Dr. Jorge A. Lera Mejía
La semana pasada se
publicó por parte del Banco de México, la cifra oficial récord de recepción de
remesas en el año 2020, enviadas por nuestros paisanos a México, que aumentaron
en 11.5% respecto al año 2019, superando la cifra de 40 mil 500 millones de
dólares.
Este hecho histórico
nos mueve nuevamente a la reflexión, sobre la importancia que ha adquirido que
los más pobres del país, que debido precisamente a ese grado de pobreza,
optaron por huir de nuestro territorio buscando oportunidades en otro país lo
que el nuestro no les pudo ofrecer.
Estos ciudadanos binacionales
'denizen', solidarios con sus familiares que siguen en México y proactivos con
los disminuidos ingresos que hemos perdido por la pandemia y la crisis
económica misma, hoy por hoy son los salvadores y los héroes nacionales.
Sin embargo, seguimos
insistiendo, que agradecidos como nos mostramos con esos rasgos de solidaridad,
y complacidos con reconocer que esos 40 mil 500 millones de dólares han
respaldado al consumo privado doméstico nacional, en más del 15% del PIB.
Una alternativa que
pudiera optimizar más esos rasgos, es la posibilidad que una parte de dichas
remesas, al menos un 10%, servirían además de solventar y respaldar al consumo
interno, posibilitar actividades productivas y multiplicar al capital social y
humano.
Una forma de
potencializar ese 10% de remesas para proyectos productivos, que en números
redondos serían 4 mil millones de dólares por año, es orientar con estímulos de
los propios gobiernos federal, estatal y municipal, para reactivar el viejo
esquema reconocido a nivel mundial, llamado 'Programa 3x1 para Apoyo de
Migrantes con Proyectos Productivos', que funcionó entre los años 2000 hasta el
2016.
Dicho programa
consistía en apoyar con 3 dólares por cada dólar que decidieran distraer los
migrantes remitentes, a través de los conocidos como 'Clubes de Migrantes
Colectivos', organizados como figuras jurídicas autónomas y responsables,
operando en la entonces Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL). Cada dólar
de apoyo venía de los tres órdenes de gobierno, a saber federal, estatal y
municipal. El detonador inicial era el primer dólar resuelto por los clubes de
migrantes.
El destino de esa bolsa
por club y región decidida, era señalado por los propios migrantes de origen
destinando para realizar obras comunitarias y proyectos productivos en sus
regiones de origen.
Esa retroalimentación
inédita e histórica, posibilitó un vínculo existente entre migración, remesas y
desarrollo, tan importante concepto que se le dio en llamar
"codesarrollo" en Europa y en México, debido a que se partió del
marco conceptual de la definición de desarrollo, posteriormente se analiza este
concepto dentro de las teorías de migración y remesas como componente esencial
de desarrollo en México.
Esta dinámica,
adicionalmente introdujo el colectivo de participación ciudadana de clubes de
migrantes nacionales como redes sociales de cogestión.
La importancia de
retomar y volver a fomentar esta labor de codesarrollo, es dar un
reconocimiento real a la potencialización precisamente a estas remesas
históricas que este tiempo de crisis y pandemia podrían ser una alternativa de
despegar las disminuidas finanzas de las empresas, productores y consumidores.
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