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Por Armando García
En este año electoral
el proselitismo de todos los candidatos se concentrará en los siguientes
asuntos: La guerra contra el terrorismo internacional, la recuperación de la
confianza a los Estados Unidos por la comunidad mundial, la seguridad interna
del país, contrarrestar a una nueva recesión y por no dejar al último en importancia,
nuevamente el asunto tan importante de una reforma a la ley de inmigración y
nacionalidad.
Hay que reconocer que tradicionalmente
las leyes de inmigración han cambiado casi cada 10 años, pero desde la administración
de ex mandatario Bill Clinton los cambios se han estancado y no ha habido poder
legislativo o ejecutivo que las haya podido sacar del atolladero y eso ha sido
por la demagógica frase republicana de que ha sido por la: Seguridad Fronteriza
y más ahora por el temor de que el extremismo islámico penetre por la frontera
Sur o por algún puerto de entrada descuidado por parte de las autoridades de protección
en las fronteras, litorales, aeropuertos; etc.
Los incidentes en San
Bernardino, Ca, en Filadelfia, Boston MA, Sacramento, Ca; etc. perpetrados por
personas simpatizantes con el actual grupo ISIS en Medio Oriente han hecho más difícil
una legislación aprobable de una reforma migratoria que integre a toda la población
inmigrante que no tiene regularizada su legalidad en el país.
Hay que decir que la frontera
con México ha sido la más atacada y culpada por todos los problemas migratorios
en Estados Unidos. Las puertas fronterizas se abren y se cierran dependiendo de
la situación económica y la necesidad de mano de obra barata por parte de las
empresas estadounidenses, aun a pesar que las leyes laborales migratorias exigen
que se pague el sueldo que prevalezca en cada industria en la ocupación de
trabajadores extranjeros.
Cada vez que Estados
Unidos tiene problemas internos, le ha echado la culpa a la ilegalidad de los
inmigrantes. En los años de la depresión, EE.UU. deportó masivamente a
indocumentados y hasta ciudadanos de origen mexicano. Durante la Segunda Guerra
Mundial les abrió la puerta para la fabricación de armamento y levantar
cosechas. A la mitad del Siglo XX, se realización la ‘Wetback Operation’, donde
se fue casi hogar por hogar para expulsar a los ‘indeseables’ y se creó el
explotable programa bracero. En los años 70s a los indocumentados se les
catalogó ser la ‘invasión silenciosa’. En los 80s, el presidente Ronald Reagan legalizó
a unos tres millones. El mandatario Bill Clinton puso más restricciones de admisión
y de expulsión de extranjeros.
Ningún candidato tiene
la solución perfecta de reformar la ley de inmigración. En su momento la tuvo el
Presidente Obama y consiguió que el Senado aprobara una reforma casi integral,
pero La Casa de Representantes al mando de los republicanos ha bloqueado toda
buena intención de hacerla ley.
Si el republicano Donald
Trump llega a la Casa Blanca y, cumple sus promesas de campaña de deportar a
todos los indocumentados, regresaremos a los tiempos de los años de la depresión
y de las redadas masivas que en su tiempo aterrorizaron a las comunidades de
latinos en este país.
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