El feminicidio, como la inseguridad, es
producto de la mala educación
El gobierno mexicano ha caminado lento; no
halla cómo cambiar de raíz
Por Francisco Gómez Maza
Pero esta realidad es anecdótica, de
acción a reacción. Sin embargo, qué estamos haciendo –sociedad, gobierno,
medios masivos dedicados a una presunta comunicación que se queda en
manipulación de las conciencias, para que el feminicidio y, en general, la
violencia contra las mujeres, desaparezca de la mente de los asesinos, que en
realidad somos todos.
(Todos somos asesinos, dicen los
sicólogos. A los seres humanos nos gusta matar. De hecho, somos súper
depredadores, matamos a más animales y en mayor número que ninguna otra
especie. ¿Estamos programados para matar?, pregunta Julia Shaw, psicóloga
criminalista: "Nuestra mente está diseñada para poder disfrutar del
sufrimiento de los demás"
Entonces, podemos hacer poco para cambiar
nuestras estructuras mentales, espirituales y emocionales frente a la violencia
criminal y concretamente frente al feminicidio, además porque la educación
impartida en la familia y en la escuela tampoco crea consciencia, cultura de la
vida, del valor de la mujer como ser humano, diferente al varón, pero con los
mismos derechos y obligaciones en la comunidad.
Resulta, entonces, que el feminicidio y
los crímenes en contra de las mujeres son un producto de la mala educación.
Habría que cambiar, entonces, la metodología. O junto con los educandos
jóvenes, meter en el programa a los padres de familia. Duele decirlo, pero
muchas mujeres madre son las mentoras que forman en sus niños y niñas la
conciencia diabólica del machismo.
Las autoridades de procuración de justicia
de la CDMX, sin embargo, han continuado con sus esfuerzos en el combate a la
violencia contra las mujeres. De esto informa cada semana la Fiscalía General
de Justicia de la Ciudad de México, en el marco de la Declaratoria de
Alerta por Violencia Contra las Mujeres, decretada por la jefa de Gobierno.
Pero no basta la política de género ni la
reacción policial ante los hechos, ante los feminicidios, ante los delitos
sexuales, entre otras agresiones en contra de las mujeres. Pero la política de
reacción no conduce a ninguna parte.
Siguen siendo asesinadas más mujeres; los
asesinos generalmente eluden la justicia; las autoridades llenan las cárceles
de “presuntos” asesinos, pero el crimen continúa per semper y es el cuento
diabólico del nunca acabar.
Gobiernos van. Gobiernos vienen. Y los
delitos de género no sólo no decrecen, sino aumentan.
Los humanos siempre hemos tenido que matar
para sobrevivir: nuestros cuerpos matan bacterias que amenazan nuestras vidas, siempre
hemos matado plantas y animales para comerlos y, ciertamente, desde tiempos
ancestrales nos matamos los unos a los otros cuando nos sentimos amenazados o
tenemos algo que ganar. Advierte Julio Shaw.
El cambio será extremadamente lento.
A DESFONDO: El “feminicidio” es como los
asesinatos de periodistas y defensores de derechos humanos, que ya se han
vuelto, como el feminicidio, una forma de matar. Hace unas horas, por la tarde
del lunes, fue hallado muerto en Morelia, capital del estado de Michoacán, con
huellas de haber sido asesinado, otro periodista, Abraham Mendoza, y la
activista Arantza Ramos, y amenazada de muerte Ceci Patricia Flores
Armenta, líder del colectivo Madres Buscadoras de Sonora.
Algo alentador: La policía de Michoacán,
casi al instante, detuvo a los autores materiales del asesinato de colega
periodista.