sábado, 9 de enero de 2016

Editorial: El terrorismo de la deportación



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Por Armando García

En este año electoral el proselitismo de todos los candidatos se concentrará en los siguientes asuntos: La guerra contra el terrorismo internacional, la recuperación de la confianza a los Estados Unidos por la comunidad mundial, la seguridad interna del país, contrarrestar a una nueva recesión y por no dejar al último en importancia, nuevamente el asunto tan importante de una reforma a la ley de inmigración y nacionalidad.
Hay que reconocer que tradicionalmente las leyes de inmigración han cambiado casi cada 10 años, pero desde la administración de ex mandatario Bill Clinton los cambios se han estancado y no ha habido poder legislativo o ejecutivo que las haya podido sacar del atolladero y eso ha sido por la demagógica frase republicana de que ha sido por la: Seguridad Fronteriza y más ahora por el temor de que el extremismo islámico penetre por la frontera Sur o por algún puerto de entrada descuidado por parte de las autoridades de protección en las fronteras, litorales, aeropuertos; etc.
Los incidentes en San Bernardino, Ca, en Filadelfia, Boston MA, Sacramento, Ca; etc. perpetrados por personas simpatizantes con el actual grupo ISIS en Medio Oriente han hecho más difícil una legislación aprobable de una reforma migratoria que integre a toda la población inmigrante que no tiene regularizada su legalidad en el país.
Hay que decir que la frontera con México ha sido la más atacada y culpada por todos los problemas migratorios en Estados Unidos. Las puertas fronterizas se abren y se cierran dependiendo de la situación económica y la necesidad de mano de obra barata por parte de las empresas estadounidenses, aun a pesar que las leyes laborales migratorias exigen que se pague el sueldo que prevalezca en cada industria en la ocupación de trabajadores extranjeros.
Cada vez que Estados Unidos tiene problemas internos, le ha echado la culpa a la ilegalidad de los inmigrantes. En los años de la depresión, EE.UU. deportó masivamente a indocumentados y hasta ciudadanos de origen mexicano. Durante la Segunda Guerra Mundial les abrió la puerta para la fabricación de armamento y levantar cosechas. A la mitad del Siglo XX, se realización la ‘Wetback Operation’, donde se fue casi hogar por hogar para expulsar a los ‘indeseables’ y se creó el explotable programa bracero. En los años 70s a los indocumentados se les catalogó ser la ‘invasión silenciosa’. En los 80s, el presidente Ronald Reagan legalizó a unos tres millones. El mandatario Bill Clinton puso más restricciones de admisión y de expulsión de extranjeros.
Ningún candidato tiene la solución perfecta de reformar la ley de inmigración. En su momento la tuvo el Presidente Obama y consiguió que el Senado aprobara una reforma casi integral, pero La Casa de Representantes al mando de los republicanos ha bloqueado toda buena intención de hacerla ley.

Si el republicano Donald Trump llega a la Casa Blanca y, cumple sus promesas de campaña de deportar a todos los indocumentados, regresaremos a los tiempos de los años de la depresión y de las redadas masivas que en su tiempo aterrorizaron a las comunidades de latinos en este país.

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