No acaban de asimilar su derrota y culpan a
“López”
Pero ni cuenta se dieron como los arrastro el
tsunami
Por Francisco Gómez Maza
El día de las elecciones en México casi no
dormimos. Vivimos la jornada electoral 2024, que terminó casi al despunte del alba con la
fiesta popular encabezada por la presidente electa en la plancha del Zócalo de
la Plaza de la Constitución abarrotada por la gente que votó por la doctora,
una masa de incontables que se reunió para felicitar a la presidenta que
eligieron mediante el voto durante todo el domingo y en todo el país, que se
pintó de vino tinto en su mayor parte y ganó Yucatán, un bastión de la derecha
albiceleste y que intentaba hacer suyo el movimiento naranja de Dante Delgado,
tanto que personajes de la política priista renunciaron al PRI para vestirse
del color de Movimiento Ciudadano. Fue una paliza, un tsunami, que los
opositores al gobierno del presidente López Obrador ni siquiera imaginaban que
los haría trizas. Lo reconocieron los propios cabecillas del PAN, del PRI y del
desventurado PRD. Y lo reconoció la propia candidata Xóchitl Gálvez Ruiz, a la
que no se le cuajaron ese día las gelatinas, y eso que obtuvo muchos votos de
gente pensante que no imagine que se fijarían en una candidata majadera,
corriente, pelada, ignorante y llena de odio contra todo lo que significara
cambio para satisfacer las necesidades de las mayorías de pobres que apenas
sobreviven en extensas zonas de la nación y que fueron depauperadas por los
gobiernos del PRI, la desalmada Dictadura Perfecta que lo más que prohijó fue
la gran corrupción que devastó al Erario, así como la llamada docena trágica de
Vicente Fox Quesada, un vividor extra lenguaraz que deshizo la economía
nacional, y Felipe Calderón, que se presentó como el presidente del empleo y
que solamente para entregar la generación de energía eléctrica a los españoles
dejó en la calle a 47 mil o más familias al desmantelar la Compañía de Luz y
Fuerza del Centro.
El país se pintó de vino tinto porque la gente
en edad de votar se volcó a las casillas a depositar el sufragio a favor de
Morena y de Sheinbaum, protestando por la vida de sufrimientos que les propinó
el PRI y el PAN, que se fundieron, por su conservadurismo político y económico,
en el PRIAN y arrastraron a los Chuchos del moribundo PRD, financiados por la
derecha empresarial con apellido Kinberly Clark, de Claudio X González Laporte
con su representante Claudio X González jr., que indudablemente echaron la casa
por la ventana en su intento de acabar con el imperio morenista, con una guerra
sucia, una guerra de odio, al grado de hacerle cree a los mexicanos antilópez
que éste estaba coludido con los capos de la maña, particularmente del negocio
criminal de Sinaloa. Pero los X no contaron con que el presidente tenía razones
para que la gente casi lo adorara tanto que las grandes empresas encuestadoras
del mundo lo mantuvieron y aún lo mantienen como uno de los líderes político
gubernamentales más populares del mundo. En ese marco de odio y de propaganda
mentirosa, Claudia Sheinbaum se lanzó a dar la cara para competir en las urnas para la presidencia, con todo el bagaje
ideológico político de la Cuarta Transformación de la Vida Pública Nacional. Y
la inmensa mayoría de los mexicanos se desbordó a favor de ella mientras la
derecha continuó engañada por sí misma y por la comentocracia de la prensa
corporativa, de la televisión y la radio, los mismos que ese dos de junio apechugaron
y tuvieron que dar la noticia del tsunami Sheinbaum. Debo decirles que muchos
periodistas de postín están más enojados, rabiosos, por el triunfo de la ex
gobernadora de la CDMX, acusando de que las elecciones han sido fraudulentas.
Más papistas que el Papa no pueden ser. Aseguran que quien impuso a Sheinbaum
es AMLO, despreciando a los millones de mexicanos que le otorgaron el 60 por
ciento de los sufragios a la candidata de Morena. Y están seguros de que el
manipulador de todo es López Obrador. Y mueren de rabia, rabia que les durará otro
sexenio.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario