domingo, 18 de noviembre de 2018

Trump se enfrenta al ‘establishment’ en elecciones



Por Marco A. Gandásegui hijo*


A diferencia de los gobiernos de EE.UU. que le antecedieron en el siglo XX, el presidente Donald Trump no está al servicio del establishment financiero que controla la distribución del capital (los excedentes del sector productivo) y de su burocracia que administra las relaciones sociales de dominación (el Estado).

Por el contrario,  es vocero de un sector minoritario de la oligarquía norteamericana, que pretende recuperar parte o la totalidad del poder político que ha ido perdiendo en forma consistente, tras la II guerra mundial. El enemigo de Trump es el establishment.
Trump se cree en condiciones de enfrentar el mundo y derrotarlo, utilizando sobre todo su poderío militar.
Entre 1895 y 1990, por cada dólar invertido en el sector productivo (industria y agricultura) se invertían 18 centavos en activos fijos, procesos de fusiones y absorciones. A partir de 1990,  por cada dólar invertido en impulsar la economía productiva, las empresas estadounidenses gastaron 68 centavos destinados a procesos de reestructuración y concentración empresarial. Como consecuencia, en los últimos veinticinco años la cuota de mercado de las 100 mayores multinacionales del mundo se duplicó, pasando del 9% del total mundial en 1990 al 21% en 2017.
En las elecciones de 2016 Trump logró organizar una campaña político-electoral que, primero,  le permitió secuestrar en agosto al Partido Republicano e, inmediatamente, conducir al partido de Lincoln a un triunfo electoral sorpresivo (en noviembre), que lo llevó a la Casa Blanca en enero de 2017.
El enfrentamiento entre las dos fracciones del capital norteamericano es asimétrico. El sector más poderosos del establishment,  que controla el capital financiero, no sólo sirve de pivote para las inversiones dentro de la economía norteamericana,  sino también ha construido una red global que incluye a Europa, pretende incorporar a China y, además, controla la periferia del sistema capitalista que incluye América Latina.
Según Paul Krugman [1], Trump representa sectores importantes del gran capital industrial, de bienes raíces, agroindustrial y energético. Para equilibrar la asimetría en lo político, logró alinear sectores importantes de la clase obrera empobrecida de EE.UU. y sectores que aún conservan una ideología conservadora (el “Tea Party”), así como a los resentidos racistas. Para debilitar al sector financiero en el plano internacional,  por un lado se acerca a Rusia y, por el otro, le declara la guerra comercial a China.
Trump se enfrenta ahora a elecciones parciales. Los resultados de las elecciones en la Cámara de Representantes (450 curules), programadas para mañana martes 6 de noviembre, abrirán nuevos escenarios que afectarán el futuro inmediato de ese país y del mundo. Está en juego la presidencia de Donald Trump. Si el Partido Republicano conserva su mayoría en el Congreso, se desatarán un conjunto de procesos promovidos por la Casa Blanca. Si pierde, se producirán otros eventos, algunos predecibles y otros menos.
¿Qué pasa si el partido de Trump gana en 2018? Lo más probable es que en 2020 triunfe en las elecciones presidenciales programadas para ese año y siga en la Casa Blanca hasta 2024. También existe la posibilidad de que intente eliminar la enmienda numero 25 de la Constitución de EE.UU., que impide que el jefe de gobierno ocupe esa posición por más de dos períodos.
Si el Partido Republicano no conserva su mayoría en el Congreso, es probable que no llegue a 2020 como presidente.
Esto significaría en el plano internacional un fin de la ‘globalización’ que pretendía acabar con las fronteras y dejar establecido un gobierno mundial controlado por los centros financieros y el poder militar de EE,UU. En su lugar, algo igual de pernicioso, Trump contribuiría a consolidar el poder económico y militar -y cultural- centrado en EE.UU. convirtiendo el resto del mundo en sus ‘vasallos’. Los vasallos serían sus aliados tradicionales, igualmente sus contrincantes  -residuos de la guerra fría-,  así como la periferia.
Esta posibilidad crea un escenario de conflictos sin precedentes. Trump cree estar en condiciones de enfrentar al mundo y derrotarlo, utilizando sobre todo su enorme poderío militar. (El 70 por ciento de todos los gastos militares en el mundo se concentran en EEU.U.).
Si las elecciones de mañana no favorecen a Trump, puede tener la seguridad de que no podrá reelegirse en 2020. Además, es probable que no llegue a 2020 como presidente.

*Profesor de Sociología de la Universidad de Panamá e investigador asociado del CELA.


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