Por JOEL ORTEGA JUÁREZ
“Estamos viviendo un tiempo de definiciones y esta ancheta está muy angosta no hay para adonde hacerse. Es estar con el pueblo o con la oligarquía, no hay más, no hay justo medio “, con estas palabras de Ayatola, el presidente borró 34 años, desde que Cuauhtémoc Cárdenas le abrió las puertas a su movimiento a Andrés Manuel López Obrador quien venía de haber votado por Carlos Salinas, tras varios años de militancia en el PRI.
La
arrogancia vulgar siempre es insoportable, pero se vuelve muy peligrosa cuando
se practica desde el poder.
Condenar
a Cuauhtémoc Cárdenas a la hoguera de leña verde, al colocarlo en el bando de
la oligarquía y AMLO autoproclamándose como la encarnación del “pueblo”, es un paso
más en el delirante camino del fanatismo demagógico del presidente, con el que
ofende, intimida y difama a todos sus opositores. Lo hace diariamente con
alevosía y ventaja desde el poder.
Esta
vez ha llegado a extremos insólitos, sentenciar como oligarca a su protector,
es una señal de los extremos inquisidores a los que puede llegar un hombre
poderoso que menosprecia a los diferentes.
Cuauhtémoc
Cárdenas es un referente fundamental del largo y sinuoso camino democrático
contra el viejo régimen de la dictadura perfecta.
La
ruptura con el PRI gestada desde la Corriente Democrática hizo posible la
construcción de un vigoroso movimiento en el que confluimos miles de antiguos
militantes de las izquierdas no gubernamentales con los cardenistas.
Recuerdo
un encuentro en casa de la militante comunista Marcela de Neymeth con
Cuauhtémoc Cárdenas, promovido por Jorge Martínez Almaraz El Chale muy
recientemente fallecido, asistimos varios militantes del PCM, Eso debió ser en
1987.
Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo,
Ifigenia Martínez y los demás integrantes de la Corriente Democrática aún no
salían expulsados del PRI.
No
era clara la profundidad y dimensiones de esa disidencia dentro del PRI y mucho
menos sus repercusiones nacionales.
Creo
que Cuauhtémoc Cárdenas encabezó un movimiento que rebasó los límites del
cardenismo y dio origen a un movimiento diferente. Un proceso que tuvo en el
centro el planteamiento democrático y que por eso logró reunir a los
tradicionales sujetos del cardenismo: los campesinos a lo largo y ancho del
país; los estudiantes de la UNAM y las demás universidades públicas y algunos
de la Ibero; sobrevivientes de la insurgencia sindical que encabezaron Rafael Galván y Arturo
Whaley; intelectuales de muchas
generaciones; vecinos, amas de casa y un abanico social y cultural que se expresó de manera impresionante en las
urnas el 6 de julio de 1988. Ante esa rebelión democrática el PRI y sus
operadores como Manuel Bartlett, al
servicio de Carlos Salinas, acudieron al fraude más burdo posible: rellenando
urnas de votos tachados previamente por los priistas; robo de urnas, votos de
personas fallecidas, operación ratón loco de votantes sin credencial de elector
que recorrían varias casillas, todas las marrullerías posibles incluyendo la caída
del sistema cuando se aterraron ante la inmensa cantidad de votos favorables al
Frente Democrático Nacional y sus candidatos encabezados por el candidato a la
presidencia de la República Cuauhtémoc
Cárdenas.
Esa
rebelión democrática fue la puerta de entrada a un largo y complicado proceso
de transición democrática.
Ese
proceso tuvo muchas etapas. Una muy importante fue la victoria de Cuauhtémoc
Cárdenas en 1997 al ganar el Distrito Federal.
Todo
ese proceso fue el que hizo posible el triunfo de Andrés Manuel López Obrador
en las elecciones de 2018.La mezquindad con la que hoy trata a Cuauhtémoc Cárdenas
exhibe su vocación autócrata.
Con
esa vocación defraudó a millones de sus electores. Su gestión es una estafa.
En
cada ámbito de la vida política, económica, social, ambiental, cultural y de
seguridad , AMLO ha hecho lo contrario de lo ofrecido en su campaña.
Por
más que su discurso pretenda negar la realidad, la desesperación de López
Obrador revela su fracaso.
Ante
ese fracaso no puede soportar que Cuauhtémoc haga diagnósticos y propuestas de
cambio de rumbo. Esa es la verdadera causa del ataque del presidente.
Cuauhtémoc
Cárdenas percibió que la reunión del Poliforum, era una trampa disfrazada para
dividir a la oposición, viejos priistas comandados por Dante Delgado usaron
algunos de los planteamientos publicados por Cuauhtémoc en libros, conferencias,
reuniones, desayunos y comidas para hacer una labor de falsa construcción de un
denominado Colectivo por México.
Fue
correcto que no asistiera a esa farsa. A pesar de ello AMLO lo atacó
arteramente.
Las
maniobras del gobierno para evitar su derrota van a continuar.
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