Por Ilka Oliva Corado
Blog de la autora: https://cronicasdeunainquilina.com
A las tres de la madrugada
ya tienen preparadas las redes de zanahorias, remolachas y rábanos. Las lavaron
la noche anterior, las consiguen más baratas cuando los campesinos las arrancan
de sus sembradíos y se las entregan directamente. Este año también se
aventuraron a comprar cocos para el ponche de las fiestas de fin de año, aunque
para conseguirlos tienen que viajar desde Chimaltenango hasta Escuintla o a
veces hasta Suchitepéquez lo que representa un gasto extra y muy fuerte para su
economía tan frágil.
Los padres de Ixmucané
lograron comprar un puesto dentro del mercado después de veinte años vendiendo
en las afueras colocando sus verduras sobre un nailon, aguantando frío, lluvia
y sol. Eso gracias a que una hermana de su mamá que vive en Estados
Unidos como indocumentada y que trabaja en un matadero de pollos les envió el
dinero, de otra forma jamás hubieran podido, es algo que
siempre le recuerda su mamá a su papá cuando él agarra farra[1] de tres días y se queda
tirado en las calles.
Nada como un puesto dentro
del mercado, no se sufre de frío y no hay aguacero ni helada que les obligue a
guardar la venta a las carreras, además hasta construyeron una tarima como
gradas para que las verduras sobresalgan. Y ni qué decir del banquito de
plástico que mueven de un lugar a otro. Tres metros de frente por dos de fondo
es un espacio grande comparado con lo amontonados que estaban afuera que
pasaban hincados todo el día.
Ixchel, la madre de
Ixmucané quiere comprar pintura más adelante si les va bien con las ventas de
fin de año y ponerle color a las lepas[2] de
la estantería, por el momento coloca nailon de color azul y a las verduras les
hace una camita de hoja de guineo. Para estos días de fin de año compra una
bolsa de pino y la riega en el puesto para que huela a fresco y a fiesta.
A la hora del sereno,
Ixmucané de cinco años, está arreglada y bien peinada, calentando el café, los
frijoles y las tortillas en el rescoldo del polletón [3] para que desayunen todos,
sus papás y sus hermanos mayores. Ese es su trabajo de todas las madrugadas de
lunes a domingo. Comienza a servir los frijoles, las tortillas, el
café y unos huevos cocidos, será el alimento de todo el día, probarán bocado
hasta llegar de nuevo a su casa en la noche, esperando que la venta sea grande
y se logre juntar en estos días para la inscripción de la escuela, los
uniformes y los útiles escolares.
Más tarde durante el día,
Ixmucané tendrá el oficio de amarrar los manojos de zanahoria, remolacha y
rábanos, también de cortar las hojas con el cuchillo para las personas que
piden sólo la verdura. Hojas que le regala al final del día a Nicté, otra niña
de su misma edad que es su amiga del mercado, que va de puesto
en puesto pidiendo desperdicios para alimentar a los cochitos que tiene en su
casa y que su familia vende para fin de año. Siempre le regala un tamalito de
chipilín de los que vende su tía en las afueras del mercado, que al ver lo que
ha logrado la familia de Ixmucané no pierde la esperanza de que un día no tan
lejano también ella pueda también ser propietaria de un puesto en el mercado
para poder su comedor.
[1] Farra: Guatemaltequismo. Borrachera.
[2] Lepa: Guatemaltequismo. Capa exterior de la
madera del tronco de un árbol. Tabla hecha plana por un lado y curva por otro.
[3] Polletón: Guatemaltequismo. Mesa grande de barro para
cocinar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario