Por Armando García
Durante la visita del Papa Francisco a México se abrió
a la opinión pública el tema del abandono y la marginación de los indígenas de
ese país. Ahora que los reflectores, los sermones, los mensajes, los
testimonios de los protagonistas que se quejaron de la marginación que viven,
la pregunta obligada es: ¿Quién dará seguimiento a lo hablado, denunciado y
escrito sobre la problemática del indígena?
Indudablemente el tema ha hecho reflexionar a los
agnósticos, a los ateos, a los protestantes y claro a los católicos. Pero la
realidad es que desgraciadamente el tema será solamente de estudios
intelectuales y de temas de las páginas y espacios editoriales de los medios de
comunicación.
Por más que se hable del tema, no hay voluntad política
o religiosa que pueda resolver la discriminación a la población indígena en México
que data desde la conquista española. Los medios de comunicación mexicanos han
hablado de que existen 53 propuestas de atención a los indígenas y solamente
ocho han sido considerados. El resto se ha gastado solamente en papel y tinta, colectando
polvo.
Hace tiempo andaba de compras en una tienda de artesanías
en la capital de México. Había turistas comprando bolsos, tapetes, muñecas,
adornos típicos del país azteca. Y hubo una pareja de extranjeros que preguntó
de donde provenían tales productos o quienes los elaboraban. Y tranquilamente
les indiqué que eran hechos por dos mujeres indígenas que estaban sentadas en
vil suelo frente al establecimiento, sin protección alguna de higiene o comida
o agua potable. También hay indígenas en las esquinas de las calles pidiendo limosna
o vendiendo golosinas o niños haciendo malabares por unos cuantos centavos.
A esos verdaderos mexicanos, que unos siete millones
hablan su propio idioma y malamente se catalogan como indios, solamente se
habla de ellos cuando se trata de discursos oficiales, demagógicos y
eclesiásticos. En Chiapas hace 21 años hubo un levantamiento indígena que puso
en jaque al estado mexicano, por las mismas quejas que dos décadas después vino
el Papa a escuchar las penurias de los olvidados y condenados de la tierra
mexicana.
El Papa al referirse a ellos dijo que “…muchas veces, de modo sistemático y estructural, vuestros
pueblos han sido incomprendidos y excluidos de la sociedad. Algunos han
considerado inferiores sus valores, sus culturas y sus tradiciones. Otros,
mareados por el poder, el dinero y las leyes del mercado, los han despojado de
sus tierras o han realizado acciones que las contaminaban. ¡Qué tristeza! Qué
bien nos haría a todos hacer un examen de conciencia y aprender a decir:
¡Perdón!, perdón hermanos. El mundo
de hoy, despojado por la cultura del descarte, los necesita a ustedes”.
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