Por Armando García
En
un tuit y video mensaje del 2 de enero pasado, Castro expresó "profunda
gratitud" a sus seguidores.
"No
he terminado de pelear", dijo Castro. "Seguiré trabajando para lograr
una nación en la que todos cuenten, una nación en la que todos puedan obtener
un buen trabajo, una buena atención médica y un lugar digno para vivir".
Hay
que reconocer que su campaña progresista nunca ganó fuerza. El promedio de
encuestas mostró que Castro estaba constantemente atorado en la parte inferior de
los contendientes con menos del 2% de apoyo.
Su
recaudación de fondos también se quedó atrás de sus competidores. Según los
informes, recaudó sólo $ 3.5 millones en el tercer trimestre de 2019, una
fracción de lo recaudado por los otros candidatos demócratas, como el exalcalde
de South Bend Indiana, Pete Buttigieg en el cuatro trimestre del 2019 recaudó
cerca de los 25 millones de dólares.
El
presidente Donald J. Trump, hasta el cierre de esta edición de Nuestra América
reportaba ya recaudados como 46 millones, mientras que Bernie Sanders ya
llegaba a los 34 millones.
Lo
que es imposible creer, como un candidato, como Castro, que proviene de la minoría
más grande en el país, haya recaudado tan poco, mientras que Buttigieg, siendo
abiertamente gay, lo haya superado y se mantenga entre los cinco demócratas contendientes
para la nominación demócrata.
¿Será
acaso el abstencionismo notorio de los Latinos en este país? ¿Será la falta de unidad
entre los Latinos siendo la mayoría de origen mexicano comparado con cubanos, puertorriqueños,
centro americanos, sudamericanos? O ¿será que Castro centró su campaña proselitista
siendo hijo de inmigrantes mexicanos y se presentó como el candidato que mejor
representaba a la comunidad hispana? Limitando así el campo de muchos más
votantes no latinos.
La
respuesta la tendrán los expertos en elecciones, en demografía, a medida que
pasen los años.
Castro
fue el primer candidato presidencial en lanzar planes para dirigirse a los
pueblos indígenas, proteger los derechos de los inmigrantes más el bienestar de
los animales, entre otras causas sociales de las personas más vulnerables del
país.
Castro
estuvo luchando en los últimos meses para ganar terreno y no apareció en los
debates demócratas desde octubre pasado
Antes
de ser secretario de Vivienda y Desarrollo Urbano, bajo la administración de
Barack Obama, Castro fue el alcalde de la Ciudad de San Antonio, Texas; lugar
donde yo trabajaba para los diarios La Prensa y Rumbo y pude ampliamente cubrir
su carrera política como Concejal de la ciudad y en su intento fallido de
llegar a la alcaldía de la ciudad de El Álamo. Hasta que lo consiguió.
El
futuro político de Castro seguramente no ha terminado. Es relativamente joven,
tiene 45 años. Es muy probable que su nombre siga en disputa como una fuerte
elección de vicepresidente u algún otro puesto dentro del gabinete de quién se
convierta en el candidato y ganador demócrata; ya sea Joe Biden, Bernie Sanders
o Elizabeth Warren.
Como
el único candidato latino, habría parecido que 2020 sería un año excelente para
su campaña. Sin embargo, a pesar de varias actuaciones de debate muy elogiadas,
no pudo tener presencia nacional y el carisma para llevar a cabo una campaña a
largo plazo.
Armando
García es el editor y fundador de Nuestra América Magazine.
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