Por Armando García
Con la visita del Papa
Francisco a México se abre el polémico tema de la descatolización en el vecino país.
Aunque la población sea en su mayoría católica, en los últimos años se ha
empezado a ver el surgimiento de otras manifestaciones de culto que ofrecen a
los feligreses diversas opciones de adoración, de oración, de salvación, fuera
de los dogmas del catolicismo.
Las cifras del Censo
de 2010 confirman en México el crecimiento de organizaciones religiosas
distintas al catolicismo romano. Ante
esta realidad, el clero mexicano tiene que rendir cuentas al Papa Francisco
sobre la realidad de la descatolización. ¿Acaso la iglesia católica en México
ya no le interesa salvar almas como lo pide la Gran Comisión de Jesucristo
dictada en las Sagradas Escrituras? ¿Acaso la iglesia toma una posición cómoda al
sentir segura la cantidad de católicos existentes sin la necesidad de campañas
evangelizadoras?
Expertos y estudiosos
del fenómeno de la descatolización empezó a tomar camino a raíz de los escándalos
de pederastia en el seno de la iglesia católica, asunto que el mismo Vaticano
ha tratado con pincitas. Tanto así, que a una semana de la visita del Sumo Pontífice,
se avisa que el Papa no se reunirá con las víctimas de abuso por parte de los clérigos.
Vale la pena
preguntar. ¿A quién viene hablar al Papa? Bueno por ser el Jefe de Estado del
Vaticano, viene a hablar como político ante la cúpula del poder mexicano. Como
representante de la Iglesia Universal del Vaticano, viajará a donde se
encuentren los creyentes existentes en ciudades claves donde impera el crimen y
está ausente el estado de derecho y a lugares donde el ausentismo de feligreses
es marcado e intentará convencer a los que se han ido a otros cultos a que
regresen al catolicismo.
El viaje del Papa es
complicado. En unos cuantos días es imposible remediar años o mejor siglos de
una incapacidad consciente o inconsciente de la Iglesia de acercarse a la vida real
y cotidiana del pueblo por estar vinculado a los intereses de la oligarquía,
opresora de las masas de pobres y marginados que tienen fija la mirada al cielo
con la esperanza de que Dios los ayude a salir de sus problemas de miseria y marginación.
Hay que reconocer que el Vaticano es un
verdadero imperio religioso, y a partir del Papa Juan Pablo II la iglesia ha
tenido que tomar posturas más pegadas a la realidad de la sociedad actual, pero
todavía le falta mucho, y esa falta al ser un vacío lo aprovechan las iglesias
cristianas, que en su mayoría no cuentan con un jefe religioso humano, ni
tampoco cuentan con un Papa, sino un solo Rey de Reyes: Jesucristo.
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