Por Armando García
El triunfo presidencial del Frente Farabundo Martí en El Salvador demuestra que los gobiernos de derecha aliados al capitalismo internacional y a la oligarquía no pudieron resolver los problemas la miseria y de violencia que impera en esa nación centroamericana.
Al ganar la izquierda, El Salvador de une a Cuba, Venezuela, Nicaragua, Brasil y Bolivia, países considerados de izquierda que a diferencia de Cuba y Nicaragua en su tiempo, llegaron al poder por la vía democrática.
Para la izquierda latinoamericana, esta victoria sirve para demostrar que algo está ocurriendo en el continente, que los capitalistas ya no pueden controlar con la fuerza de las armas y sostenerse en el poder como lo hacían en el siglo pasado debido a que la mayoría del electorado ha abierto los ojos al darse cuenta que con el capitalismo nunca podrán salir de la pobreza.
Pero hay que ser realistas, teniendo la izquierda en el poder no hay garantía de que los pobres en el Salvador saldrán airosos. Muchos años de guerra, muchos años de violencia pandilleril, muchos años de una emigración masiva hacia Estados Unidos. Muchos años de problemas que difícilmente podrán ser resueltos en una gestión presidencial.
Así se ha visto en México, Cuba, Nicaragua y Venezuela por mencionar unos cuantos.
Claro es aplaudible y loable que el ex movimiento guerrillero del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional que mantuvo en jaque a los gobiernos derechistas con una guerra de guerrillas que culminó en 1992, decidiera unirse a la lucha civil que le tomó 17 años para lograr lo que no puedo con la guerra.
El presidente electo Mauricio Funes dijo que quiere ser el presidente de la justicia social y del cambio seguro para avanzar hacia el futuro y dejar atrás las venganzas del pasado. Esperemos que así sea y que los opositores capitalistas se unan a este gobierno y trabajen juntos para que El Salvador sea el ejemplo de una izquierda nueva, una izquierda del Siglo XXI en Latinoamérica.
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