martes, 9 de diciembre de 2008

A fondo: Chávez busca la re-elección

Por Isaac Bigio

Al conmemorar 10 años desde que ganó las elecciones generales, el presidente venezolano Hugo Chávez reunió a cientos de miles de personas en una manifestación como las que Obama o cualquier de los actuales líderes de alguna potencia occidental jamás hayan liderado. En su discurso de dos horas no mencionó ninguna reforma social o alguna medida que hacer ante la gran caída del precio del petróleo o a la recesión mundial, aunque si éste estuvo dominado por una sola banderola y una sola consigna: ‘Chávez no se va’.

Re-elecciones

En la actualidad Chávez es el único mandatario occidental que se apresta a cumplir una década en la presidencia y allí podrá legalmente estar hasta 14 años. Sin embargo, el quiere pasar una enmienda al artículo 230 de su constitución según la cual él podría competir en una nueva re-elección para quedarse al menos otro sexenio más y con posibilidad de seguir adelante.

Es de notar que en las Américas ninguna república acepta más de una re-elección inmediata y que hasta Evo Morales en Bolivia o Rafael Correa en Ecuador no han podido o no se han atrevido a querer cambiar esa regla.

Muchas democracias parlamentarias europeas no ponen límites a las reelecciones pero en ellas el jefe de Estado (presidente o rey) y el jefe de gobierno (primer ministro o canciller) siempre recaen en dos personas distintas (las cuales pueden incluso obedecer a partidos contrarios), aunque en las Américas ambas figuras son encarnadas por un mismo presidente.

Riesgos

En su alocución Chávez reconoció que la batalla por la enmienda constitucional puede ser la más difícil de todas las que él ha librado, pero él afirma que tiene la corazonada que las ganará. Su jugada es peligrosa. Si gana no hay garantía que pueda vencer las presidenciales del 2,012 o que pueda asegurar cumplir todo un nuevo sexenio entre el 2,013 y el 2,019. En diciembre 2007 él tuvo su única derrota electoral cuando no pasó su primer intento de modificar la constitución en un referendo. Si ahora él vuelve a perder esto le dañaría su autoridad e imagen.

Una nueva victoria del No haría que la oposición reclame no solo el haber ganado recientemente las elecciones locales en las dos mayores urbes (Caracas y Maracaibo) sino en haber frenado el re-eleccionismo. De esta forma ésta quisiera convertir a Chávez en un presidente sin mucho peso y que debiera sobrevivir en el poder bajo el estigma de no contar con suficiente respaldo popular.

Ejemplos

Chávez pudo haber seguido otros ejemplos de nacionalistas que él admira o respeta. El acaba de recibir en Caracas al nuevo presidente ruso Medvedev, quien llegó a su cargo por ser delfín de Putin, quien prefirió no forzar la constitución e ir a una segunda re-elección (la que ganaría debido a su alta popularidad interna). Putin se ha quedado como el premier de un nuevo mandatario. Putin cuenta con la desventaja de no ser el único jefe pero se beneficia del hecho que de ahora en adelante el puede dirigir el bote sin aparecer como su figura central.

En Panamá el general nacionalista Torrijos era el poder real aunque el presidente fuese otro. En Argentina Néstor Kirchner, tan amigo de Chávez, prefirió no ir a una reelección a la cual tenía derecho para preferir seguir influyendo en la Casa Rosada haciendo que su esposa sea la primera dama del mundo en ganar una elección presidencial.

En México Lázaro Cárdenas solo gobernó de 1934-1940 y él hizo que todos los siguientes presidentes que tuvo su país solo durasen exactamente un solo sexenio. En Bolivia la revolución de 1952 se interrumpió en 1964 cuando un golpe militar depuso a Víctor Paz Estenssoro cuando él se hizo reelegir.

Arma de doble filo

El planteo re-eleccionista fue masivamente aplaudido en Caracas por una multitud que ningún gobernante electo del mundo es quizá capaz de convocar. Esto muestra que Chávez goza de mucha popularidad y de un buen aparato.

No obstante, el planteo re-eleccionista puede volver a convertirse en algo que debilite a Chávez. Ya de por sí la oposición el acusa de querer convertirse en una dictador pues en las Américas las únicas personas que han durado más de 14 años en el cargo lo han hecho pasando por encima de democracias multipartidarias.

Dentro de las filas de los partidarios de la revolución bolivariana ello puede generar fisuras. Algunos dentro de los más cercanos colaboradores del presidente en su interior tal vez pudiesen abrigar la esperanza de recibir la posta por parte del actual presidente, a quien esperarían que él ayude a entrenar cuadros que sean capaces de relevarlo en el puesto.

