Por Armando García
Con el nuevo arresto del narcotraficante Joaquín ‘Chapo’ Guzmán Loera,
el gobierno mexicano está de fiesta. La detención del criminal más buscado del
mundo borra de un tajo la recién mala imagen que el país del águila y la
serpiente ha tenido en estos tiempos.
Aunque es un punto positivo el hecho que solamente le tomó seis meses al
gobierno de Enrique Peña Nieto en recapturar al conocido narcotraficante,
rompiendo un record de sus predecesores, la opinión del pueblo mexicano está
dividida.
Hay quienes piensan que el detenido no sea el verdadero ‘Chapo’, otros
opinan que tanto su detención en el 2014, al igual de su fuga en el 2015 y
ahora su detención son tintes detractores para alejar a la opinión pública de
los asuntos graves que aquejan al país.
Habrán detenido al capo mexicano y sus cómplices. Hablaran del éxito de
la operación de inteligencia y el decomiso de armas, vehículos y aeronaves.
Pero no se ha dicho de quienes lo ayudaron a escapar en el 2015. ¿Dónde están
las autoridades penales, judiciales, que intervinieron en su escape?
Con el ‘Chapo’ nuevamente tras las rejas en el mismo penal de donde se
escapó el año pasado, evento que hasta ya se hizo una película catalogando el
hecho como ‘El Escape del Siglo’, y hasta se habla de que Guzmán Loera antes de
sus captura había charlado con actores y actrices para la realización de una película
autobiográfica, charla que ayudo a la localización del legendario personaje.
Ahora surge una pregunta, ¿podría Guzmán en ese penal cumplir su
condena? Es decir que no sería extraditado a los EE.UU. ya que en realidad no
existe confianza en el sistema penitenciario mexicano.
A días de su captura, la cancillería mexicana y la procuraduría están
enviando mensajes de una extradición, aunque sus abogados vociferen que en
México hay leyes que lo mantengan en territorio nacional, pero aquí surge otra
pregunta: ¿Acaso México estaría dispuesto a pasar la vergüenza de una tercera
fuga? Le sería mucho más cómodo cruzarse de brazos, agachar la cabeza y acatar
a las peticiones de extradición presentadas por la justicia estadounidense para
ser juzgado y sentenciado en el Coloso del Norte.
Las manos de su extradición queda en las manos del gobierno de México
que aun a última hora podría oponerse a la extradición cubriéndose con tintes
de orgullo patriota e integridad y profesionalismo de sus instituciones.
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