¿Sabemos lo que creemos
saber o es el efecto de la manipulación mediática?
Somos la nueva
soldadesca ignorante de su papel en una guerra ajena.
Por Carolína Vásquez
Araya
La verdad es la nueva
utopía. El movimiento de tropas en Ucrania, las declaraciones de los líderes
africanos, la creación de una moneda capaz de competir con el dólar o la zarpa
de Israel detrás de todo el escenario bélico, compiten en atención con la nueva
revolución francesa en su batalla contra el neoliberalismo, la cual amenaza con
salirse de los moldes establecidos, si es que no los ha sobrepasado ya. En
nuestro continente latinoamericano, el ruido más notorio procede del gobierno
de México y las abiertas amenazas recibidas del Departamento de Estado por la
audacia de su presidente al declarar la soberanía sobre sus recursos
energéticos y minerales, litio a la cabeza.
El frente bélico está
servido en las redes y en los medios comprometidos con el poder económico,
desde los cuales emanan comentarios, hipótesis, supuestas revelaciones y toda
clase de mensajes encubiertos para convencernos de una realidad paralela con
respecto a la cual no existe certeza, pero tampoco los medios para
contrastarla. Somos, en pocas palabras, víctimas de la desinformación
institucionalizada y los pedacitos de realidad comprobable no son suficientes
como para armar el rompecabezas.
Quienes lucen las
agallas necesarias para enfrentar toda la basura que nos venden a paletadas,
resultan -como Assange- víctimas de tortura, judicialización, persecución y
muerte. El periodismo ético es combatido con saña y el gran público, ya
entrenado para absorber y digerir lo que dictan los centros de poder a través
del periodismo corporativo, agacha la cabeza y acepta resignado lo que sea con
tal de no entrar en un estado de miedo e incertidumbre. Para constatarlo de
primera mano ingresemos a las redes sociales en donde se exhibe, con toda su
mágica envoltura, la alienación colectiva.
A los habitantes
comunes, quienes no poseemos la llave de los grandes secretos como por ejemplo,
la verdad sobre los ataques biológicos utilizados en todos los conflictos
bélicos o los ensayos científicos perpetrados con la complicidad de los
gobiernos sobre grupos humanos inocentes e indefensos, continuarán allí
latentes como las grandes preguntas sin respuesta. Los métodos utilizados para
mantenernos en la ignorancia no son secretos: responden a estrategias muy bien
establecidas a través de políticas de Estado: desnutrición crónica,
empobrecimiento de contenidos académicos, ocultamiento de episodios completos
de la Historia de las sociedades, insistencia en el planteamiento ideológico de
una Guerra Fría que sigue vigente y apoyo a gobiernos corruptos a cambio de su
sumisión.
El frente de batalla,
con nuestra presencia como la gran masa capaz de absorber sin chistar toda la
mentira que nos quieran dar, se despliega en un escenario virtual en donde todo
está mezclado y en el cual nada nos consta. Mientras tanto, el gran poder se
asienta sin oposición alguna.
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