· Los
cuatro aspirantes tienen que definirse
· Soplar
y tragar pinole puede atragantarlos
Por Francisco
Gómez Maza
Ya. Ahora. Aquí y
ahora.
(Fíjese que coloqué a
la mujer en el último lugar de las corcholatas oficiales, con la intención de desmitificar
lo que el feminismo llama lenguaje inclusivo, pero me temo que la señora
casamentera está más cerca del corazón de Palacio y no por ser mujer; no sé por
qué razones, porque los varones han jugado un papel muy preponderante en el
apoyo al eficiente y eficaz desarrollo del gobierno del presidente Andrés
Manuel López Obrador, aunque no estén de acuerdo los amigos de Salinas de
Gortari y del Señor X.)
Pero el asunto es que
todos los cuatro suspirantes a agarrarse, y no dejar La Silla durante seis años,
tienen que poner orden en su vida y en sus actividades. La verdad es que,
aunque puedan, no se ve bien – es más, se ve pésimamente mal-, que dobleteen,
en su encargo administrativo y en su loquera de ir y venir por donde pueden
encontrar simpatizantes electorales, por ganar la candidatura de Morena, e irse
en caballo de Hacienda a Palacio Nacional el primero de diciembre de ese año
del Señor de 2024. Se exponen a que sus adversarios, yo les llamo enemigos
políticos, los acusen de estar gastando dinero público en la loquera de sus
andanzas en busca de caerle bien a todos, como monedita de oro.
La elegida del panteón
de los chontales, que en realidad vienen siendo mayas (en Chiapas se les llaman
choles), tiene que hacer mutis en el Palacio del Ayuntamiento, frente a la
Catedral Metropolitana, para empezar la batalla por cambiarse de domicilio al
palacio del lado derecho, donde ahora vive y despacha su adorado jefe. La
señora tiene que poner ya en manos de no sé quién, el más dotado en las artes
de administrar el gobierno citadino, el bastón de mando de la Ciudad de las
horrendas construcciones – antes les llamaban rascacielos- que se levantan
hacia las nubes cotidianamente, poniendo de muy mal humor a quienes tienen que
subir en sus horrendos ascensores dizque inteligentes, y enfrentar los
problemas urbanos, particularmente los más graves como los feminicidios, las
desapariciones forzadas, los homicidios entre otras lacras, la drogadicción, el
narcotráfico entre los otros como el cierre cotidiano de las entradas al centro
de la ciudad que deja a sus habitantes como prisioneros en su propia vivienda.
Ah, y también, con prioridad, la cacería de facinerosos que lucran con la
industria de la construcción de condominios, especialmente en la albiceleste
alcaldía Benito Juárez.
Otro tanto tienen que
hacer los demás suspirantes. Adán Augusto López Hernández, que fue traído de
Villahermosa donde fue electo gobernador de Tabasco, para que se hiciera cargo
del oficio de negociador que no podía realizar doña Olga Sánchez Cordero, como
“hermano” de AMLO. Eficiencia despliega el ex de La Sorbona de París por lo que
debe buscar y elegir a algún personaje que realice los amarres con sabiduría,
inteligencia, diplomacia. Y él lanzarse a la conquista de las simpatías
populares, de las que adolece. Pero, igual que Claudia, Adán Augusto tiene a
fuerzas que dejar la Secretaría de Gobernación y dedicarse, con sus propios
recursos y los de sus padrinos, recursos legales, a empezar a recorrer el país,
como lo ha hecho permanentemente su hermano, el de Macuspana.
Las tareas del
canciller son vitales para las buenas relaciones de México con la comunidad
internacional. México mantiene muy buena fama en los mercados globales,
especialmente en los mercados emergentes, por la fortaleza del peso mexicano,
que muchísimos inversionistas eligen para invertir a horas del día y a deshoras
de la noche. Muy realistas también son las inversiones que del exterior vienen
a la economía mexicana, entre otros buenos frutos del manejo de las relaciones
internacionales desde la Cancillería asentada en el mero centro de la ciudad de
México.
Pero igual. Marcelo
tiene que decidirse a una u otra tarea. Continuar como representante de México
ante los países de las comunidades internacionales, o cerrar su ciclo de miembro
del gabinete presidencial e irse a recorrer el país en busca de las simpatías y
el voto de la gente. Queda Monreal Ávila. La verdad es que no está muy claro si
un senador que busca ser candidato tiene que abandonar sus tareas legislativas
para dedicarse de lleno a su querencia. Pero el zacatecano debe definir sus
simpatías y entregarse de lleno a su militancia partidista y no andar
flirteando con los opositores con el pretexto de que tiene capacidad para
relacionarse con todo tipo de alimañas.
Y veremos, como dice la
gente de mi datcha, de qué cuero salen más correas…
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