Otras fuerzas han de ir hacia un distanciamiento abierto. Por ejemplo, el partido Podemos, que hasta hace poco secundaba al presidente, ha llamado a hacer un frente en defensa de la constitución. Esto haría que un sector que antes estuvo ligado al chavismo hiciese un bloque con la derecha contra el presidente.

Hay varios sectores de la izquierda quienes no han querido entrar al Partido Socialista Unido de Venezuela y algunos de ellos sostienen que el régimen, en vez de proponer socializar las grandes empresas y los capitales extranjeros, pretende poder derechizarse o ir hacia una autocracia personal que haría que el presidente se convierta en una suerte de Kadafi caraqueño: un mandatario con mucho poder y que acabe, como en el caso de Libia, reconciliándose con el imperio que en un tiempo llamó a enfrentar.

Esencial

El presidente, sin embargo, insiste en que su re-elección es algo esencial para asegurar continuidad en la revolución y en consolidar el que durante un siglo Venezuela siga siendo socialista. El, claro está, adujo que se niega que pueda quedarse 100 años en el poder (algo físicamente imposible en cualquier ser humano), pero concibe que al menos 20 años le permitirá evitar que la oligarquía retorne a palacio.

La idea de que el PSUV gobierne con otros cuadros o que Chávez se mantenga como una figura importante que entrene o asesore a futuros posibles presidentes es algo que aún él no contempla. Si el referendo que podría darse para febrero le resulta adverso, a Chávez le sería difícil, aunque no imposible, mantener esa misma fuerza que, por ejemplo, hoy tiene Putin sobre Rusia (la de seguir concentrando mucho poder aunque sin ser el jefe del estado).

En su discurso Chávez homenajeó a Castro a quien él ha tildado como su maestro. Sin embargo, él no está preparando o quiere tomar las medidas que han permitido estabilizar un sistema de partido único comunista con un líder popular indiscutido a su cabeza.

Estas medidas serían la de confiscar a las empresas privadas para crear una economía estatizada y planificada en la cual el mercado fuese reprimido. Un sistema así haría que el dinero no sirviese tanto como un capital sino como una medida de contabilidad y cambio, pues toda la economía estaría dependiendo de un plan estatal central. Este modelo implicaría la anulación del capitalismo y justificaría una forma de ‘dictadura del proletariado’.

Chávez no quiere esa ruta pues él busca mantener la economía venezolana donde se combinan gran inversión privada con empresas estatales, muy distinta al del sistema de corte soviético.

Inédito

El rumbo de Chávez no tiene precedentes. El no quiere tomar la vía de Castro de querer crear un régimen de partido único comunista y economía estatizada y planificada. Tampoco hay una potencia (como fue la URSS) que le ampare en ello.

Igualmente no quiere convertirse en una dictadura nacionalista tipo Velazco (Perú 1968-75). De querer mantenerse en el poder solamente como jefe militar no electo correría el riesgo de dar justificativos legales para querer ser depuesto.

Menos aún desea convertirse en su antípoda: un Somoza, Stroessner o dictador anticomunista pro-EEUU.

El intenta crear un camino nuevo. El PSUV no va a ser como el PRI mexicano o el MNR boliviano: un partido que busque perpetuarse en el poder cambiando de figuras. Chávez ha creado un partido que una a todos sus seguidores porque quiere hacer algo que aún no se ha visto en el hemisferio occidental: tener un jefe de estado y de gobierno nacionalista que dure al menos dos décadas pero sometido a constantes elecciones o referendos.

Muchos izquierdistas creen que la presencia de Chávez en el poder es no solo importante para consolidar al modelo venezolano sino para profundizar al giro ‘rojo’ de América Latina. El, a su vez, es visto como el nuevo líder internacional de una izquierda que sirve de referencia a la derechización de la socialdemocracia mundial y al colapso de los antiguos partidos comunistas. Para miles de socialistas en todo el mundo él encarna un modelo que respeta las elecciones, el multipartidismo y las libertades pero que hace importantes medidas sociales sin caer en el ‘totalitarismo económico o político’.

No obstante, hay socialistas que desconfían de los intentos de Chávez de mantenerse tanto tiempo en el poder. Para los más proclives a la socialdemocracia el presidente venezolano intenta superar los 14 años que tuvo François Mitterand en la presidencia francesa (1981-95), aunque él no fue jefe del gobierno y aceptó tener un primer ministro de la oposición conservadora (Chirac 1986-88). Para ellos el poder desgasta y los intentos de Chávez están condenados a coartar la generación de nuevas figuras creando el riesgo de hacer un movimiento personalista que acabase explotando.

