Por Latinos sin Fronteras, Los Ángeles
Con el reciente terremoto se recrudece y prolonga la histórica desdicha del hermano pueblo de Haití. La hecatombe natural también ha causado temblores y preocupación al militarismo capitalista norteamericano, quizás aun más que cuando Katrina azotó New Orleans.
Su primera desgracia entro cuando los franceses la invadieron manteniendo a su pueblo en la ignorancia, insalubridad y absoluta miseria para así poder dominarla y saquearla mejor. El abuso y la extrema desigualdad ya eran demasiado y un día 400,000 africanos esclavizados y traficados por los europeos se sublevaron contra 30,000 dueños blancos de plantaciones de caña azúcar y café, llevando a cabo la primera gran revolución social en nuestro hemisferio. Después el imperio del norte tomo control de la bella tierra Caribeña. Por más de un siglo los norteños a través de sus disfrazados embajadores y misionarios albergaron gobiernos títeres y dictaduras sanguinarias, asistiendo así al mantenimiento de la miseria y la extrema desigualdad.
Tal como el antiguo dueño francés, el nuevo dueño del norte ciertamente tampoco se preocupó por la educación, la salud o la higiene del humilde pueblo haitiano. Ni nunca intervino ni trato de poner fin a las brutalidades cometidas durante largas y sanguinarias dictaduras en esa tierra antillana. Y decenas de miles de refugiados haitianos huyendo de dichos regímenes totalitarios no fueron bienvenidos en territorio norteño al contrario, fueron pronta y eficientemente devueltos. Refulgente ejemplo de contraste: desde hace muchas décadas en el estado de la Florida rige la “ley de ajuste cubano” que generosamente admite, auxilia y guía a todo cubano que ponga pie en tierra floridana. Sin embargo en estados unidos jamás ha existido una “ley de ajuste haitiano”.
Con la reciente catástrofe, los agitados grandes medios de comunicaciones del norte desatan su propaganda como tratando de impresionar al mundo con lo de que el imperio realmente siempre se ha preocupado por el bienestar de un pueblo que por más de un siglo ha sido el más pobre, excluido y marginado en todas las Américas. Mucho explica una de las primeras movidas que los norteamericanos tomaron después del terremoto de 7.3 que fue no para instalar tiendas u hospitales de auxilio, sino para rápidamente tomar control militar del estratégico aeropuerto de la capital Haitiana. Acertadamente ya Daniel Ortega denunció el ingreso de miles de tropas provenientes de Estados Unidos en Haití. Señaló que el devastado país necesita ayuda humanitaria y no un ejército e hizo un llamado al país norteño para que retire sus soldados e invierta el dinero en ayuda.
Mientras tanto el Señor Clinton, sin especificar cuántos de sus millones donaría ni el banco que administraría las contribuciones, instó al pueblo norteamericano diciendo que la mejor ayuda sería enviar mucho dinero, no la semana ni el mes que viene sino ahora mismo. Por otro lado el Señor Obama con ansioso semblante pero tampoco significando sus millones, habló de enviar gran cantidad de ayuda. Ayuda que al fin y al cabo gastará más dinero enviando personal militar incluyendo portaviones, que en lo humanitario. Además y muy santificativo, el Ministro Pat Robertson con rostro de santo acusador y sin tampoco mencionar sus millones, echó la culpa de la tragedia al demonio indicando que el diablo entro en Haití al terminar la dominación francesa. Una vez más su púlpito purgatoria parece descarrilado por el mismísimo Satanás pues; ¿no sería más obvio, histórico y cristiano sugerir que fue con las bayonetas invasores de los franceses que Lucifer entro en Haití? Y, colmando la conciencia de la política exterior imperial George Caesar, con carita de yo no fui y adecuadamente descartando sus feroces prioridades en Irak, acaba de declarar que la primera prioridad en Haití es salvar vidas. El Señor W tampoco dijo nada de sus tantos millones.
Abraza destacar un muy digno ejemplo a emular saturado de verdadera solidaridad y humanismo. Con la mayoría de los hospitales destruidos o inservibles y sin que la ayuda internacional se hubiera desplegado, los primeros en ofrecer asistencia sanitaria en Haití fueron los médicos y paramédicos cubanos que desde hace 12 años gratuitamente colaboran en la paupérrima isla caribeña. También de inmediato, su gobierno socialista envió otros 32 especialistas con material de emergencia tras el terremoto. Cuba cuenta en total con 447 efectivos además del personal diplomático en el país antillano. En Puerto Príncipe se encontraban unos 155 facultativos en el momento del terremoto. Su primera reacción fue levantar dos hospitales de campaña en su residencia porque el edificio donde trabajaban se derrumbó. Entra preguntar: en el momento del temblor: ¿cuántos médicos y paramédicos norteamericanos equivalente a los cubanos habían en Haití y si hubiesen, desde cuando colaboraban?
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