Foto proporcionada por
· Raúl
Vera López: el intento por reconciliar a la Iglesia con los pobres
· Claro,
esto les disgusta a los extremistas de derecha y de “izquierda”
En memoria mi hermano, el doctor J. Gilberto Gómez Maza
Por Francisco Gómez
Maza
Fray Raúl Vera López,
de la Orden de Predicadores de Santo Domingo de Guzmán, cuna de los más grandes
filósofos y teólogos en la historia de la humanidad. Entre ellos, quizá el más
conocido universalmente: Tomás de Aquino, el grandioso “buey mudo”, que intentó
conciliar la fe con la razón.
(Los compañeros de
Tomás, en la Universidad de París, al verlo tan silencioso, lo tomaron por
tonto y le apodaron: “bovem mutum”, El buey mudo. Un día, uno de sus compañeros
leyó los apuntes de este joven estudiante y se los presentó a al maestro,
Alberto Magno. Al leerlos, éste les dijo a los estudiantes: “Ustedes lo llaman
el buey mudo. Pero este buey llenará un día con sus mugidos el mundo entero”.)
El ahora obispo emérito
Vera López nació para ser símbolo, un testimonio de la iglesia rehecha por el
Concilio Vaticano II y las Conferencias Latinoamericanas, en las que la mayoría
de los sacerdotes y obispos empezaron a ser llamados con el mote de “ojos”,
entre ellos Sergio Méndez Arceo, de Cuernavaca; Arturo Lona, de Tehuantepec, o
Samuel Ruiz García, de San Cristóbal de Las Casas.
Incluso, el gobierno
priista y los sectores de la derecha acusaron al llamado jTatic Samuel de ser
el verdadero cabecilla del levantamiento indígena de 1994, el Ejército
Zapatista de Liberación Nacional.
Vera López acaba de
pasar a retiro, cumplidos sus 75 años de vida. Ahora es “obispo emérito”.
Don Raúl, como le dicen
sus diocesanos de cariño, primero se graduó, en el 68, de ingeniero químico en
la UNAM. Pero no aún no estaba satisfecho con su destino. Conoció a los de la
Orden de Predicadores y se hizo dominico. Fue consejero de estudiantes
universitarios de la UNAM, en el CUC (Centro Universitario Cultural) que los
dominicos mantienen al lado de Ciudad Universitaria.
Posteriormente, siendo
obispo de Altamirano, en el estado de Guerrero, fue enviado por orden papal
como auxiliar de Ruiz García, en los momentos más esperanzadores del
levantamiento zapatista. En 1995. Los enemigos del obispo Samuel creyeron que
Raúl era el obispo a su medida y que iba a desplazar al obispo rojo. Inclusive
dijeron que había sido enviado a San Cristóbal para vigilar las acciones de
Ruiz García. Nunca esperaron que Don Raúl saliera igual de revolucionario.
De San Cristóbal, Vera
López pasó a ser obispo de la diócesis de Saltillo. Y ahí, como donde había
pasado (UNAM, CUC, Altamirano, Chiapas), dedicó su vida al servicio de los
pobres y de los pobres de los pobres, así como de los excluidos.
Se había alimentado de
la Teología de la Liberación, que busca la justicia en las relaciones de
producción entre los seres humanos, y que en su momento fue condenada por todas
las fuerzas reaccionarias, porque colocaba a los pobres como sujetos y no como
objetos.
Ahora, como “obispo
emérito” de Saltillo, Don Raúl continuará su labor pastoral para el mundo
creyente y para el no creyente. Para quien quiera escucharlo.
Ah, pero aún tiene un
encargo muy importante. Desde el año de 1911 es el presidente del Centro de
Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas, fundado por su maestro, Don Samuel
Ruiz García, de feliz memoria. Ese encargo no se lo dio la jerarquía de Roma,
sino el propio centro que no forma parte de la estructura clerical, sino es un
medio de la comunidad, normado por las leyes civiles.
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