jueves, 26 de enero de 2023

DISPUTA POR LA UNAM

Foto archivo

 Por JOEL ORTEGA JUÁREZ

El asunto Yasmín Esquivel Mosso está teniendo una secuela de disputa de las élites, por la UNAM.

Sin evadir una postura precisa en defensa de la UNAM, ante los desvaríos del presidente llamando “choro mareador” al discurso del rector, que exhibe la vulgaridad  de López Obrador, al mismo tiempo que expresa su furia contra la condición autónoma de la Universidad Nacional, es necesario intentar una explicación de esa furiosa embestida del presidente y sus seguidores contra la UNAM.

A lo largo de su existencia, las principales características de la Universidad Nacional las han definido movimientos y luchas de los estudiantes y los profesores.

La misma Autonomía conseguida en 1929 fue producto de la movilización contra el gobierno.

La libertad de cátedra conquistada en 1935, también fue resultado de una lucha en contra de la pretensión de imponer una supuesta “educación socialista”, una demagogia que escondía la pretensión totalitaria de establecer una “ideología” que desnaturalizaba a la esencia de la Universidad, que es la diversidad de opiniones como condición fundamental de una institución universal. La libertad de cátedra fue y sigue siendo un rasgo esencial de la Universidad. No hay “ciencia proletaria” y “ciencia burguesa”, mucho menos una “ciencia nacional”. El pensamiento científico se basa en la libertad para investigar sin ningún dogma. Las disputas internas en la UNAM dieron como resultado la promulgación de su Ley Orgánica el 6 de enero de 1945.

Esa legislación establece que el rector es el “Jefe Nato” de la UNAM, le otorga a la Junta de Gobierno, integrada por 15 miembros, la facultad de designar a las autoridades universitarias en primer lugar a su Rector. Desde entonces, casi 80 años, la Ley Orgánica no ha sufrido el cambio de ninguna coma. Obviamente la Universidad de 1945 y la de 2023 son muy diferentes. Tanto en su tamaño y sobre todo en las inmensas mutaciones ocurridas en la ciencia, la tecnología, la cultura y obviamente el entorno planetario y nacional.

Entre otras cuestiones resulta incomprensible una estructura de gobierno totalmente autoritaria en la Universidad, en tanto que en el país se han producido cambios muy importantes en el ámbito democrático.

No se trata de una democratización vulgar, donde la ciencia se ponga a votación, ni tampoco de una idea de elección por voto universal del Rector y los Directores de Facultades, Escuelas e Institutos, sino de darle expresión equilibrada a cientos de miles de estudiantes y decenas de miles de docentes y varios miles de investigadores.  Existe hace mucho tiempo una propuesta de construir un Cogobierno paritario, es decir un sistema que les otorgue de manera ponderada a los estudiantes, docentes e investigadores la capacidad de gobernarse a sí mismos, sin un modelo autoritario y sin injerencia del Estado, la empresa, los partidos, las fuerzas armadas o los sindicatos corporativos.

Ese proyecto se gestó en la lucha de los universitarios de Córdoba, Argentina en 1918 mediante el Manifiesto Liminar. Es una propuesta cuestionada por muchos, incluso algunos ex dirigentes del movimiento del 68 mexicano, pero debatirla no debe ser una herejía.

Un proceso de transformación democrática en la UNAM es el mejor camino para defenderla de los intentos del gobierno para someterla.

Desde principios del sexenio de López Obrador hubo una intención de reformar el artículo tercero constitucional, en cuya fracción séptima se erige a la Autonomía como la capacidad de la UNAM y todas las universidades públicas de gobernarse a sí mismas y establecer los procedimientos para cumplir sus funciones, docencia, investigación y difusión. Trataron de pasar una contrarreforma aparentando un “error involuntario”, fue en realidad un “ensayo” deliberado del gobierno para sorprender al país y a los universitarios.

Por eso no se trata de un mero torneo entre el presidente y el rector, los sistemáticos ataques desde la voz presidencial difamando a la Universidad, al señalarla como “neoliberal” y con un viraje a la “derecha”

.

El presidente Andrés Manuel López Obrador quiere eliminar la autonomía y convertir a la UNAM en una “dependencia” subordinada al Ejecutivo Federal, es decir sometida a la voluntad del presidente López Obrador.

Todo lo anterior se desarrolla en un marco interno en la UNAM, donde. el 85 % de sus profesores tienen una relación laboral precaria, dado que tienen contratos vigentes por un semestre. La inmensa mayoría de los docentes dependen de la arbitrariedad de los directores para renovar su condición de profesores.

Es una realidad donde un 85 % de los profesores tienen carácter de profesores de asignatura y cubren la mayoría del llamado “banco de horas”, mientras los profesores denominados de Tiempo Completo muchas veces dan tres o cuatro horas de clases semanales.

Esa estructura debe cambiar.

Hace muchos años no se han creado nuevas plazas de profesores de Tiempo

Completo y muy pocas de Investigadores, lo que genera una situación absurda y contraria al desarrollo mismo de la universidad. Miles de egresados de la UNAM incluso algunos con posgrado y doctorado no pueden convertirse en profesores o investigadores. Los profesores de Tiempo Completo e Investigadores tienen un salario base que muchas veces no representa ni la tercera parte de sus ingresos dado que tienen programas de estímulos o pertenecen al Sistema Nacional de Investigación, un centenar son profesores eméritos y se niegan a jubilarse porque sus ingresos se verían mermados de manera drástica. Hay profesores de TC e Investigadores que tienen ingresos de hasta 140 mil pesos o más, pero su jubilación se obtiene por un salario tabular de 40 a 60 mil pesos mensuales. Obviamente nadie se quiere jubilar.  Los viejos se han convertido en una lápida sobre las espaldas de los jóvenes.

Como no hay plazas nuevas y los viejos se niegan a jubilarse, no hay lugar para los jóvenes.

Estas y otras cuestiones deben estar en el centro del análisis y debate sobre la UNAM.

La disputa del gobierno por adueñarse de la rectoría debe combatirse desde la perspectiva de una reforma universitaria profunda.

 


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