Por Patricia
Barba Ávila*
No
queremos ricos, no
queremos sacerdotes ni
gobernantes; no queremos bribones que exploten las fuerzas de los trabajadores;
no queremos bandidos que sostengan con ley a esos bribones,
ni malvados que
en nombre de cualquier religión hagan del pobre un cordero que
se deje devorar de los lobos sin resistencia y sin protesta. Ricardo
Flores Magón
Es muy
probable que el aplastante triunfo de la coalición encabezada por Morena el
pasado 1° de julio de 2018, haya sido posible en gran medida, gracias no sólo a
la modificación en el discurso de su líder y ahora Presidente de la República,
Andrés Manuel López Obrador, sino a la admisión en el seno de este
partido-movimiento y su dirigencia, tanto de representantes y disidentes del
prian-perredismo como del poderoso empresariado otrora decididamente contrario
a AMLO.
Imposible
olvidar el vergonzante “haiga sido como haiga sido” precedido por la intentona
de desafuero y orquestados por Salinas de Gortari, Fernández de Ceballos, Fox y
Calderón en 2005-2006. Y qué decir de la escandalosa compra de votos por parte
de la campaña peñanietista acompañada por la misma guerra sucia con la que se
perpetró otro robo, el de la elección en 2012, en detrimento de las grandes
mayorías cada vez más despojadas de sus derechos.
Recuerdo que
varias de las constantes críticas a Morena y la izquierda se referían no sólo a
los encendidos discursos de AMLO contra la “mafia del poder”, sino a la
“cerrazón” e “intolerancia” tanto de su líder como de su militancia,
exigiéndoles mayor “pluralidad” y apertura. Efectivamente, un dirigente
que se prepara para ser primer mandatario de todo un país, debe tomar en cuenta
que gobernará no sólo para sus seguidores, sino para un amplio espectro de
ciudadanos con ideologías tan diversas como antagónicas. Y es aquí donde radica
el meollo del asunto.
En el marco
del recién conmemorado Día Internacional de los Trabajadores –que no “del
Trabajo”-, en el que se celebra justamente, la acción valiente de los Mártires
de Chicago contra la explotación laboral, es fundamental establecer la esencial
diferencia en las dos concepciones ideológicas: el capitalismo y el socialismo.
Pues sin ningún ánimo maniqueo*, los postulados de ambas doctrinas son
diametralmente opuestos. Mientras que el capitalismo se fundamenta en el lucro
de los pocos (propietarios de empresas) a costa del esfuerzo de los muchos
(obreros, empleados), el socialismo establece el derecho inalienable de que los
trabajadores gocen plenamente del producto de su propio esfuerzo.
En virtud de
lo anterior, los que desde hace tiempo militamos en la izquierda, hemos visto
con preocupación justamente este mal necesario: la inclusión en la militancia y
dirigencia morenista, de interlocutores cuya concepción político-económica poco
o nada tiene que ver con los lineamientos de un partido que se considera de verdadera
oposición a regímenes que han implantado de forma descarnada el neoliberalismo
depredador (vaya pleonasmo). Y en este punto la pregunta es obligada: ¿acaso el
triunfo en los estados norteños, tradicionalmente dominados por el poderoso
empresariado en mancuerna con el prianismo, hubiese sido posible de no haber
dado Morena acogida a personajes como Alfonso Romo, connotado empresario
norteño y Jefe de la Oficina de la Presidencia, quien además, en varias
entrevistas durante la campaña electoral, defendió a su actual jefe?
Es evidente y
esperable que la interacción que López Obrador ha venido manteniendo con el
alto empresariado haya generado enojo y protestas por parte de los sectores más
acusadamente de izquierda dentro de su partido. Por supuesto, sin negar
el legítimo derecho de dichos sectores a sentirse defraudados –sentimiento que
comparto plenamente- lo cierto es que si no se modera el tono y la postura del
gobierno respecto a los poderosos y, en la gran mayoría de los casos, corruptos
hombres de negocios, las medidas adversas a la nueva administración se
recrudecerían aún más de lo que ha ocurrido debido, entre otras
decisiones, a la cancelación del NAIM, multibillonario negocio truncado del
Grupo Atlacomulco, Carlos Slim, entre otros. Pero no sólo fue la decisión
mayoritaria de la población que optó por la alternativa de Santa Lucía y el
actual aeropuerto, la que provocó y sigue generando encendidas y feroces
críticas contra el primer mandatario, sino otras promesas de campaña tan
fundamentales para la 4T como la construcción de la nueva gran refinería en Dos
Bocas, Tabasco, junto con el remozamiento de las 6 que actualmente existen en
el país y cuya capacidad fue reducida al mínimo por los hampones “gobiernos” de
Salinas, Fox, Calderón y Peña. Es innegable que el impacto que el incremento en
la refinación de petróleo tendrá en los multimillonarios negocios de la
criminal banda de malhechores disfrazados de políticos, será inmenso y esto es
algo que no pueden perdonar. A todo lo anterior hay que añadir la decisión de
la nueva administración no sólo de reducir el gasto corriente a niveles de
absoluta necesidad, sino de retirar las millonarias pensiones presidenciales,
vender el ofensivo y lujosísimo avión regalado a Peña por Calderón y la flota de
aeronaves en la que se trasladaban, como parte de un estilo de vida palaciego e
insultante para el resto de la empobrecida población.
