nombre de la dama, obra
que se estrenó el 24 de junio de 1927 en Barcelona, con vestuario diseñado por
Salvador Dalí, que causó una verdadera sensación.
El drama empieza con un prólogo donde unas
niñas cantan el romance sobre Mariana Pineda, ataviadas con diseños de Dalí muy
apegados a la época de 1860 y luego se extiende por la vida de la protagonista,
que García Lorca divide en tres etapas.
Para esa época, había una gran
inconformidad, porque el rey Fernando VII había optado por el Absolutismo.
Luego de su retorno al poder en 1813, decidió que la Constitución de 1812-apodada
La Pepa porque fue promulgada el Día de San José, 19 de marzo de ese año-
debería ser derogada y eliminar muchas de las libertades que tal legislación
concedía.
Los liberales, desde luego, se opusieron de manera total a los absolutistas y
esto dio lugar a un conjunto de luchas internas que de nada valieron.
Tras nueve años de reinado, en 1823,
Fernando dio comienzo a lo que los liberales denominaron la Década Ominosa,
período en el que los integrantes de esa colectividad fueron oprimidos de
diversas maneras y aplastados con mano de hierro todos los intentos de
protestas o levantamientos.
Mariana Pineda, ya a los dieciocho años,
estaba muy metida en la política participando de lleno con los liberales a
quienes incluso escondía en su propia casa cuando eran perseguidos por el
régimen.
En 1828, Mariana ayudó a escapar de la
cárcel a un primo de su padre, el general Fernando Álvarez de Sotomayor,
acusado de conspirador por lo cual fue condenado a muerte.
La dama, dándose cuenta de que los prelados
tenían entrada libre al penal, aprovechó el momento y le entregó a su pariente
unos hábitos sacerdotales, ataviado con los cuales, Álvarez de Sotomayor pudo
escapar.
En su drama, García Lorca cuenta que más
tarde, Mariana, enamorada de un revolucionario de Granada, Pedro de Sotomayor,
elaboró para él una bandera liberal con la consigna Ley, Libertad, Igualdad.
Se dice que todo fue una persecución
desatada contra liberales y masones por el alcalde de Mondoñedo y después de
Granada Ramón Pedrosa, que le había exigido a Mariana delatar a los demás
miembros de la célula revolucionaria a la cual ella se negó de manera enfática,
-Nunca una palabra indiscreta escapará de
mis labios- había dicho ella.
Pedrosa, la quien requería de amores, le
rogó que aceptara su ofrecimiento y revelara los nombres de sus compañeros. La
dama se negó a todo y fue condenada a muerte.
De manera inmediata un grupo de ciudadanos
influyentes de Granada le exigieron al rey Fernando el indulto, para nada
sirvió.
El 26 de mayo de 1831, Mariana fue
conducida hasta la que hoy se llama la Plaza de la Libertad y vestida con las
ropas que usaban los ajusticiados les pidió a sus verdugos que no le quitaran
las ligas para "no llegar al patíbulo con las medias caídas".
Ante la mirada del público, sufrió la
ejecución en silencio y con un crucifijo entre las manos.
Ahí empezó la leyenda. El pueblo convirtió
a la dama en una heroína, en el símbolo de la libertad y Federico García Lorca,
en su drama teatral, la mostró como el paradigma de la valentía, al negarse a
ponerse de rodillas ante el absolutismo del monarca.
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