Por Armando García Álvarez
El 23 de marzo se cumplen veintidós
años del crimen que estremeció a México. Como una cubetada de agua fría cayó en
1994 la noticia de que el candidato a la presidencia de México por el Partido
Revolucionario Institucional (PRI), Luis Donaldo Colosio Murrieta fue abatido
por dos disparos del arma, que las investigaciones dicen provino de
las manos de Mario Aborto, quien contaba con 23 años de edad.
El trágico incidente
ocurrió en el barrio Lomas Taurinas, una de las muchas ciudades perdidas en la
ciudad fronteriza de Tijuana, Baja California. Colosio fue asesinado poco
después que pronunciara un discurso inherente a su campaña política.
México ha sido sacudido
varias veces por crímenes políticos, algunos no han
llegado a grandes titulares; pero éste, el de Colosio, dolió a
todos, porque Colosio era considerado un candidato del cambio tan deseado, tan
esperado, por todos los mexicanos. Su muerte fue un duro golpe a las
aspiraciones de aquellos que habían fincado su futuro en la casi inminente
elección de Colosio a la Presidencia de la República.
Colosio contaba al morir 44
años de edad y un futuro de lo más promisorio en la vida política de México. El
candidato se había definido a sí mismo como partidario de la paz. Sus propias
palabras así lo atestiguan: "No creo que a base de balas y tiros se
pueda lograr la paz... Paz es fruto de la justicia" Las ironías de la
vida; fue base de balas que él mismo cayó.
Colosio
quería el cambio. Estaba consciente de que en México había fraude electoral y
de que no existía la democracia. De él mismo nació el proponer las medidas de
ajuste necesarias para poner fin a los abusos y anomalías que otros políticos
liberales de su partido ya habían detectado y querido eliminar.
Una
de las anomalías consistía en utilizar los recursos del pueblo para costear las
campañas electorales del PRI, siendo que un hecho de esta naturaleza implicaba
el pagar las costosas recepciones, banquetes, guirnaldas, arcos triunfales, y
el enorme despliegue de fuerzas de protección para el candidato y muchas veces
para sus seguidores y acarreados. El Lic. Colosio quiso poner la muestra de lo
que él consideraba correcto en un país democrático, y le costó muy caro,
pagándolo con su propia vida.
“Su
muerte cimbró a México, sacudiendo las conciencias, como ocurre con todos estos
terribles acontecimientos de esa magnitud”, señaló hace años la ex Cónsul
General de México en San Antonio, Texas, la Embajadora Martha Lara.
Una
persona está purgando una condena, pero el pueblo mexicano todavía está
esperando que el autor o autores intelectuales del asesinato, sean detenidos y
condenados a prisión. Para la sociedad mexicana está muy claro que tuvo que
haber intereses creados, ya que por las declaraciones del mismo asesino
-algunos lo consideran solitario- y del ambiente políticos que vivía el país en
esa época que, solamente se puede deducir que hubo un actor o actores
intelectuales.
La historia se repite con
los colaboradores de la fuga del ‘Chapo Guzmán’, dónde están los oficiales
coludidos con su escape. Todavía falta
su detención y condena.
Volviendo
con Colosio, su campaña era de carácter netamente popular, él mismo se definía
como un elemento de la generación del cambio. Evidentemente alguien no estuvo
de acuerdo, pero la interrogante sigue en el aire, ¿de dónde vino el golpe? ¿A
quién culpar del abominable crimen? Ya ha pasado dos décadas y se sigue
esperando.
“Una
persona detenida en la cárcel nunca puede levantar el agravio que se cometió en
contra de la nación mexicana”, recalcó la Embajadora Lara. “Creo que será una
herida que llevaremos a través de la historia”.
Hace dos décadas escribí
que Colosio con sinceridad y sin la demagogia que caracteriza de los candidatos
del PRI se daba a conocer por sus palabras contra la "arrogancia de las
oficinas gubernamentales"; de haber visto a un "México con
hambre y sed de Justicia" y de que había "que recuperar
nuestra iniciativa" y de que
se debería "responder ante las injusticias"
y de "Queremos unas elecciones limpias". En el
lugar de su muerte, minutos antes del atentado dijo: " Un gobierno
responsable es el que sirve a todos" y de que "queremos un
gobierno que este cerca de la gente" .
Vuelvo
a recordar, después, que el enemigo del pueblo mexicano no era el
Lic. Colosio. El culpable de la miseria y la situación que vive México no era
Luis Donaldo Colosio. El enemigo es el sistema, no la persona
escogida para ser su mensajero y sucesor. No aquel que abiertamente denunció
los males de su país, ni su campaña para renovar lo podrido. Colosio dijo en su
último discurso que en lugar de hablar de competencia política en su campaña se
debería mejor hablar de la "incompetencia política" que
predominaba en México y que para muchos todavía continúa en estos tiempos.
Ya
paso dos décadas del atentado contra una vida humana. Una vida que por el
momento histórico que le tocó vivir, sin lugar a dudas, logró sembrar la
semilla para que México empezara a dar frutos en materia electoral, en materia
partidista, en materia de atender los problemas desde un punto de vista de
mayor responsabilidad y menos demagogia desde las instituciones mismas del
gobierno.
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