lunes, 1 de septiembre de 2008

Migración y desarrollo: lecciones de la experiencia mexicana




Por: Myriam Grajales-Hall


DAVIS – (UC)— La relación entre la migración internacional y el desarrollo ha llamado la atención de los gobiernos y organizaciones internacionales, tales como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo. De acuerdo con algunas de estas organizaciones, las remesas son un recurso fundamental para el desarrollo de los países no industrializados emisores de migrantes.
México ha sido con frecuencia mencionado como ejemplo paradigmático de esta relación positiva; sin embargo, para expertos en la materia como Raúl Delgado-Wise, de la Universidad Autónoma de Zacatecas y Luis Eduardo Guarnizo, de la Universidad de California en Davis, este punto de vista – presente en la mayoría de los pronunciamientos públicos sobre el tema – refleja una noción muy particular sobre el desarrollo y no aborda las causas principales que se ocultan bajo el extraordinario dinamismo que caracteriza, hoy día, a la migración laboral entre Estados Unidos y México.
Los efectos de la migración sobre el desarrollo de los países de origen dependen de factores estructurales de gran envergadura en los que los dos fenómenos se encuentran integrados.
“El caso de México sirve como un ejemplo clásico porque ilustra cómo el proceso de integración regional entre México y Estados Unidos, moldeado por el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (TLC), ha acrecentado las asimetrías entre los dos países, incrementando, por ende, la migración hacia los Estados Unidos y la dependencia de México en las remesas”, señalan Delgado-Wise y Guarnizo en un estudio sobre el tema.

La relación entre la migración y el desarrollo

Los catedráticos explican que la mayoría de los estudios sobre la relación entre migración y desarrollo ponen énfasis en el primer componente, pues consideran a la migración como un factor independiente y al desarrollo de los países de donde provienen los migrantes, como un proceso dependiente, en parte, de los recursos e iniciativas de los inmigrantes.
No obstante, prevalecen dos interpretaciones contrastantes en este esquema analítico:
Uno es el llamado círculo vicioso. Desde esta perspectiva, la migración no es percibida como una posible promotora del desarrollo en los países de origen. “Por el contrario, se le asocia con varios efectos adversos, como la inflación, fragmentación del sistema productivo, abandono de las actividades económicas y despoblamiento, los cuales, a su vez, fomentan la migración”, dicen Delgado-Wise y Guarnizo.
El segundo es el círculo virtuoso. En el caso de procesos migratorios maduros, caracterizados por redes sociales consolidadas y organizaciones de inmigrantes, los connacionales que trabajan en el extranjero son concebidos como elementos potenciales para el desarrollo local, regional y hasta nacional. Esta concepción incluye un amplio, y muchas veces contrastante, rango de perspectivas analíticas que enfatizan el papel positivo de las remesas y/o de las organizaciones de inmigrantes. Una de esas perspectivas, que cuenta con una importante influencia política, ve a esta conexión como una oportunidad para promover una postura neoliberal, “con una cara humana”. Un segundo enfoque, conocido como “transnacionalismo desde abajo”, percibe a los migrantes que se interesan en apoyar a sus lugares de origen como agentes potenciales del desarrollo local y regional.
Pero de acuerdo con los expertos, la relación entre la migración y el desarrollo luce bastante diferente si el énfasis se pone en el lado del desarrollo. Este giro analítico invierte el raciocinio sobre el planteamiento. La principal pregunta ya no es “¿cómo afecta la migración al desarrollo del país de origen”, sino “¿cuáles condiciones, a nivel local, nacional e internacional generan y mantiene la migración, a qué costo y en beneficio de quién?”
“Este cambio de perspectiva puede también producir recomendaciones políticas diferentes al revelar factores estructurales ocultos que sustenten y exacerben la migración internacional”, escriben en su reporte Delgado-Wise y Guarnizo, citando un estudio del economista Humberto Márquez.

