Por Armando García
Donald John Trump recibe la presidencia de Estados Unidos de América
para gobernar un país dividido entre los que más tienen y los que menos tienen,
entre la mayoría blanca y la creciente población hispana y de otras minorías.
Entre los poderosos y los más desafortunados.
Estados Unidos tiene ahora a
una persona que ha despertado el
racismo, la xenofobia, y su consigna de hará a América fuerte nuevamente, en el
subtexto de sus palabras está diciendo que Estados Unidos debe regresar a los
años 40s, 50s, 60s del Siglo XX donde el racismo, la discriminación, la
exclusión contra las minorías se respiraba en cada rincón de América.
El Presidente Trump representa un genuino autoritarismo americano, que
solo podría surgir en Estados Unidos, precisamente como reacción frontal y
visceral contra lo que el país representa. Trump es la adaptación televisiva y
empresarial supremacista, histérico-fóbico de la población sajona mayoritaria a
los que Trump se les hizo creer que estaban acorralados y a punto de ser
aniquilados o erradicados por los inmigrantes de países latinoamericanos o los
musulmanes etiquetados de terroristas y que, por tanto, lo eligieron presidente
para defender su existencia.
Con Trump, la comunidad inmigrante vive ahora con un miedo
fundamentado de que se hagan más frecuentes o rutinarias las redadas
migratorias en los centros de trabajo y campos agrícolas. Las promesas de campaña
de Trump, empezaran a hacerse realidad en los primeros 100 días de su gestión,
empezando con eliminar el Obamacare, luego con restricciones de entrada en la
frontera con México; terminar el programa DACA que protege a inmigrantes que
llegaron a este país a una temprana edad de manera irregular y que su sueño es
vivir y trabajar en el país que crecieron y se educaron.
Hay que estar vigilantes y no quedarse pasivos si Trump veta,
repele, deshace, las conquistas legislativas que el país disfruta en favor de
la población vulnerable y minoritaria. Ojala que el patriotismo que tanto
pregona Trump opaque el prejuicio racial que él provocó y realmente Estados
Unidos sea nuevamente la nación que ha dejado de ser por la misma culpa de las
administraciones que han estado alejadas del pueblo estadounidense, pero no a
costa de un regreso a los días amargos de esta nación donde los derechos
civiles eran violados por gobernantes, empresarios, autoridades, que en esos
días pensaban igual o peor que el Presidente Trump. Hablando de derechos
civiles, Martin Luther King Jr., dijo una vez que: “Las leyes de derechos civiles no impiden que alguien nos odie por el
color de nuestra piel. Pero si impiden que se nos linche”. Con Trump
esperamos un linchamiento moderno a los inmigrantes, musulmanes,
afroamericanos, mexicoamericanos y al resto de la población de color de piel
diferente a la que tiene el presidente Trump.
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