Después
del fallido intento golpista de Leopoldo López y Juan Guaidó en el distribuidor
Altamira de Caracas, sin que los militares bolivarianos necesitaran disparar un
tiro para desactivarlo, algunos medios hegemónicos se han visto forzados a
explicar las causas del descalabro. Debe considerarse que a más de tres meses
de su autoproclamación ni una sola de las iniciativas del “presidente interino”
ha tenido éxito, no obstante que Washington dirige cada uno de sus pasos y el
apoyo total conque cuenta de los medios hegemónicos. Es muy cómica, por cierto,
la denominación de rebelión cívico-militar para la fallida escaramuza, acuñada
por CNN en español, entre otras bocinas del aparato de propaganda de
guerra de Estados Unidos.
El
mayor fracaso del plan golpista, supervisado personalmente por John Bolton y
Elliot Abrams en tiempo real, consistió en la magra respuesta de militares – de
ellos, la mayoría engañados-, la ausencia de opositores en el distribuidor pese
al llamado que les hiciera muy temprano el autoproclamado y también el hecho de
que la Fuerza Armada Nacional Bolivariana mantuviera intacta su cohesión, al
revés de lo que esperaban la Casa Blanca, López y Guaidó. Sin ello no se podía
cumplir el objetivo de lograr los muertos necesarios para provocar la
intervención militar estadounidense. Mucho menos conseguir el anhelado
derrocamiento del presidente Nicolás Maduro.
Leamos
algunas perlas de medios hegemónicos, inequívocamente comprometidos con la
oposición venezolana y con el plan estadounidense de derrocamiento de Maduro.
Esta de El País, de Madrid: Lo que se vio el sábado en las
calles de Caracas es la enésima muestra de una estrategia que parece haber
perdido impulso a pesar de los sobresaltos de los últimos días. La acción
convocada por Guaidó para que sus seguidores se concentraran en los cuarteles y
en las bases militares con el propósito de convencer a los uniformados de
cambiar de bando tuvo un resultado meramente simbólico… según pudo
comprobar El País en los alrededores de la base aérea de La Carlota y
en la Comandancia General de la Guardia Nacional Bolivariana, apenas reunió a
cientos de personas que entregaron un documento a algunos miembros de las
fuerzas armadas.
Esta
otra del Clarín de Buenos Aires: "Unas 10 horas después del
anuncio de Juan Guaidó sobre la "liberación" del líder
opositor Leopoldo López, poco ha cambiado en la Venezuela de Nicolás
Maduro: ni batallones repletos de soldados hastiados se sumaron a la
rebelión popular, ni las calles se llenaron de opositores dispuestos a
llegar al Palacio de Miraflores para acabar con lo que el jefe del Parlamento y
"presidente encargado" llama "la usurpación". Y, mucho
menos, ha caído el régimen chavista". Pero he aquí qué confesión
en otra nota firmada por Pablo Bifi: "El respaldo militar a
Maduro es clave, pero no la única pata que le permite mantenerse en el poder.
Es innegable que aún, y pese al descalabro de la economía que golpea por igual
a chavistas y antichavistas, el régimen goza de un respetable apoyo en
sectores de la sociedad que viven del sueño de la Revolución
Bolivariana...”
Y es
que esa revolución tiene hondas raíces en la historia y la cultura venezolanas:
bolivarianas, africanas, indígenas, de luchas campesinas y obreras, cultivadas
con esmero por Hugo Chávez y sus continuadores. El magisterio que el comandante
realizaba desde su programa Aló presidente, en sus discursos y con el ejemplo
de su vida quedó firmemente arraigado en el corazón y la mente de los
venezolanos. Sin olvidar la práctica de las masas empoderadas no solo con el
voto, sino con su influencia en la decisión del rumbo de las transformaciones. Por
eso Venezuela resiste y por eso Trump y sus títeres fracasan. Las traiciones,
como la del jefe de la inteligencia bolivariana, no son nuevas en tiempos de
revolución ni cambian el destino de ninguna empresa liberadora.
Lo
que la hace mucho daño a ese heroico pueblo que resiste en Venezuela, como lo
hace al de Cuba, es la guerra económica, las llamadas sanciones. Ese es su
objetivo: castigar sin piedad al pueblo para forzarlo a rebelarse contra el
gobierno. Lo confirma esta reciente declaración, sobre los casos de Venezuela,
Cuba e Irán, de Idriss Jazairy, relator especial de la ONU
sobre el impacto de las sanciones unilaterales en los derechos
humanos: las diferencias políticas entre gobiernos nunca deben
resolverse induciendo desastres económicos o humanitarios a la población…
recurrir a esas medidas económicas, con propósitos políticos, viola los
derechos humanos y la normativa internacional ya que pueden precipitar
catástrofes humanitarias de grandes proporciones. Es la hora de la más amplia
y generosa solidaridad con los pueblos sometidos al castigo económico de
Washington. En particular, de la solidaridad con Venezuela, donde al imperio le
urge acabar con la utopía.
Angel
Guerra: Latinoamericanista y analista internacional, articulista del diario
mexicano La Jornada. Invitado frecuente en teleSUR. Fue director del diario
Juventud Rebelde (1968-71), de la revista Bohemia (1971-1980) y de otras
publicaciones cubanas de circulación nacional
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