Por Marco A. Gandásegui hijo*
A diferencia de los gobiernos de EE.UU. que
le antecedieron en el siglo XX, el presidente Donald Trump no está al servicio
del establishment financiero que controla la distribución del capital (los
excedentes del sector productivo) y de su burocracia que administra las
relaciones sociales de dominación (el Estado).
Por el contrario, es vocero de un
sector minoritario de la oligarquía norteamericana, que pretende recuperar
parte o la totalidad del poder político que ha ido perdiendo en forma
consistente, tras la II guerra mundial. El enemigo de Trump es el
establishment.
Trump se cree en condiciones de enfrentar
el mundo y derrotarlo, utilizando sobre todo su poderío militar.
Entre 1895 y 1990, por cada dólar invertido
en el sector productivo (industria y agricultura) se invertían 18 centavos en
activos fijos, procesos de fusiones y absorciones. A partir de 1990, por
cada dólar invertido en impulsar la economía productiva, las empresas
estadounidenses gastaron 68 centavos destinados a procesos de reestructuración
y concentración empresarial. Como consecuencia, en los últimos veinticinco años
la cuota de mercado de las 100 mayores multinacionales del mundo se duplicó,
pasando del 9% del total mundial en 1990 al 21% en 2017.
En las elecciones de 2016 Trump logró
organizar una campaña político-electoral que, primero, le permitió
secuestrar en agosto al Partido Republicano e, inmediatamente, conducir al
partido de Lincoln a un triunfo electoral sorpresivo (en noviembre), que lo
llevó a la Casa Blanca en enero de 2017.
El enfrentamiento entre las dos fracciones
del capital norteamericano es asimétrico. El sector más poderosos del
establishment, que controla el capital financiero, no sólo sirve de
pivote para las inversiones dentro de la economía norteamericana, sino
también ha construido una red global que incluye a Europa, pretende incorporar
a China y, además, controla la periferia del sistema capitalista que incluye
América Latina.
Según Paul Krugman [1], Trump
representa sectores importantes del gran capital industrial, de bienes raíces,
agroindustrial y energético. Para equilibrar la asimetría en lo político, logró
alinear sectores importantes de la clase obrera empobrecida de EE.UU. y
sectores que aún conservan una ideología conservadora (el “Tea Party”), así
como a los resentidos racistas. Para debilitar al sector financiero en el plano
internacional, por un lado se acerca a Rusia y, por el otro, le declara
la guerra comercial a China.
Trump se enfrenta ahora a elecciones
parciales. Los resultados de las elecciones en la Cámara de Representantes (450
curules), programadas para mañana martes 6 de noviembre, abrirán nuevos
escenarios que afectarán el futuro inmediato de ese país y del mundo. Está en
juego la presidencia de Donald Trump. Si el Partido Republicano conserva su
mayoría en el Congreso, se desatarán un conjunto de procesos promovidos por la
Casa Blanca. Si pierde, se producirán otros eventos, algunos predecibles y
otros menos.
¿Qué pasa si el partido de Trump gana en
2018? Lo más probable es que en 2020 triunfe en las elecciones presidenciales
programadas para ese año y siga en la Casa Blanca hasta 2024. También existe la
posibilidad de que intente eliminar la enmienda numero 25 de la Constitución de
EE.UU., que impide que el jefe de gobierno ocupe esa posición por más de dos
períodos.
Si el Partido Republicano no conserva su
mayoría en el Congreso, es probable que no llegue a 2020 como presidente.
Esto significaría en el plano internacional
un fin de la ‘globalización’ que pretendía acabar con las fronteras y dejar
establecido un gobierno mundial controlado por los centros financieros y el
poder militar de EE,UU. En su lugar, algo igual de pernicioso, Trump
contribuiría a consolidar el poder económico y militar -y cultural- centrado en
EE.UU. convirtiendo el resto del mundo en sus ‘vasallos’. Los vasallos serían
sus aliados tradicionales, igualmente sus contrincantes -residuos de la
guerra fría-, así como la periferia.
Esta posibilidad crea un escenario de
conflictos sin precedentes. Trump cree estar en condiciones de enfrentar al
mundo y derrotarlo, utilizando sobre todo su enorme poderío militar. (El 70 por
ciento de todos los gastos militares en el mundo se concentran en EEU.U.).
Si las elecciones de mañana no favorecen a
Trump, puede tener la seguridad de que no podrá reelegirse en 2020. Además, es
probable que no llegue a 2020 como presidente.
*Profesor de Sociología de la Universidad
de Panamá e investigador asociado del CELA.
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