El modelo de exportación de mano de obra barata de México

Los expertos aseguran que la forma en la que México ha sido incorporado a la órbita del sistema económico de Estados Unidos, particularmente bajo el TLC, es fundamental para el modelo de desarrollo que sigue el país azteca.
Lo que domina en México –contrario al exitoso caso de la producción manufacturera para la exportación – es la exportación de mano de obra barata y en su mayor parte, muy poco capacitada. Este modelo, que a su vez ha jugado un importante papel en la reestructuración de la economía de Estados Unidos, opera a través del vínculo y combinación de tres mecanismos:

Las plantas ensambladoras de la industria maquiladora, con conexión a procesos internacionales de producción de las transnacionales estadounidenses pero que tienen un nivel muy bajo de integración con la economía mexicana.
1. El sector de la maquila disfrazada o pseudomaquila, conformado por plantas manufactureras con procesos de producción relativamente más complejos que las maquiladoras (ejemplo, sectores automotrices y electrónicos), pero que operan bajo el mismo sistema.
2. La creciente fuga de mano de obra de México. Este es el resultado de la naturaleza cada vez más estrecha y precaria del mercado laboral de México.
En el caso de las maquiladoras, el beneficio que dejan a México es limitado, pues debido al alto nivel de componentes importados, que representan hasta un 80 por ciento del valor de exportación, los beneficios se limitan a los salarios. Por ende, el valor real es la exportación de mano de obra, a pesar de que la ubicación física de los trabajos es local –algo así como una exportación de la fuerza laboral descorporalizada de México.

El carácter asimétrico de la integración económica México-Estados Unidos

En su reporte, Delgado-Wise y Guarnizo citan a la economista Sandra Polaski, quien ha destacado que dentro de la economía de México, el modelo de exportación de mano de obra ha llevado a un sector manufacturero fragmentado, una economía estancada y un mercado laboral formal cada vez más reducido e inseguro.
Este ambiente ha desencadenado un crecimiento sin precedentes en la migración laboral hacia los Estados Unidos durante las pasadas dos décadas. De acuerdo con el Consejo Nacional de Población (CONAPO) de México, alrededor de 575,000 mexicanos cruzan la frontera norte anualmente. Y de acuerdo con el Banco Central de México, en 2006 las remesas de migrantes mexicanos hacia su país sobrepasaron los 21,000 millones de dólares.

La aparición del desarrollo basado en la remesas

Para Delgado-Wise y Guarnizo la fragilidad de la economía mexicana es resultado de su dependencia estructural en la economía estadounidense y en un nivel mayor, de la vulnerabilidad inherente de depender de una ventaja comparativa estática y de corto plazo: la exportación de mano de obra barata.
Además, debido a que las remesas ahora rivalizan en tamaño con las maquiladoras y seudo maquiladoras como elementos centrales del crecimiento en México, el modelo de exportación de mano de obra barata está convirtiéndose en un modelo de desarrollo basado en las remesas. Por lo que, la estabilidad socioeconómica del país ha generado un grado serio de dependencia estructural de éstas.
Por otra parte, las remesas, segundo ingreso nacional después del petróleo, representan un recurso para la subsistencia familiar de más 1.6 millones de hogares mexicanos, lo cual ha evitado en parte un mayor avance de la pobreza y marginalización social.
Pero los expertos aseguran que el suministro de mano de obra de México no durará para siempre. De hecho, existe una creciente tendencia hacia la despoblación en ese país. En la actualidad, un 34 por ciento de las municipalidades mexicanas muestran tasas de crecimiento negativo y una creciente dependencia en las remesas.

Las soluciones

Delgado-Wise y Guarnizo mantienen que el debate político acerca de la migración de mexicanos en Estados Unidos no puede ignorar la creciente presencia de éstos y la importancia que tienen en la vida social, económica, política y cultural de esa nación. Para los expertos, es importante que los políticos de ambos lados de la frontera se sientan obligados a tomar en cuenta los siguientes factores en la reorientación de su enfoque:

• Cooperación para el desarrollo. En el contexto de una integración económica regional, se necesita una cooperación bilateral dirigida a enfrentar las causas de la migración y que reemplace la política migratoria de ambos países dominada ahora por preocupaciones sobre la seguridad nacional.
• Un respeto total por los derechos laborales y humanos de los trabajadores.
• La incorporación de la diáspora mexicana al proceso de desarrollo de su país de origen.
Para concluir, Delgado-Wise y Guarnizo, aseguran que el modelo de exportación de mano de obra barata ha impuesto a la sociedad mexicana costos insostenibles en lo económico, social y político. El abordar las diferencias estructurales con los Estados Unidos podría prevenir que las principales causas de la migración y sus efectos nocivos en ambas naciones se agraven.

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