martes, 10 de enero de 2023

NUESTRA SALUD: El mecanismo del pedido cuando surge la necesidad

 


Por Jordi Jiménez - REHUNO

En el ser humano el mecanismo de pedido es ancestral, viene de fábrica en nuestra maquinaria psicológica. Todo el mundo en alguna ocasión ha pedido algo para sí mismo, para los seres más queridos, más cercanos, para otras personas o incluso para el bienestar de grandes conjuntos humanos en momentos de dificultades. Hay multitud de fórmulas para hacer un pedido que no están necesariamente vinculadas al ámbito de las religiones o de las místicas. Cualquier persona, al margen de sus creencias, realiza tales pedidos en momentos de necesidad. 

En el artículo anterior hablamos del agradecimiento como experiencia que va acumulando en uno registros de bienestar y de positividad, y dijimos que ello sería útil en otros momentos de dificultad. Pues bien, en esos momentos en los que uno siente que hay complicaciones, en los que falta la energía, o hay confusión o se da una situación difícil en aquellos que nos rodean, ahí es momento de utilizar el pedido y recuperar esos registros de calidez acumulados en el agradecimiento. 

El ejercicio, como en el caso anterior, es muy fácil y bastante breve. Simplemente, cerramos los ojos, inspiramos lentamente e imaginamos que ese aire llega a nuestro corazón. Entonces pedimos por aquello que necesitamos o por nuestros seres queridos. Podemos aprovechar también para pedir por superar la contradicción y para que nuestra vida tenga unidad. Cuanto más profundamente sintamos el pedido mejor. No hace falta destinar mucho tiempo a este pedido, bastará con detenerse un momento en nuestro ajetreo diario para que podamos conectarnos con nuestro interior y así se despejen las brumas o los fuegos que nos invaden.

Con estas prácticas del pedido y el agradecimiento repetidas diariamente se puede iniciar un trabajo que, si se lleva con pulcritud, con suavidad, sin forzar las cosas, y con permanencia puede producir con el tiempo cambios importantes en la vida cotidiana. Son prácticas sencillas y breves, pero esa simplicidad no nos debe llevar a engaño. En estos tiempos estamos acostumbrados a los efectos especiales, al espectáculo, y parece que únicamente si hay una escenografía oriental, con velas, luces tenues, campanitas u otros sonidos especiales, posturas extrañas o atuendos exóticos, parece que sólo así se puede conseguir conectar con algo o avanzar en cierto camino, por cierto, poco definido y poco claro. Pero las escenografías externas no producen nada por sí mismas si no hay un trabajo por dentro, en uno. De hecho, ningún objeto externo, lugar, sonido o ambiente produce cambios si uno no hace algo por dentro. En algunas ocasiones es incluso al revés, puede distraer y uno creer que está haciendo algo por el simple hecho de estar ahí, cuando en realidad no está sucediendo nada. 

Esperamos que estas prácticas os resulten útiles y ya sabéis que podéis comentarnos vuestras experiencias en el correo: rehunosalud@gmail.com

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