La manifestación se produjo tras el suicidio de una joven de 17 años después de sufrir abusos sexuales por parte de agentes de policía. El sábado, una masiva marcha de protesta inundó las calles de la capital colombiana, Bogotá, mientras la manifestación (Imagen de Democracy Now)
Por Ángelo Cardona
La
propuesta de una reforma tributaria en medio de ‘’la crisis más grande que ha
enfrentado la humanidad después de la segunda guerra mundial’’ en palabras de
Angela Merkel, ha sido la gota que rebosó el vaso. Miles de colombianos se
unieron a la protesta nacional convocada el pasado 28 de abril en rechazo a la
reforma tributaria.
El 2 de
mayo el presidente Iván Duque anunció el retiro de la reforma tributaria y
pidió de manera urgente que se tramitará un nuevo proyecto de reforma, según el
mandatario ‘’la reforma no es un capricho, es una necesidad’’ y el nuevo
Ministro de Hacienda, José Manuel Restrepo anunció también el 4 de mayo que el
gobierno ya no invertirá 14 billones de pesos ($4.500 millones) en 24 aviones
de combate de Lockheed Martin que se tenían presupuestados inicialmente.
Si bien
estos anuncios han sido un triunfo de la movilización social y en particular de
los jóvenes que se han movilizado, el descontento social y las problemáticas
que enfrenta el país son mucho más profundas y requieren de cambios sistémicos
que el pueblo colombiano está demandando no desde ahora sino desde años atrás.
Los graves
hechos de represión, uso excesivo de la fuerza, y violación sistemática a los
derechos humanos en medio de las protestas por parte de la Policía Nacional y
el Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD) han acrecentado el resentimiento de
los manifestantes hacia el actual gobierno y sus instituciones.
La ONG
temblores denunció 39 muertes verificadas, 1055 detenciones arbitrarias, 16
casos de violencia sexual y más de 350 desaparecidos en lo que va de las
protestas. Pero aquí lo importante no son los números sino las vidas y los
sueños de cada uno de estos jóvenes que hoy nos han sido arrebatados por un
estado indolente.
Lucas
Villa, estudiante de Ciencias de la Educación del Deporte de la Universidad
Tecnológica de Pereira resaltaba entre los manifestantes de la marcha pacífica
del 5 de mayo en Popayán debido a su gran energía y actitud durante el plantón.
Poco sabría que esa noche, sería la que le arrebatará su sueño de convertirse
en un profesional. A eso de las 7:00 pm desconocidos llegaron armados y abrieron
fuego indiscriminadamente, en donde Villa recibió ocho disparos de arma de
fuego. Después de cinco días batallando por su vida fallece en el Hospital San
Jorge de Pereira.
Diana
Fernanda Díaz denunció haber sido víctima de violencia sexual por parte de un
agente del ESMAD. ‘’Siempre creí que la Fuerza Pública actuaba por la
provocación de la comunidad, pero hoy fui víctima de un hecho merecedor de
perder el respeto por el Esmad. Hoy fui víctima de un acto carnal y violento
por policías del Esmad’’ denunció Díaz.
Como este
testimonio muestra que muchos colombianos han perdido la fe en las autoridades
e instituciones colombianas, por eso uno de los principales retos del actual
Gobierno será el establecer nuevamente esa confianza y por esta razón uno de
los puntos que se discute ahora en la agenda nacional es la reforma a la
policía y al esmad como prerrequisitos para garantizar el derecho a la
protesta.
La
gran represión y violación a derechos humanos que vive el pueblo colombiano es
tan solo una de las causantes de la movilización ciudadana. En Colombia se ha
vivido una crisis social histórica que se ha puesto en evidencia debido a la
pandemia. No han habido garantías para los defensores de derechos humanos y
líderes sociales que han sido asesinados sistemáticamente desde la firma del
acuerdo de paz, la deuda histórica con la educación que sufre deficiencias por
la falta de inversión por parte del Estado que a lo largo de los años
evidentemente ha preferido invertir en armamento y equipamiento militar haciendo
que la educación en este país sea un privilegio y los jóvenes acabamos por no
recibirla; por eso protestamos, para tener un futuro seguro.
La brecha
económica entre los ricos y los pobres es demasiado alta, y sobre todo el ver
la diferencia de sueldo entre quien es miembro del congreso y quien es un
empleado corriente ha incrementado el descontento del pueblo colombiano. El
gobierno también está buscando privatizar el sistema de la salud, hecho que
marcaría aún más la desigualdad social en el país.
Las problemáticas
que enfrenta Colombia son múltiples y estructurales y nuestras peticiones
parecen no querer ser escuchadas, por eso creo que las manifestaciones no
terminarán muy pronto. Colombia vive un momento histórico y los jóvenes son los
principales protagonistas, y no están dispuestos a parar hasta que haya un
cambio sistémico y real, ahora son ellos quienes deciden sus futuros.
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