La reciente decisión del Presidente Obama de enviar 1,200 integrantes de la Guardia Nacional a la frontera con México ha recibido críticas de ambas partes del debate migratorio.
Por la parte supremacista, derechista, racista y extremista, se vociferan los comentarios que la cantidad de tropas no es suficiente para detener el flujo de indocumentados, a quienes culpan de ser traficantes o transportadores de drogas hacia los Estados Unidos.
Este punto de vista, culpa a justos por pecadores. La mayoría de la gente que cruza la frontera a Estados Unidos, lo hace por una acción de amor, a su familia, a sus seres queridos, que de no arriesgar su vida caminando en el desierto o ahogarse en el río, su familia en México o de dónde vengan, pasaría más hambres de las que actualmente pasan por la falta de oportunidades laborales.
El Presidente no ha tenido la valentía de enfrentarse a los republicanos y demócratas retrógradas que se oponen a una amplia reforma migratoria, la única solución lógica para controlar la emigración irregular y asegurar la frontera contra cualquier infiltración del enemigo o de elementos nocivos, es que se consiga este año una nueva ley de inmigración que enfrente los nuevos desafíos que el país tiene en el Siglo XXI.
El envío de tropas es un curita contra una grave herida que tiene el país, por tener un sistema migratorio inoperante que ha fallado por décadas de controlar la inmigración tanto indocumentada como la documentada que se han quedado a residir en el país más allá de la expiración de sus permisos.
Las decisiones aparentes de remediar el problema, no funcionarán. El Congreso tiene el poder de actuar rápidamente. Si fuera verdad lo que dijo Obama al Presidente México Calderón de México, de que tiene los votos en la Casa de Representantes, pero no cuenta con 60 votos en el senado para la reforma migratoria, el trabajo de todos, es poner presión a 60 senadores y convencerlos que es por el bien legalizar a los indocumentados para que éstos se incorporen libremente a la sociedad en que viven.
De no pasar una reforma migratoria, perderemos la batalla en los estados. Se están considerando en otros estados 17 iniciativas de ley, similares o peores a la de Arizona. La comunidad inmigrante, los hispanos, no tenemos un líder que tome las riendas de la lucha. El extinto líder César Chávez ya no está con nosotros para encabezar las manifestaciones o las demandas judiciales.
Debemos saber trabajar con lo que hemos aprendido, conseguido de conquistas sociales desde que estas tierras fueron ocupadas y claro estar unidos y organizados, porque los opositores a la presencia de los hispanos en este país, tienen fuerza y mucho apoyo, más del que nos imaginamos y no creo que se dobleguen con manifestaciones o con demandas.
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