domingo, 20 de marzo de 2016

El crimen que estremeció a México



Por Armando García Álvarez
El 23 de marzo se cumplen veintidós años del crimen que estremeció a México. Como una cubetada de agua fría cayó en 1994 la noticia de que el candidato a la presidencia de México por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), Luis Donaldo Colosio Murrieta fue abatido por dos disparos del arma, que las investigaciones dicen  provino de las manos de Mario Aborto,  quien contaba con 23 años de edad.
El trágico incidente ocurrió en el barrio Lomas Taurinas, una de las muchas ciudades perdidas en la ciudad fronteriza de Tijuana, Baja California. Colosio fue asesinado poco después que pronunciara un discurso inherente a su campaña política.
México ha sido sacudido varias veces por crímenes políticos,  algunos no han llegado  a grandes titulares; pero éste, el de Colosio, dolió a todos, porque Colosio era considerado un candidato del cambio tan deseado, tan esperado, por todos los mexicanos. Su muerte fue un duro golpe a las aspiraciones de aquellos que habían fincado su futuro en la casi inminente elección de Colosio a la Presidencia de la República.


Colosio contaba al morir 44 años de edad y un futuro de lo más promisorio en la vida política de México. El candidato se había definido a sí mismo como partidario de la paz. Sus propias palabras así lo atestiguan: "No creo que a base de balas y tiros se pueda lograr la paz... Paz es fruto de la justicia" Las ironías de la vida;  fue  base de balas que él mismo cayó.
          Colosio quería el cambio. Estaba consciente de que en México había fraude electoral y de que no existía la democracia. De él mismo nació el proponer las medidas de ajuste necesarias para poner fin a los abusos y anomalías que otros políticos liberales de su partido ya habían detectado y querido eliminar.

          Una de las anomalías consistía en utilizar los recursos del pueblo para costear las campañas electorales del PRI, siendo que un hecho de esta naturaleza implicaba el pagar las costosas recepciones, banquetes, guirnaldas, arcos triunfales, y el enorme despliegue de fuerzas de protección para el candidato y muchas veces para sus seguidores y acarreados. El Lic. Colosio quiso poner la muestra de lo que él consideraba correcto en un país democrático, y le costó muy caro, pagándolo con su propia vida.
          “Su muerte cimbró a México, sacudiendo las conciencias, como ocurre con todos estos terribles acontecimientos de esa magnitud”, señaló hace años la ex Cónsul General de México en San Antonio, Texas, la Embajadora Martha Lara.
          Una persona está purgando una condena, pero el pueblo mexicano todavía está esperando que el autor o autores intelectuales del asesinato, sean detenidos y condenados a prisión. Para la sociedad mexicana está muy claro que tuvo que haber intereses creados, ya que por las declaraciones del mismo asesino -algunos lo consideran solitario- y del ambiente políticos que vivía el país en esa época que, solamente se puede deducir que hubo un actor o actores intelectuales.


             
La historia se repite con los colaboradores de la fuga del ‘Chapo Guzmán’, dónde están los oficiales coludidos con su escape.  Todavía falta su detención y condena.
           Volviendo con Colosio, su campaña era de carácter netamente popular, él mismo se definía como un elemento de la generación del cambio. Evidentemente alguien no estuvo de acuerdo, pero la interrogante sigue en el aire, ¿de dónde vino el golpe? ¿A quién culpar del abominable crimen? Ya ha pasado dos décadas y se sigue esperando.
          “Una persona detenida en la cárcel nunca puede levantar el agravio que se cometió en contra de la nación mexicana”, recalcó la Embajadora Lara. “Creo que será una herida que llevaremos a través de la historia”.


Hace dos décadas escribí que Colosio con sinceridad y sin la demagogia que caracteriza de los candidatos del PRI se daba a conocer por sus palabras contra la "arrogancia de las oficinas gubernamentales"; de haber visto a un "México con hambre y sed de Justicia" y de que había "que recuperar nuestra iniciativa" y  de que se  debería  "responder ante las injusticias" y  de "Queremos unas elecciones limpias". En el lugar de su muerte, minutos antes del atentado dijo: " Un gobierno responsable es el que sirve a todos" y de que "queremos un gobierno que este cerca de la gente" .  
          Vuelvo a recordar, después, que el enemigo  del pueblo mexicano no era el Lic. Colosio. El culpable de la miseria y la situación que vive México no era Luis Donaldo Colosio. El enemigo  es el sistema, no la persona escogida para ser su mensajero y sucesor. No aquel que abiertamente  denunció los males de su país, ni su campaña para renovar lo podrido. Colosio dijo en su último discurso que en lugar de hablar de competencia política en su campaña se debería mejor hablar de la "incompetencia política"  que predominaba en México y que para muchos todavía continúa en estos tiempos.


Ya paso dos décadas del atentado contra una vida humana. Una vida que por el momento histórico que le tocó vivir, sin lugar a dudas, logró sembrar la semilla para que México empezara a dar frutos en materia electoral, en materia partidista, en materia de atender los problemas desde un punto de vista de mayor responsabilidad y menos demagogia desde las instituciones mismas del gobierno.

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