Foto por Análisis a Fondo
El periodista es el ser más despreciable por
las clases dominantes
Mientras tanto, los informadores somos
empáticos entre nosotros
Por Francisco Gómez Maza
Alguien asesinó a Lourdes Maldonado. Antes de
ella, alguien lo hizo con Margarito Martínez, ambos en Tijuana, y otro mató a
cuchilladas a José Luis Gamboa, en Veracruz. Los tres, periodistas en
ejercicio.
Las investigaciones, la persecución y la detención
de los autores materiales de los asesinatos es responsabilidad de las
autoridades gubernamentales, concretamente de los ministerios públicos.
El castigo al o a los responsables corresponde
al juez.
A los periodistas, como gremio, nos toca presionar
a las autoridades; estar pendientes de lo que hagan para lograr encontrar a los
asesinos materiales e intelectuales.
Los tres, periodistas dedicados a investigar, a
entrevistar a la realidad y hacerla pública.
Los asesinados, en vida pisaron pies y colas.
Obviamente fueron molestos para personajes malditos de las clases dominantes. Alguien
decidió hacerlos a un lado y, con las balas, lo logró.
Ya no serán piedras en el camino de la
corrupción. De la injusticia.
Ante los hechos, muchos pésames. Muchas
protestas.
Sin embargo, he de reconocer que los
periodistas, en general, no llegamos, a las últimas consecuencias.
Nunca hemos logrado la unidad para defendernos
de los poderes de las empresas periodísticas, de los gobernantes mafiosos.
Mucho menos de los poderes fácticos: de la delincuencia, organizada y de cuello
blanco y de la corrupción.
Muchos colectivos luchan cotidianamente por un
objetivo fundamental.
Defensores de los derechos humanos lo hacen
porque estos derechos sean respetados.
Defensores de los derechos de las mujeres,
porque se acabe la violencia de género, el acoso, la violación, el asesinato en
forma de feminicidio.
Y así.
Pero los periodistas. Conozco escasos esfuerzos
para la defensa de los derechos de los periodistas, del derecho a la
información. Del derecho a la libre expresión. Del derecho a la libertad de
prensa.
Estos derechos están en la Constitución
Política. Ahí están bien. Pero a los gobernantes y a los empresarios no les
gusta cumplirlos.
Y a los periodistas no nos gusta reclamarlos
para beneficio del gremio. Somos nada empáticos. Que cada quien se tape con su
propia sábana. Que cada quien se rasque con sus propias uñas. Nunca hemos sido solidarios entre nosotros.
Es más, hemos sigo casi enemigos. La envidia nos corroe.
Y así, quienes no quieren a los periodistas –
“a los pinches periodistas”, como nos calificaba un oficial de la desaparecida
Dirección Federal de Seguridad; tápales la boca con un rollo de billetes- pues
no les importa si nos matan.
Pero, aunque no estamos en tiempos de las
cavernas, del capitalismo salvaje, aunque hay conciencia de los derechos
humanos, aún sobreviven individuos –políticos, gobernantes, empresarios,
caciques, miembros de los poderes fácticos-, que no soportan el trabajo del
periodista, cuando va en contra de sus intereses individuales y de clase.
Pero los periodistas tenemos que defendernos,
individualmente y como gremio. No hemos podido hacer gremio. A muchos no les
interesa. Va en contra de sus intereses. También en este grupo social hay
clases.
Es el caso del asesinato. Alguien, un sicario,
los mató. Pero detrás de este asesino hay un autor intelectual del asesinato.
Pero en general esto nos tiene sin cuidado.
A veces, las autoridades ministeriales detienen
los asesinos. Pero no siempre.
Los periodistas conscientes tendríamos que
reunirnos para idear una organización desde donde defendamos nuestros derechos.
Y lo principal: el derecho a la vida.
Hace muchos años se creó la Unión de
Periodistas Democráticos. Pero al fin se acabó. La causa del fracaso: el
egoísmo, la ausencia de solidaridad, la antipatía entre unos y otros, la
“exclusividad”. La prepotencia.
Así, continuaremos, los periodistas, al
arbitrio de los poderes fácticos. Desprecio por nuestro trabajo, salarios de
hambre, ausencia de contratos laborales y, si pisamos cayos, la muerte. Al fin
y al cabo, no vale nada. Por supuesto que seguirán, al abrigo de los poderes
dominantes, los periodistas que están a su servicio.
A DESFONDO: Interesantes los datos de la
actividad económica, dados a conocer ese martes 25 por el INEGI. Datos
reveladores para que los tomen en cuenta los “analistas” que aseguran que a la
economía nacional se la llevó el payaso. Vean: En noviembre de 2021 y con
cifras desestacionalizadas, el Indicador Global de la Actividad Económica
(IGAE) aumentó 0.3% a tasa mensual. Por componente, en noviembre de 2021 las
Actividades Primarias ascendieron 7.2%, las Terciarias se incrementaron 0.5% y
las Secundarias disminuyeron 0.1%, con datos ajustados por estacionalidad. A
tasa anual y con series desestacionalizadas también, el IGAE avanzó 0.3% en
términos reales en noviembre pasado. Por grandes grupos de actividades, las
Primarias crecieron 6.9%, las Secundarias tuvieron un alza de 0.7% y las
Terciarias no presentaron variación con relación a igual mes de 2020. Pero no
cayeron. Vamos a esperar los datos de diciembre para ver si q los pesimistas
les asiste la razón.
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