En este país, las leyes de inmigración cambian cada década. Si nos remontamos al siglo pasado, en los años 20’s se tuvo una ley de ajuste migratorio permitiendo aquellos que ingresaban al país legalmente cambiaran su estatus. En los 30’s las autoridades federales deportaron a inmigrantes a sus países de origen y hasta a las personas de color nacidas dentro de Estados Unidos las enviaron a las naciones de sus ancestros. En la década de los 40’s las puertas se abrieron a la mano de obra extranjera para la industria de la guerra.
En los años 50 la operación “wetback” entró en vigor, donde se hicieron redadas en las calles, vecindarios, fábricas y campos para sacar a los ‘indeseables’ del país. En esa década entró en vigor la operación bracero. Un programa esclavizante que marcó las vidas de miles de mexicanos que vinieron contratados para levantar las cosechas en los campos de este país. Se consigue que pase una ley que permite legalizar su residencia permanente aquellas familias que tuvieron un hijo nacido en Estados Unidos.
En los 60s termina el programa bracero, gracias a la intervención y liderazgo del extinto líder campesino César Chávez.
En los 70 bajo la administración del presidente Henry Ford pasa una ley creando un sistema de preferencias familiares el cual prácticamente sigue en vigor con algunas variantes que han sido impuestas a través de los años.
En los 80s, el presidente Ronald Reagan firma la ley de la amnistía o legalización para poco más de tres millones de personas. Tal programa no permitió que todos los familiares de los amnistiados tanto dentro y fuera del país obtuvieran su residencia. Esta situación ha provocado que exista una lista de más de 12 años de espera.
En la década de los 90’s, el presidente William Clinton firma la ley de responsabilidad migratoria y la del bienestar público, léase “Welfare”, donde prácticamente cierra muchas puertas para conseguir la residencia a miles de inmigrantes.
Y llegamos a la primera década del Siglo XXI. El presidente George W. Bush no pudo en sus ocho años de gobierno conseguir que el Congreso aprobara una ley reformadora y amplia que permitiera la regularización de unos 12 millones de indocumentados.
Ahora las esperanzas están puestas en el presidente Barack Obama. ¿Podrá convencer al Congreso para que pase una reforma amplia en las leyes de inmigración? ¿Habrá escuchado Obama al presidente mexicano Felipe Calderón cuando tuvo su reunión con él?
Esperemos que sí. Ya que Obama, por su triunfo histórico, por su propia figura, por haber conseguido ser el primer presidente de color que llega a la Casa Blanca y por haber manejado muy bien la consigna del cambio y del ¡Sí Se Puede! tan escuchado en las luchas sindicales campesinas y obreras en este país, con un Congreso de mayoría demócrata, sea posible que en su administración se logre la tan necesaria reforma.
Pero debido a la crisis financiera del sistema capitalista, no creo que sea posible este año. Quizá el 2010 sea el año para lograr una nueva ley migratoria y, si así fuera, será el regalo ideal de las celebraciones del bicentenario de las independencias de los países latinoamericanos cuyos ciudadanos forman ahora la primera minoría más grande en el país.
La Migra y Usted es una columna que habla de temas migratorios. Los lectores que quieran comentar so preguntar sobre temas de esta índole, pues escribir a: migranetcenter@gmail.com.
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