jueves, 16 de marzo de 2023

En México tenemos una partidocracia

 

CORCHOLATAS Y FRANQUICIAS

 

Por JOEL ORTEGA JUÁREZ

 

EL TAPADO FUMA ELEGANTES, eso decía un letrero en un espectacular situado en un edificio pequeño contra esquina de la Alameda, en 1958, aludía a Adolfo López Mateos candidato del PRI, cuyo contendiente principal era Luis H Álvarez por el PAN.

Ahora tenemos corcholatas, una de las cuales será destapada por su inventor Andrés Manuel López Obrador, en el polo electoral opuesto están las franquicias o marcas registradas, conformadas por el PAN, el PRI, el PRD y el comodín Movimiento Ciudadano.

Tal parece que fuera inevitable tener un sistema, modelo o régimen electoral como el existente, donde los partidos con registro son las únicas opciones posibles y por lo tanto   a los electores no nos queda otra que apechugar y votar por ellos.

No es así. En muchas partes del mundo, donde hay elecciones, las opciones son muchas debido a que para registrar candidatos, partidos, frentes o coaliciones son mínimas.

En México tenemos una partidocracia, para registrar un partido se necesitan muchos requisitos para los que es necesario tener mucho dinero, las candidaturas ciudadanas o independientes requieren de más requisitos. Todo esta diseñado para mantener un control para unos cuantos partidos, que son en realidad franquicias o marcas registradas.

Estas franquicias están en manos de unas cuantas familias o grupos de familias, una verdadera casta que tienen el dominio político, económico, cultural e incluso científico desde más de un siglo. Por eso vemos cómo ciertos apellidos, familias y dinastías pasan de un gobierno a otro a nivel de los estados y a nivel nacional.

Para resumir ese dominio, baste recordar que él sistema político nació a través del Partido de Estado con diversos nombres PNR, PRM y PRI estructurados de manera corporativa, mediante sus sectores que se integraban mediante los sindicatos oficiales o charros entre los asalariados, el sector campesino mediante el control de Comisarios Ejidales, comités de pequeños propietarios y el sector popular mediante el control de pequeños comerciantes, profesionistas, vendedores ambulantes, taxistas y todo el mundo del llamado sector terciario de la economía. Ese modelo corporativo tuvo el monopolio absoluto de la presidencia de la república desde 1924 al año 2000. Mantuvo el monopolio de las gubernaturas de los estados por casi el mismo periodo hasta 1991 y controló el Congreso de la Unión y los Congresos de los Estados hasta 1997.

A partir de entonces (1997) se fue conformando un proceso muy accidentado, parcial, contradictorio y con múltiples vicios que se conoce como la Transición Democrática.

Ese largo y sinuoso camino está hoy amenazado por el presidente, su partido y aliados, quienes buscan una restauración del modelo de Partido de Estado o prácticamente único.

La cuestión es que simultáneamente a esa lucha contra la restauración de la dictadura perfecta, se tendrá que tomar una decisión electoral para el proceso del año 2024.

Avanzar en los espacios democráticos, tanto los electorales como lo de carácter más general, social, político y cultural fue el resultado de muchas décadas, de movimientos, de partidos, de grupos y de personas de diverso signo ideológico y político y de diversas clases y capas de la sociedad.

Esos espacios consumaron logros que parecían imposibles, como derrotar al PRI y que este aceptara sus derrotas en 1997 en la ciudad de México, en la Cámara de Diputados y en varias gubernaturas e incluso en la presidencia en el proceso electoral del año 2000.

Si se reduce el problema político mexicano a la confrontación clasista y al programa anti capitalista y socialista, se hacen conclusiones incorrectas.

Ni siquiera con el General Lázaro Cárdenas los socialistas y comunistas de cualquier tendencia triunfaron, mucho menos los proletarios, pero se realizaron avances importantes en muchos aspectos y retrocesos en otros.

En 1988 la inmensa mayoría de las izquierdas apoyamos al FDN y la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas, el fraude no impidió un avance inmenso en el plano electoral. Oficialmente tuvieron que reconocer el 30% de los votos al FDN.

Sobre todo, el sistema tuvo que abrirse, se conquistó una reforma electoral que hizo posible el que los votos se contaran y se redujera al mínimo el fraude. Gracias a eso MORENA ganó las elecciones presidenciales en 2018 y siguió conquistando muchos gobiernos estatales, a la fecha 22 de 32 entidades federativas son gobernadas por MORENA y sus aliados.

El gobierno de AMLO estafó a sus electores, ha hecho lo contrario a lo que prometió: militarizó al país, la pobreza creció, la corrupción aumentó, la salud es un fracaso, sus programas asistenciales son muy deficientes; no creció la economía, el desempleo sigue aumentando, se ha aplicado una política de sometimiento a los Estados Unidos contra los migrantes y otros aspectos de restauración del autoritarismo.

En las elecciones del 2024, estará la corcholata que destape AMLO y una candidatura de las franquicias PRI PAN PRD y cada vez menos de Movimiento Ciudadano.

Entre las corcholatas, AMLO va a destapar a Claudia Sheinbaum, su favorita, o a Marcelo Ebrard, o su amigo Augusto López, muy improbablemente a Ricardo Monreal y menos aún a Gerardo Fernández Loroña, quienes están en la lista para negociar algún puesto.

En las franquicias ya se han lanzado Santiago Creel, que tiene el aparato del PAN y una trayectoria muy inconsecuente; Xóchitl Gálvez que se auto descartó para la presidencia y prefiere ir a lo seguro por la Ciudad de México; la senadora Lili Téllez que llegó por la vía de Morena y es muy reaccionaria; el empresario Gustavo de Hoyos con un perfil muy anacrónico y muchos “candidatos de relleno” que buscan algún cargo de elección o puesto gubernamental.

La caballada está muy flaca en la perspectiva de un programa de centro izquierda que sea viable para triunfar en las elecciones presidenciales del 2024.

Salvo que surja una candidatura no partidista, con experiencia y trayectoria democrática, sin cola que le pisen y con un programa de centro izquierda.

Todo es posible. Veremos qué ocurre.

 

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