Para los más proclives al marxismo ortodoxo Chávez puede tornarse otro Perón o Paz Estenssoro, en sentido que sería un caudillo que sea capaz de gobernar andando en una u otra dirección y que al final utilice un movimiento construido en torno solo a su imagen para acabar creando una autocracia que vire hacia la derecha tal y cual ha pasado con todos aquellos movimientos que ellos consideran como nacionalistas burgueses: MNR boliviano, peronismo argentino, el socialismo militar peruano o boliviano, etc.

Perspectivas

Para Chávez es fundamental la enmienda constitucional y él concibe que en la lucha por ello él logre calar más en la población y hacer que su partido crezca y se una más en torno a su figura.

El requiere un referendo a la brevedad posible. Esto para tratar de capitalizar la inercia del triunfo de las elecciones regionales (donde a pesar que perdió en seis zonas él ganó ampliamente en el resto del país) y evitar que se den muy tarde cuando los efectos de la crisis económica mundial y del desplome del precio del oro negro se hagan sentir.

Lo que se quiere ver es si este referendo será obtenido mediante una votación en la asamblea nacional o mediante la recolección de más de 2 millones de firmas, o de ambas cosas a la vez.

En todo caso el referendo también puede trabajar en contra de Chávez. Por un lado hará que la oposición se una y que logre atraer a algunos sectores que antes estuvieron dentro del oficialismo. Por otro lado algunos sectores sindicales radicales (como algunos que estuvieron impulsando la Central Unitaria de Trabajadores) pedirán que se vote nulo para no tener que escoger entre lo que ellos llaman la burguesía escuálida o la burguesía bolivariana.

Para los chavistas si la oposición tanto teme al presidente no debe tener miedo en ir a las ánforas y hacer que el pueblo decida. Esto, por su parte será cuestionado por la derecha diciendo que demasiadas ventajas ya tiene quien tanto poder controla o por izquierdistas disidentes diciendo que es imposible que se produzca un revelo dentro de los socialistas dado el dominio del presidente.

En todo caso los chavistas volverán a repetir lo que tanto menciona el ex alcalde de Londres Ken Livingstone: que en Venezuela no hay dictador pues es uno de los pocos regímenes que constantemente llama a elecciones y que es capaz de reconocer sus derrotas.

De hecho Chávez requiere poner todas sus energías en una batalla donde debe dirimirse si él se consolida en el poder y puede incluso aspirara cumplir 2 décadas en palacio o si es que él es derrotado en cuyo caso él podría iniciar una fase descendente o alegar que, pese a un posible revés, él ha logrado su objetivo de galvanizar a su movimiento tras él y que se ha vuelto a confirmar lo acontecido en las regionales: que el PSUV es el mayor partido, mejor organizado y más votado partido venezolano.

Si bien la puntería de Chávez son los partidos tradicionales uno de sus objetivos, al igual como pasó en las regionales, uno de sus objetivos es eliminar a las fuerzas que se reclamen de izquierda pero que se no se supediten a su proyecto. De allí la importancia de hacer una polarización entre el PSUV y la oposición unida.

En gran parte el futuro de América depende del nuevo referendo. Una victoria del NO ayudaría a que levante cabeza la oposición en Ecuador, Bolivia, Nicaragua y otras partes de la región. Una victoria del SI consolidaría al chavismo. Una fuerte abstención o voto nulo buscaría ser capitalizada por varios sectores: desde los anticapitalistas hasta los anticomunistas.

Una victoria del NO es algo que le caería a pelo a Obama para iniciar su mandato. Si esto ocurre se debilitaría el principal contrapeso que tiene Washington en su ‘patio trasero’ y gracias a ese aval el primer presidente afro-americano podría querer utilizar ello para crear un nuevo movimiento continental que cuestione al ALBA y a los bolivarianos pero sin caer en el bushismo.

En ese caso el NO sería bendecido por una serie de corrientes que buscan una América Latina más cercana al centro que a la izquierda, y podría ser bien visto incluso por sectores de la socialdemocracia (como quienes gobiernan Perú, Chile o Costa Rica).

Una victoria del SI sería saludada con todo fervor por la mayor parte de la izquierda radical mundial y por los movimientos nacionalistas islámicos ligados a Irán (incluyendo el Hamas palestino). Empero, algunos sectores de izquierda lo verían con mucha susceptibilidad pensando que tras ese aval Chávez quisiese consolidarse como un caudillo al margen de la población que trate de luego reconciliarse con el nuevo ocupante de la Casa Blanca.

El referendo de Venezuela es la primera elección que confronte Obama durante su gobierno en esa región. El rumbo que ésta adopte marcará gran parte de su periodo.



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