Foto proporcionada por Análisis a Fondo
Detrás de la pandemia, el egoísmo, la falta de
empatía
Millones empobrecerán aún más, si no se hace
algo
Por Francisco Gómez Maza
Detrás de cada dígito, de cada porcentaje, se despoja
de su piel desnuda la miseria humana.
Es como leer una novela de terror, de odio, de
sangre, muerte y dolor. Entre el nuevo coronavirus pandémico, el individualismo,
el egoísmo y la falta de solidaridad O, como se dice ahora, la ausencia de
empatía, empujan a gran parte de la sociedad a los límites de la vida y de la
muerte.
Van hacia su perdición, al ritmo del mal
tiempo, del desempleo, del desprecio de los demás que, pudiendo apoyar, ayudar,
se hacen de la vista gorda, sobre todo los poderosos, los potentados que viven
nadando en el dinero y que tienen la capacidad de crear más fuentes de empleo y
de ingresos dignos para los trabajadores.
La pobreza, más dramática que el SAR-Cov-2, el
virus que causa la covid-19. El virus ha matado a unos 230 mil mexicanos. Los
mató rápido. Sin miramientos. Dolorosamente, pero rápido. Dejaron de sentir el
dolor. La pobreza mata lentamente. Al ritmo del hambre. Mata de enfermedades
curables. Mata burlonamente.
Dicen los expertos universitarios que la
pobreza aumentó gracias al Covid_19. Lamento contrariarlos, contradecirlos. Media
verdad. La pobreza se incrementó gracias al egoísmo, a la avaricia de muchos
patrones. Apenas vieron un brote de Covid-19, despojaron del empleo a muchos.
Que al cabo puede haber empresas fracasadas, devenidas en la quiebra. Pero
jamás habrá un solo gran empresario pobre.
A un año y tres meses aproximadamente de haber
hecho crisis la pandemia, ha habido de todo. Pero principalmente se hizo
público el egoísmo de los poderosos en el desempleo. Sortearon la crisis los
pequeños, los muy pequeños y uno que otro mediano. Cayó fuertemente el empleo y
con él el ingreso de la gente, el dinero para poder alimentarse, para poder
sobrevivir a las inclemencias de la vida. Dicen que cayó la economía gracias a
la pandemia. Una verdad a medias. La economía ya venía cayendo estrepitosamente
desde el 2008, cuando la crisis inmobiliaria en Estados Unidos. Una década
perdida para los pobres. Una década muy productiva para los detentadores de los
grandes medios de producción que jamás pierden. Y si pierden, arrebatan. Como
Jalisco.
De todos modos, no salen sobrando las
mediciones. Las encuestas, los sondeos, para ver hasta dónde ha llegado la
crisis de la economía de los pobres, no sólo por la pandemia; principalmente
por el egoísmo de los poderosos.
El Instituto de Investigaciones para el
Desarrollo con Equidad (EQUIDE) de la Universidad Iberoamericana acaba de dar a
conocer la Encuesta de Seguimiento de “los Efectos del COVID-19” en el
Bienestar de los Hogares Mexicanos (ENCOVID-19), correspondiente a marzo de
este año, en donde se observaron “los efectos severos que ha dejado la pandemia
en el bienestar de la población en términos de empleo, ingresos, salud
mental y alimentación.”
“La pandemia ha afectado más a los hogares de
menor nivel socioeconómico, haciendo las brechas entre los que tienen y no
aún más grandes. Asimismo, ha afectado más a las mujeres; además, los impactos
en bienestar tendrán secuelas a mediano y largo plazo”, de acuerdo con la
directora del EQUIDE, Graciela Teruel.
Además, a pesar de la recuperación del empleo,
la recuperación en el ingreso de los hogares sigue rezagada: 64% de los
hogares tiene menos ingresos que antes de la pandemia. Menos poder para
alimentarse, para curarse, para vestirse, para etcétera.
Los hogares de menor nivel socioeconómico
reportaron una mayor pérdida de ingresos, 70%, respecto a los de mayor
nivel socioeconómico (53%).
Además, hasta en las circunstancias actuales de
sufrimiento, no sólo persiste, sino que se agudiza la desigualdad: sólo 4% de
los hogares de bajo nivel socioeconómico reporta un mayor ingreso que antes de
la pandemia. En los hogares de nivel socioeconómico alto este porcentaje es de
12%.
La Encuesta reveló que 4.2 millones de personas
estaban desempleadas (7.3% de la PEA); los patrones las mandaron a descansar,
por la pandemia, sin goce de sueldo, o no podían salir a buscar trabajo por el
obligado confinamiento.
En mayo de 2020, un año antes, 8.9
millones de personas estaban en dicha situación (15.5% de la PEA).
La disminución en los niveles de seguridad
alimentaria, acompañada por un alarmante aumento en los correspondientes a
inseguridad alimentaria moderada y severa (hogares que no reportaron
preocupaciones o dificultades para acceder a alimentos), fue un hallazgo muy
preocupante para los encuestadores, al bajar de 33% en diciembre de 2020 a
27% en marzo de 2021.
Esto habla de personas que tienen hambre, que
ven reducidos la calidad y cantidad de alimentos que consumen”, al decir de
Teruel.
Y no es sólo esto. Hay más indicadores de que
la pobreza podría agudizarse en un futuro inmediato, si el egoísmo empresarial
corporativo no deriva en solidaridad, lo que significa creación de fuentes de
trabajo. Empresarios y gobiernos están obligados a contribuir en la reactivación
de los procesos productivos, en el fomento de inversiones para crear puestos de
trabajo justamente remuneradores.
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