Como nunca, es
fundamental un amplio acceso al conocimiento y a la información.
La lectura no es
solo un pasatiempo, sino un recurso vital para el desarrollo.
Por Carolína Vásquez Araya
El saber es poder:
indiscutible verdad de la cual se desprende -desde los inicios de la Historia-
toda clase de estrategias para vedar a las grandes mayorías el pleno acceso al
conocimiento, con el simple propósito de mantenerla en la ignorancia y así
consolidar los mecanismos de control social. Simple y llana como esta argucia política
es la intención de manipular el pensamiento y alimentar a las masas desde
plataformas informativas de alcance masivo, cuyos contenidos son cuidadosamente
elaborados para reforzar conceptos e idearios afines al poder.
Por eso es tan
importante retomar la ruta de la lectura y del intercambio de ideas mediante
una búsqueda consciente e informada de las fuentes más confiables. Para ello -y
gracias al inmenso caudal de recursos que nos ofrecen tanto los libros y otras
publicaciones en papel como el mundo virtual- es preciso separar la paja del
grano y comenzar a reflexionar seriamente en tejer redes de discusión,
consolidar espacios de reflexión y construir, de manera amplia y constructiva,
una nueva forma de relacionarnos con distintos grupos de la sociedad.
Aun cuando la era
del papel impreso ha perdido cierta predominancia frente a los medios
virtuales, de ningún modo significa un reemplazo inevitable, en especial en
sociedades de escasos recursos en las cuales el acceso a la tecnología se
mantiene aún reducido a ciertos sectores de mayores ingresos y en entornos
adecuados gracias a una mejor infraestructura. En estas sociedades, sin
embargo, y por motivos estrictamente políticos, tanto la escolaridad como el
acceso al conocimiento se han visto entorpecidos, por decisión de sus élites,
con la intención de frenar toda forma de disenso desde las bases de la pirámide
social.
De ahí la gran
relevancia de los eventos literarios, como las ferias del libro, que se
realizan en distintos países del continente y el mundo. Estas plataformas
ofrecen -de manera gratuita- el acceso a un amplio abanico de experiencias
capaces de abrir nuevas formas de entender el mundo que nos rodea. Una de ellas
es la Feria internacional del libro, Filgua, organizada por la Gremial de Editores
de Guatemala y la cual este año será celebrada en septiembre como homenaje al
bicentenario de la independencia de ese país. Este evento, además, ha sido
dedicado a la escritora guatemalteca Ana María Rodas, Premio Nacional de
Literatura y una de las mayores exponentes de la poesía latinoamericana.
Como parte
esencial del programa de la primera versión virtual de la Feria Internacional
del Libro en Guatemala, acompañando a la presencia de relevantes exponentes de
la literatura, provenientes de Guatemala y otros países, sus organizadores
ponen especial énfasis en un amplio repertorio de actividades dedicadas a la
niñez y la juventud, como una forma de incentivar la lectura y el acceso al
conocimiento universal, mecanismos imprescindibles para reforzar el crecimiento
intelectual de las nuevas generaciones de ciudadanos.
Guatemala, un país
rico en cultura y tradiciones, ha debido enfrentar enormes obstáculos, a lo
largo de su historia, en sus esfuerzos por hacer del conocimiento un patrimonio
de libre acceso para todo su pueblo. Gobernantes y élites económicas,
empecinados en frenar toda iniciativa en ese sentido han cercenado, a través de
los siglos, sus oportunidades de desarrollo. La apertura hacia la educación es,
todavía, uno de los más grandes desafíos para sus habitantes; por lo tanto,
cualquier evento en esa dirección merece el apoyo de toda la sociedad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario