¿POR QUÉ FUI AL ZÓCALO?

 

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Por JOEL ORTEGA JUÁREZ

La libertad es una condición humana, por lo tanto no se da de una vez, de una sola forma y para siempre, en México -a partir de la segunda mitad del siglo XX, para  no remontarnos a toda su historia- se han librado múltiples movimientos para defender la libertad de manifestación.

El zócalo era un espacio monopolizado por el PRI y sus aparatos corporativos, especialmente el charrismo sindical, para venerar al señor presidente. Cada 1 de mayo llevaban acarreados a los trabajadores para dar las gracias al señor presidente, a esas concentraciones les pusieron una cifra: un millón de trabajadores, era una de tantas falacias.

Fueron las movilizaciones estudiantiles de 1968 las que consiguieron romper el monopolio priista, venciendo a los aparatos represivos granaderos, policías secretos y a las tropas militares en los combates del centro histórico los días 26, 27 28 29 y la madrugada del 30 de julio.

Gracias a un pliego petitorio de seis puntos – ninguno de ellos subversivo, ni todos juntos eran revolucionarios- que recogían el sentimiento y el descontento de cientos de miles de estudiantes y algunos sectores populares, cuya inmensa mayoría no pertenecía ni simpatizaba con ningún partido del régimen ni con ningún partido o grupo marxista, de centro o de derecha, esa era una de sus virtudes la pluralidad ideológica y política.

Otra virtud fue la capacidad de aliarse a un personaje como el Rector Javier Barros Sierra, un hombre que procedía del poder, fue Secretario de Comunicaciones y Transportes del gobierno de Adolfo López Mateos y además era un empresario prominente en la Compañía ICA, Ingenieros Civiles Asociados, una de las primeras y grandes empresas trasnacionales de origen mexicano.

No sobra repetir lo que decía Lenin, nada es puro en política, ni en las revoluciones. Cada movimiento cada lucha es un fenómeno que genera o expresa alianzas de diverso tipo.

En este momento político, el presidente Andrés Manuel López Obrador, su partido MORENA y sus aliados pretenden realizar una contrarreforma electoral.

Gracias a movilización del 13 de noviembre que presionó a los partidos del llamado Bloque Va por México impidió la aprobación de constitucional de esa contrarreforma, ante la que el presidente AMLO, su partido y sus aliados propusieron el llamado Plan B, contra él se realizaron las inmensas movilizaciones del 26 de febrero que abarrotaron el zócalo y calles aledañas en la ciudad de México y un centenar en distintas ciudades importantes del país e incluso mítines en varias partes del mundo.

Las movilizaciones rebasaron en muchos sentidos a sus convocantes formales, entre ellos algunos encabezados por empresarios como Claudio X González y otros de tipo derechista y los viejos partidos justamente desprestigiados PRI-PAN-PRD, los cuales también concurrieron a las movilizaciones, es totalmente absurdo por eso mismo, pensar que esos partidos tuvieron la capacidad de movilizar a cientos de miles de personas en todo el país.   

Las movilizaciones captaron un sentimiento político opositor al gobierno de AMLO. 

Esa oposición rebasa a los convocantes de las movilizaciones e incluso a las propias movilizaciones del 13 de noviembre y el 26 de febrero, se trata del rechazo a un gobierno que estafó a sus propios votantes al gobernar con políticas contrarias a las que ofreció en su campaña, por ahora solo mencionaré la cada vez más nefasta militarización del país.

El mismo domingo 26 de febrero personal militar de una Base de Operaciones desplegado en Nuevo Laredo Tamaulipas, hicieron disparos contra una camioneta en la que viajaban 7 jóvenes, cinco de ellos murieron por heridas de armas de fuego, posteriormente en la colonia  Cavazos Lerma el ejército hizo disparos al suelo y al aire para “dispersar” a los colonos que querían impedir se llevaran la camioneta, en la que viajaban los jóvenes, con más de 60 impactos de bala, que ahí estaba abandonada.

Ante estos sangrientos hechos el Comité de Derechos Humanos de Nuevo Laredo consideró que la muerte de  Gustavo Pérez  Beriles,  Wilberto Mata Estrada, Jonathán Aguilar Sánchez, Gustavo Ángel Suárez , de origen estadounidense, y Alejandro Trujillo Rocha Castillo, se trató de una masacre de hombres inocentes que habían salido de un antro y quienes no se encontraban armados.    

Desafortunadamente, como dice correctamente el Partido Comunista de México “ésta Inaceptable conducta del Ejército en Nuevo Laredo no es una excepción, sino la constante de su presencia en las calles.

La militarización del país, iniciada durante el Gobierno de Calderón, continuada por el de Peña Nieto, y reforzada por el actual gobierno del Presidente López Obrador es inaceptable, y debemos persistir con más firmeza en la lucha por el regreso del Ejército a los cuarteles”

También señalan “Durante este gobierno …la presencia en las calles y en la vida pública de las fuerzas armadas se incrementó y se legalizó, tanto del Ejército y la Marina, como de su nueva fachada: la Guardia Nacional. Además de asumir funciones anteriormente civiles como el control de aduanas y aeropuertos, distribución de libros de texto y vacunas, al Ejército se le han atribuido funciones económicas en las industrias de la construcción, e inmobiliaria, y les serán escriturados importantes proyectos de infraestructura como el Tren del Istmo, hotelería, traslado de pasajeros y mercancías del Tren Maya, asegurando que los altos mandos aumentarán no sólo su poder político sino económico…”

Participar en las movilizaciones del 26 de febrero era una necesaria expresión para defender los espacios democráticos conquistados en decenios de luchas y no puede ser patrimonio de los partidos de ningún tipo y menos de los desprestigiados PRI-PAN y la franquicia PRD,  por eso caminé junto decenas de miles para rechazar los intentos de restaurar el viejo sistema electoral del autoritarismo, mediante el cual hacían fraudes, como el de 1988 contra Cuauhtémoc Cárdenas que operó Manuel Bartlett con su tristemente célebre  “caída del sistema”