Las
anteriores y otras medidas ya iniciadas por el gobierno de Andrés Manuel López
Obrador, como las becas a estudiantes, el sueldo de $3,600.00 a jóvenes otrora
empleados por el crimen organizado, las pensiones a adultos mayores, el rescate
de la CFE, los apoyos a campesinos y agricultores, han venido siendo
sistemáticamente atacadas de manera desvergonzada por el prian-perredismo
carente de toda autoridad moral. Pero esto no es lo más preocupante. Lo que nos
genera una profunda consternación es el “fuego amigo” dentro de la dirigencia
de Morena y del Congreso. Y es que no es para menos el enojo de las
organizaciones obreras y los que militamos en la izquierda, respecto de la
recién aprobada Reforma Laboral, principalmente porque no elimina el vergonzoso
e inmoral “outsorcing”, eufemismo con el que se intenta disfrazar una verdadera
explotación de los trabajadores. Aquí es obligado resaltar las constantes
protestas del diputado por el PT Gerardo Fernández Noroña, quien de manera
congruente ha declarado que van a continuar oponiéndose a dicha reforma hasta
que la misma no incluya la completa erradicación de la subcontratación (outsorcing).
Pero no es
sólo el “fuego amigo” dentro de su partido lo que ha venido enfrentando el
presidente, sino las contundentes críticas derivadas tanto del EZLN como de sus
partidarios, quienes desde hace ya varios años se han venido manifestando contra
AMLO y Morena, especialmente en la figura del antes “Sub Marcos” hoy
auto-nombrado “Galeano”. El principal argumento es la participación del
Movimiento de Regeneración Nacional en las elecciones de 2012 y de 2018.
Razones no le faltan a los zapatistas para su oposición al juego electorero
concebido por el Consenso de Washington y su representante en México, Carlos
Salinas de Gortari quien en 1990 se sacó de la manga al Instituto Federal
Electoral, hoy INE. Huelga decir que quien revise la ley electoral y el
sistemático y vergonzante comportamientoifeano/ineano, se dará cuenta de que su
verdadero propósito ha sido el de impedir a toda costa la instauración de una
auténtica democracia en el país. Dicho lo anterior, una cosa es ejercer una
crítica necesaria que evite desviaciones que conduzcan a Morena por la ruta
lamentable recorrida por el ya casi inexistente PRD y la otra es convertirse en
tonto útil de la plutocracia que a toda costa desea el fracaso del nuevo
gobierno y su Proyecto Alternativo de Nación.
Por otra
parte y pese a “la otra campaña” y su férrea oposición al lopezobradorismo,
sumándose de manera lamentable a la guerra de lodo encabezada por la derecha,
AMLO y la Coalición por él liderada, triunfó contra todo pronóstico aquél
histórico 1° de julio de 2018, anulando los numerosos fraudes perpetrados en
virtualmente todos los distritos electorales. Es evidente que esta vez, no les
alcanzó. Sin embargo, me pregunto: ¿fue sólo la abrumadora cantidad de
ciudadanos que sufragamos por la coalición encabezada por Morena, lo que obligó
a la plutocracia nacional e internacional y sus patiños gerentes dentro de la
politocracia mexicana, a reconocer su triunfo?
Y es en este
punto donde retomo el tema de la pluralidad ideológica dentro de Morena como
arma de doble filo para la cristalización de la 4T en la realidad que todos, o
casi todos los mexicanos –y también latinoamericanos- esperamos. Es decir,
tendríamos que reflexionar sobre la necesidad que pudo haber percibido López
Obrador y su círculo cercano, de abrirse pragmáticamente a otros sectores
influyentes y así garantizar su llegada al gobierno, pese a que esta misma
apertura podría llegar a convertirse en un obstáculo para el tan ansiado cambio
real de paradigma.
Si a todo lo
anterior sumamos los alegres análisis de la comentocracia “progresista”, con
críticas absurdas disfrazadas de “objetivismo” e “imparcialidad” que venden a
las audiencias como pasteles envenenados, la cristalización de la 4T en la
realidad que todos anhelamos recorrerá un camino mucho más complicado de lo que
habíamos anticipado.
Así viven las
clases dominantes: del sufrimiento y de
la muertede las
clases dominadas, y pobres y ricos, oprimidos y déspotas, en virtud de la costumbre
y de las preocupaciones heredadas,
consideran natural este absurdo estado de cosas. Ricardo Flores Magón
——
*Maniqueísmo:
Religión fundada por el príncipe persa Manes (216-277) según la cual existen
dos principios reguladores del universo, el Bien y el Mal, que se encuentran en
constante lucha y oposición, y a los que denomina la Luz y las Tinieblas,
respectivamente
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