jueves, 17 de junio de 2021

Análisis a Fondo: El hambre, cómplice de la Covid-19

 

Foto proporcionada por Análisis a Fondo

 

Detrás de la pandemia, el egoísmo, la falta de empatía
 
Millones empobrecerán aún más, si no se hace algo
 
Por Francisco Gómez Maza

 

 Las matemáticas de la pobreza horrorizan al más inconsciente:

Detrás de cada dígito, de cada porcentaje, se despoja de su piel desnuda la miseria humana.

Es como leer una novela de terror, de odio, de sangre, muerte y dolor. Entre el nuevo coronavirus pandémico, el individualismo, el egoísmo y la falta de solidaridad O, como se dice ahora, la ausencia de empatía, empujan a gran parte de la sociedad a los límites de la vida y de la muerte.

Van hacia su perdición, al ritmo del mal tiempo, del desempleo, del desprecio de los demás que, pudiendo apoyar, ayudar, se hacen de la vista gorda, sobre todo los poderosos, los potentados que viven nadando en el dinero y que tienen la capacidad de crear más fuentes de empleo y de ingresos dignos para los trabajadores.

La pobreza, más dramática que el SAR-Cov-2, el virus que causa la covid-19. El virus ha matado a unos 230 mil mexicanos. Los mató rápido. Sin miramientos. Dolorosamente, pero rápido. Dejaron de sentir el dolor. La pobreza mata lentamente. Al ritmo del hambre. Mata de enfermedades curables. Mata burlonamente.

Dicen los expertos universitarios que la pobreza aumentó gracias al Covid_19. Lamento contrariarlos, contradecirlos. Media verdad. La pobreza se incrementó gracias al egoísmo, a la avaricia de muchos patrones. Apenas vieron un brote de Covid-19, despojaron del empleo a muchos. Que al cabo puede haber empresas fracasadas, devenidas en la quiebra. Pero jamás habrá un solo gran empresario pobre.

A un año y tres meses aproximadamente de haber hecho crisis la pandemia, ha habido de todo. Pero principalmente se hizo público el egoísmo de los poderosos en el desempleo. Sortearon la crisis los pequeños, los muy pequeños y uno que otro mediano. Cayó fuertemente el empleo y con él el ingreso de la gente, el dinero para poder alimentarse, para poder sobrevivir a las inclemencias de la vida. Dicen que cayó la economía gracias a la pandemia. Una verdad a medias. La economía ya venía cayendo estrepitosamente desde el 2008, cuando la crisis inmobiliaria en Estados Unidos. Una década perdida para los pobres. Una década muy productiva para los detentadores de los grandes medios de producción que jamás pierden. Y si pierden, arrebatan. Como Jalisco.

De todos modos, no salen sobrando las mediciones. Las encuestas, los sondeos, para ver hasta dónde ha llegado la crisis de la economía de los pobres, no sólo por la pandemia; principalmente por el egoísmo de los poderosos.

El Instituto de Investigaciones para el Desarrollo con Equidad (EQUIDE) de la Universidad Iberoamericana acaba de dar a conocer la Encuesta de Seguimiento de “los Efectos del COVID-19” en el Bienestar de los Hogares Mexicanos (ENCOVID-19), correspondiente a marzo de este año, en donde se observaron “los efectos severos que ha dejado la pandemia en el bienestar de la población en términos de empleo, ingresos, salud mental y alimentación.”

“La pandemia ha afectado más a los hogares de menor nivel socioeconómico, haciendo las brechas entre los que tienen y no aún más grandes. Asimismo, ha afectado más a las mujeres; además, los impactos en bienestar tendrán secuelas a mediano y largo plazo”, de acuerdo con la directora del EQUIDE, Graciela Teruel.

Además, a pesar de la recuperación del empleo, la recuperación en el ingreso de los hogares sigue rezagada: 64% de los hogares tiene menos ingresos que antes de la pandemia. Menos poder para alimentarse, para curarse, para vestirse, para etcétera.

Los hogares de menor nivel socioeconómico reportaron una mayor pérdida de ingresos, 70%, respecto a los de mayor nivel socioeconómico (53%).

Además, hasta en las circunstancias actuales de sufrimiento, no sólo persiste, sino que se agudiza la desigualdad: sólo 4% de los hogares de bajo nivel socioeconómico reporta un mayor ingreso que antes de la pandemia. En los hogares de nivel socioeconómico alto este porcentaje es de 12%.

La Encuesta reveló que 4.2 millones de personas estaban desempleadas (7.3% de la PEA); los patrones las mandaron a descansar, por la pandemia, sin goce de sueldo, o no podían salir a buscar trabajo por el obligado confinamiento.

En mayo de 2020, un año antes, 8.9 millones de personas estaban en dicha situación (15.5% de la PEA).

La disminución en los niveles de seguridad alimentaria, acompañada por un alarmante aumento en los correspondientes a inseguridad alimentaria moderada y severa (hogares que no reportaron preocupaciones o dificultades para acceder a alimentos), fue un hallazgo muy preocupante para los encuestadores, al bajar de 33% en diciembre de 2020 a 27% en marzo de 2021.

Esto habla de personas que tienen hambre, que ven reducidos la calidad y cantidad de alimentos que consumen”, al decir de Teruel.

Y no es sólo esto. Hay más indicadores de que la pobreza podría agudizarse en un futuro inmediato, si el egoísmo empresarial corporativo no deriva en solidaridad, lo que significa creación de fuentes de trabajo. Empresarios y gobiernos están obligados a contribuir en la reactivación de los procesos productivos, en el fomento de inversiones para crear puestos de trabajo justamente remuneradores.

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