Por Armando García
Considerado como uno de los
últimos bastiones del imperialismo estadounidense en Latinoamérica, la Base
Naval en Guantánamo, Cuba, está en camino de cerrar sus puertas por orden
presidencial, sujeta a una fuerte opinión por parte de los
representantes y senadores dinosaurios en el Congreso estadounidense,
incluyendo a los jóvenes senadores de origen cubano y candidatos republicanos a
la Casa Blanca que desean conservar la base como un centro carcelario para la
detención de personas caracterizadas como terroristas islámicos sin tener que
trasladar a los reos encarcelados en la base a territorio estadounidense o a
otros países.
La Base Naval en la Bahía de Guantánamo se estableció
en 1898,
cuando Estados Unidos ocupó militarmente la isla tras derrotar a España en la Guerra hispano-estadounidense. El gobierno de
Estados Unidos obtuvo un arrendamiento perpetuo que comenzó el 23 de febrero de 1903,
con la firma por parte de Tomás Estrada Palma, el primer presidente de la
República de Cuba.
La base de Guantánamo y la Universidad de las Américas
en Panamá por una buena parte del Siglo XX fueron el símbolo del imperio yanqui
por su posición en el continente americano.
El Presidente Obama, hace historia y si logra
conseguir el cierre de la Base, tendrá que traspasar la base en su territorio,
como lo hizo con la presencia militar en Panamá, al trasladar todo el Comando
Sur hacia San Antonio, Texas.
Con el cierre, Cuba bien podría recuperar esa porción
de su territorio, pero le llevaría mucho tiempo poder colocar a los cubanos que
laboran en la base, a la economía laboral socialista de la isla.
Habría que ver también lo que Cuba pueda pedir como indemnización,
por la presencia de más de un siglo que Estados Unidos ha tenido en la isla más
grande de las Antillas.
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