domingo, 14 de febrero de 2016

Editorial: Contra la riqueza, la vanidad y el orgullo



Por Armando García

Con un llamado contra las tentaciones de la riqueza, la vanidad y el orgullo, el Papa Francisco dejó claro que con las fuerzas del mal no se dialoga, sino solamente se le responde con la Palabra de Dios.
Con este mensaje contundente el Sumo Pontífice le dio un jalón de orejas al clero mexicano por su falta de acercamiento a las masas de olvidados y de los más vulnerables del país azteca.
Le dijo a la cúpula eclesiástica que salgan a las calles y decirle un no, al Dios del Dinero. Que el pueblo mexicano no necesita príncipes ni cardenales, sino hombres de Dios que den un testimonio real de Fe.
Subrayó que el narcotráfico, por su proporción y por su extensión en el país, es un foco canceroso devorador, e invitó a sus súbditos a apoyar el combate al narcotráfico y la violencia, comenzando por las familias; acercándose y abrazando la periferia humana y existencial de los territorios desolados de las ciudades controladas por el crimen organizado involucrando a las comunidades parroquiales, las escuelas, las instituciones comunitarias, la comunidades políticas, las estructuras de seguridad.

Leyendo entre líneas el mensaje Papal, se da a luz lo que por mucho tiempo se sabía, pero no se divulgaba, que el obispado mexicano no ha sabido acercarse al pueblo de Dios. Se le ha considerado al clero mexicano, como un protector, defensor de los intereses de la oligarquía y de grupos poderosos, olvidándose de las necesidades de los marginados y condenados a vivir en la miseria. En parte de todo eso y por los escándalos de pederastia de los curas, la cantidad de católicos ha disminuido, dejando campo abierto a evangelizadores que están más apegados a las escrituras que a dogmas impuestos por jerarquías eclesiásticas o por intereses contrarios al evangelio de Cristo Jesús.
El pueblo mexicano es en su mayoría católico. La población mexicana es de unos 110 millones de personas. Se estima que el 83% es católico.  El poder maligno ha tomado control de casi un 20% de su sociedad alejándola de Dios y el episcopado mexicano no ha sabido combatir a las fuerzas enemigas de Dios, quedándose en el confort de su fortaleza llamada iglesia, olvidándose de la Gran Comisión dictada por Jesucristo para sus discípulos de ir a todos los rincones para enseñar y obedecer todo lo que ÉL les había mandado.
El Papa Francisco, es el primer pontífice que veo, está más apegado a la Palabra de Dios, que sus predecesores.  Su comportamiento, su postura, su consejo, su mensaje es bíblico.

Se le puede considerar un Papa Reformador que desea o busca remediar en su pontificado los errores garrafales e históricos que el catolicismo ha tenido durante toda su existencia y que han afectado a la humanidad de creyentes por siglos. Una tarea difícil, pero no imposible, ya que para Dios no hay imposibles.

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