Por Ilka Oliva Corado
Blog de la autora: https://cronicasdeunainquilina.com
En medio de un
sistema putrefacto infestado de corrupción e impunidad que carcome hasta los
últimos cimientos de la sociedad guatemalteca y se lleva a su paso las
vidas de miles de víctimas, resuella una brigada médica que carga en hombros a
los más vulnerados, porque llega a donde los médicos nacionales no van. Y son
los médicos cubanos dispuestos a enaltecer la labor de salvar vidas.
Una parvada de
criminales que colocan a sus marionetas en el gobierno de turno se ha encargado
de arrasar con los recursos y con esto hacer sucumbir a pueblo arrodillado ante
la violencia constitucional, el hambre y la miseria; mientras las grandes
mafias dan vía libre a todo acto delictivo que empacha a los que se soloquean
con el dinero del pueblo.
Para mientras, en los
lodazales el hambre acampa, también en la sequía y con ésta las enfermedades
crónicas provenientes de la miseria; una alimentación deficiente y muchas veces
nula. Sin
medicina, sin recursos, sin un diagnóstico médico, sin un tratamiento adecuado,
vaya, sin doctores y sin un centro de salud cercano los más vulnerados de este
sistema insalubre colapsan pidiendo clemencia ante las turbas de criminales que
se tapan los ojos y los oídos, pero abren la boca para escupir las letanías que
llevan cinco siglos vigentes. En esta tierra de opresores cínicos y oprimidos
creyentes aún en los milagros de las figuras de yeso que les enseñan
los sotanudos, la rebelión es solo una canción del caribe…
Pocos médicos se
gradúan en Guatemala con el ideal humano de ayudar al próximo, la mayoría lo
hace pensando en la marmaja de una clínica privada o una plaza en hospital
privado. Por eso aunque sepan la cura, aunque puedan recetar, jamás
darán una consulta a quien no les pueda pagar la tarifa que imponen. Son tan
cínicos como los dueños del caporal de la finca. Pocos son los que se entregan
en la misión humana y por más que luchan es como arar en el mar ante el colapso
sanitario del país de las eternas tiranías.
Y es entonces que
llegan los médicos cubanos para meter el hombro, en este país de lastre
neoliberal, sucumbido en la miseria, podrido de corrupción, de cínicos, de
palabreros de tuiter, de revolucionarios de redes sociales, de intelectuales de
papel, de artistas de codeos y de pasarelas, de cineastas
engreídos, de poetas charlatanes. A esta tierra que exporta mano
de obra barata al país que la necesite. A esta Guatemala de vientre vulnerado,
de desmemoria. De pueblos
milenarios que se niegan a morir arrodillados ante el colonialismo del mestizo
racista, clasista y lacayo.
Los médicos cubanos
atraviesan montañas, ríos, lodazales, tierreros de sequía, los kilómetros que
tengan que caminar sea de noche o de día, para tomar de la mano a los
hermanos de los pueblos originarios, a los de los arrabales, a los
campesinos, a los obreros de lomos partidos, como nunca antes lo hizo un
médico mestizo guatemalteco que se negó a adentrarse en las entrañas de
su patria por puro menosprecio de su propia sangre milenaria.
Algunos, que aprendieron desde antes de la universidad la
solidaridad humana y que la medicina solo los ayudó a reforzar sus cimientos,
hacen la loable labor, pero muy pocos. A ellos gracias. Y también a los médicos
cubanos que llevan la dignidad de su pueblo a otras tierras a través del abrazo
humano de la medicina. “Id y enseñad a todos” aplica muy bien a las brigadas de
los médicos cubanos. Pues a demostrado al mundo que a pesar del bloqueo la
respuesta siempre será el amor.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario